151 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XXXVIII) – Isaías (24)

Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanza, oh montes; porque YHVH ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia… nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de ti están siempre tus muros (Isaías 49:13-16)

         En este capítulo el Señor promete la restauración de Sion una vez más. Trágicamente, muchas de estas promesas dadas a Israel se han trasladado a la iglesia, despojándolas de su contenido original. Cierta teología ha reemplazado a Sion por la iglesia y ha espiritualizado las promesas de los profetas dirigidas expresamente a Israel y Judá. Eso no quiere decir que la iglesia de Dios no está incluida en dichas promesas; debemos recordar que lo está por su fe en el Mesías de Israel, a través del cual somos injertados en los pactos y promesas dadas a Israel.

Hemos dicho antes que Sion tiene una doble vertiente, una física, focalizada en Jerusalén; y otra espiritual, identificada con la Jerusalén celestial. Ambas son complementarias, nunca divergentes. En todo caso, no debemos adaptar el mensaje bíblico al antojo de sistemas teológicos y hacer que cuadre en detrimento de la verdad expuesta. La restauración de Sion está anunciada, y se refiere claramente a la Sion terrenal.

Dios ha consolado a su pueblo. No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas (49:10). Aunque la mujer se olvide del hijo de su vientre, el Señor nunca se olvidará de su pueblo (15). Está esculpido en las palmas de sus manos (17). Será ceñida como novia (18). La tierra que un día estuvo devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de sus moradores (19). Sus destruidores serán apartados lejos (19). El Señor extenderá su mano a las naciones y los pueblos, levantando bandera, para que traigan en brazos a sus hijos (22).

Todo el lenguaje tiene que ver con la restauración física de Israel en su tierra, tal y como anunciará el profeta Ezequiel más tarde, cuando verá aquel valle llenos de huesos secos que seran resucitados en un poderoso ejército. Podemos sacar lecciones espirituales de toda restauración, pero el sentido original del texto no deja lugar a dudas: la restauración es física, en la tierra; y es espiritual, cuando el Señor derrama su Espíritu sobre toda carne. Los judíos volverán a su tierra. Ya ha comenzado. Los días de la restauración están en marcha. Queda un día cuando sus enemigos serán derrotados y conocerán que YHVH es su Redentor, el Fuerte de Jacob (26).

         Una vez más se anuncia la restauración de Sion, los hijos de Israel regresando a su tierra y reconociendo al Fuerte de Jacob como su Redentor.

150 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XXXVII) – Isaías (23)

Así dice YHVH Rey de Israel, y su Redentor, YHVH de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios (Isaías 44:6). Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más… Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua (Isaías 45:22,23).

         Una de las grandes controversias teológicas que ha causado ríos de tinta es la identidad de Jesús. Para unos solamente hombre; y para otros hombre y Dios. La resolución a este misterio ha sido y seguirá siéndolo, piedra de tropiezo, y roca de escándalo. No en vano, identificar correctamente la persona y la obra de Yeshúa es fundamental para la salvación. Por ello el engañador y anticristo ha echado todo el humo y furor del abismo sobre este nombre.

Es en el nombre de Jesús al que se sujetan los demonios; el que ha recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra para que los suyos anuncien el evangelio a todas las naciones. También en su nombre se han cometido atrocidades propias del adversario de su causa. Porque Jesús nunca enseñó a los suyos a extender su mensaje mediante la espada. Que se ha haya hecho pretendidamente en su nombre no es más que una gravísima desviación de su doctrina.

Sobre la identidad de Jesús, el siervo de YHVH, que aparece en múltiples ocasiones en el libro de Isaías, debemos observar que identifica a YHVH con el que más tarde aparece como Hijo de Dios.

En Isaías podemos ver en muchas ocasiones que YHVH es Jesús. Se le llama Rey (como el Rey de reyes de Apocalipsis). Redentor. El primero y el postrero, identificado claramente con Jesús en Ap.1:8 y 22:13. Fuera de él no hay Dios, identificando a YHVH con Yeshúa, y por tanto, con el Hijo encarnado. El profeta está hablando del Rey, el Redentor, el primero y postrero; todos ellos títulos aplicados a Jesús. Por tanto, también el de su divinidad. Fuera de mí no hay Dios. Además es salvador universal: mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra. Toda rodilla se doblará ante él, y está escrito que solo a Dios adorarás. El apóstol Pablo lo recoge en su carta de Filipenses 2:9,10.

Una y otra vez vemos en el mensaje del profeta Isaías cómo está revelando al Hijo de Dios, que vendría como Redentor primeramente, para luego hacerlo como Rey. YHVH es Jesús. Los apóstoles identificaron a YHVH con Jesús, por tanto, con Dios mismo. El mismo David reconoció que YHVH dijo a su Señor, es decir, el Señor de David era uno con YHVH (Sal.110:1) Mt.22:41-46). Grande misterio. Revelado por el Espíritu Santo a los niños, y escondido a sabios y entendidos (Mt.11:25).

         El profeta llama a YHVH Rey de Israel, Redentor, Alfa y Omega, Salvador universal, único Dios, y todos le adorarán; títulos identificados con Jesús.

Nota: para un estudio más amplio sobre la divinidad de Jesús ver mi escrito:

https://virgiliozaballos.es/?p=437

149 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XXXVI) – Isaías (22)

He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones. No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley (Isaías 42:1-4)

         El título «siervo de YHVH» aparece múltiples ocasiones en el libro de Isaías. Unas veces se refiere al propio profeta (20:3); otras a Israel (41:8); y en otras al Mesías. Generalmente se intercambia este término para identificar a Israel o el Mesías. Debemos saber en cada caso a quien se refiere, de lo contrario interpretaremos de forma errónea el texto y su mensaje. Hay ocasiones en las que no hay duda a quien se refiere, pero en otras entran en juego intereses teológicos que conducen su interpretación de forma caprichosa para inducir sus resultados. En nuestro texto es evidente que se refiere al Mesías.

El siervo del Señor está lleno del Espíritu; lo vemos en la sinagoga de Capernaún al inicio de su ministerio. Reposará sobre la vara del tronco de Isaí el Espíritu de YHVH, una indicación clara del Mesías (Is.11:1). Traerá justicia  a las naciones (42:1). No solo en forma de justicia social, sino de la justicia de Dios, por la cual somos justificados. Porque ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo; para todos los que creen en él (Rom.3:21,22). Como dice otro profeta: mas el justo por su fe vivirá (Hab.2:4). Por tanto, justiciados, pues por la fe, tenemos paz para con Dios, por medio del Mesías (Rom. 5:1).

Este siervo no se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia (42:3). Aquí tenemos la justicia social en la tierra. El siervo de YHVH es puesto por pacto al pueblo, y por luz de las naciones (42:6). Israel también ha recibido el llamado de Dios para ser luz a las naciones (Is.49:6). Como lo ha sido la iglesia del Señor (Mt.5:14). Pero la luz del mundo, verdaderamente, es el Mesías y Siervo de YHVH (Jn. 8:12) (Lc.2:32) (Hch.26:23).

Él es quien abre los ojos de los ciegos y saca de la cárcel a los presos y los que moran en tinieblas (42:7). Sale como gigante y hombre de guerra (42:13); guía a los ciegos por camino que no sabían, les hace andar por sendas que no habían conocido; y cambia las tinieblas en luz (42:16). Estamos ante el verdadero Siervo de YHVH, el Mesías de Israel que vino y vendrá.

         El Siervo del YHVH es el Mesías, luz del mundo para que no andemos en tinieblas, sino que tengamos la luz de la vida.

148 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XXXV) – Isaías (21)

He aquí que YHVH el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas (Isaías 40:10,11)

         El mensaje del libro de Isaías experimenta un cambio muy notorio a partir del capítulo cuarenta. Algunos han querido ver en ello a dos personas distintas, con dos épocas diferentes. Sin embargo, esa posición proviene del tiempo cuando dio inicio lo que se llama alta crítica, que pretende poner en duda la veracidad de las Escrituras. Esa opción, que no comparto en ningún caso, elimina el componente profético del libro, puesto que a partir de este capítulo se inicia un mensaje de consolación para Israel que tiene su asiento histórico en el retorno del cautiverio, suceso que aún no se había producido en días de Isaías. Dejando esa opción a un lado nos centraremos en el contenido altamente esperanzador de los capítulos que vamos a estudiar.

Después de los juicios sobre Judá viene el tiempo de la consolación. El apóstol Pedro también anunció en su segundo discurso después de Pentecostés que era necesario que el cielo recibiera a Jesucristo hasta el tiempo de la restauración de todas las cosas (Hch.3:21). Y añadió: cosas que Dios había anunciado por boca de sus santos profetas desde tiempo antiguo. Isaías lo hizo  sobre Judá siete siglos antes de la primera venida del Mesías. El mensaje que tenemos para reflexionar nos habla de la venida del Señor con poder para señorear. Podemos seguramente ver aquí buena parte de su ministerio a las ovejas perdidas de la casa de Israel en los días de su carne. Pero luego dice que trae su recompensa con él, y su paga delante de su rostro; lo cual anuncia su segunda venida.

Este texto está vinculado con Apocalipsis 7:17, relacionado a su vez con el retorno del Señor para enjugar toda lágrima de los ojos de ellos; que como vimos en otro texto del mismo profeta, nos habla con su segunda venida.

Jesús es el buen pastor que ha dado su vida por las ovejas, las de Israel, y otras que no eran de ese redil, pero que también debían ser atraídas para que haya un rebaño y un pastor (Jn. 10:16). En Jeremías 23 y Ezequiel 34 encontramos un mensaje amplio del ministerio pastoral del Mesías que viene a restaurar y salvar lo que pastores asalariados han estropeado en su pueblo. Lo mismo ocurre en su segunda venida. El Buen Pastor vendrá a restaurar su pueblo después de haber sido ultrajado mucho tiempo por las naciones y enemigos del evangelio.

         El salmista y los profetas anuncian el  ministerio pastoral del Mesías en su primera y segunda venida. El Señor es mi pastor, el buen pastor…

147 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XXXIV) – Isaías (20)

Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará. No habrá allí león, ni fiera subirá por él… para que caminen los redimidos. Y los redimidos de YHVH volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido (Isaías 35:8-10)

         Hemos dicho en diversas ocasiones que uno de los motivos por los que ciertas teologías han cambiado el texto bíblico es por haber espiritualizado su contenido. No hay ocasión para ello en este caso. El profeta, los profetas de Israel, hablaron de un reino mesiánico terrenal, focalizado en la tierra de Judá, cuyo centro es Sion, el monte o promontorio de la ciudad de Jerusalén donde estuvo el templo de YHVH. El capítulo que estamos estudiando indica un camino, antes desierto y yermo, ahora ese lugar seco se convierte en estanque de aguas, lugar de cañas y juncos (7). Será un Camino de Santidad, por donde no pasará lo inmundo, porque la presencia del Señor lo santifica (8).

El hecho de que Jesús dijera: Yo soy el camino, no significa que siempre debamos interpretar el término camino como algo espiritual. Eso mismo ocurre con muchas Escrituras. Hay verdades espirituales tras lugares físicos, hechos tangibles y conceptos diversos, lo cual no anula que en distintos momentos debamos comprender la literalidad de los términos. Una exégesis que espiritualiza el mensaje de los profetas cambiando Israel y Jerusalén por la iglesia no es deseable ni justo.

Hay una primera interpretación literal que no debemos obviar, dirigida al pueblo de Dios, aunque podamos sacar verdades más profundas en una segunda aproximación al texto. La materia ha sido creada por el mismo Dios que es Espíritu. Toda su creación es buena y agradable a su vista (Gn.1:31).

El Camino de Santidad que anuncia un tiempo nuevo y único en la historia de las naciones es para que pasen por él los redimidos del Señor, ni siquiera los torpes se extraviarán. Las fieras no subirán por él; no porque hayan desaparecido de la tierra, sino porque ese camino estará liberado de sus efectos depredadores.

Los redimidos del Señor vendrán a Sion con alegría, habrá gozo perpetuo sobre sus cabezas, y huirán la tristeza y el gemido. Concuerda con Isaías 61:1-6. Sion habrá sido reedificada, y hemos visto en multitud de textos que se refiere, en primer lugar, a la Sion terrenal, situada en Jerusalén. Al reino mesiánico. Ello no anula la esperanza de vida eterna que viene después de mil años de paz y bienestar.

         Hay una esperanza gloriosa establecida para los redimidos de Sion.

146 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XXXIII) – Isaías (19)

Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán… el cojo saltará como un ciervo, y cantara la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de agua (Isaías 35:5-7)

         «¡¡¡Entonces!!!» Una conjunción que pone de manifiesto el cambio que se produce a partir de ahora. Enfatiza el giro que cobran los acontecimientos. Después de un tiempo de soledad, desierto y yermo en la vida de muchos de los redimidos del pueblo de Dios, toma lugar un cambio que lo transforma todo. El lamento cambia en baile. La tristeza en regocijo. La persecución desaparece. El vituperio de la cruz encuentra el gozo del Amado. Se despliega en toda su fuerza la expansión del reino y sus obras. Las primicias dan lugar a la plenitud. La soledad experimentada largo tiempo, y el dolor causado por el desprecio dan lugar ahora a una explosión de regocijo inusitado.

La fuerza de la presencia de la gloria de Dios disuelve en un instante los siglos de rechazo. Ha llegado el reino. «Entonces», las obras de Dios se multiplican como nunca antes, y los ojos de los ciegos son abiertos; los oídos de los sordos se abren; el cojo salta como ciervo; y la lengua del mudo entona cánticos libertadores. Toda una nueva realidad física en un reino terrenal. Pero no solo eso. El pueblo endurecido con ceguera por haber visto, sin ver; haber oído, sin oír; y no haber invocado el nombre que desconocían, ahora su lengua es liberada para confesar, invocar el nombre del Señor, y todo aquel que lo hace es salvo.

Un tiempo Israel fue novilla indómita apartada de YHVH, y ahora serán apacentados como corderos en lugar espacioso (Os.4:16). Un tiempo Israel no entendía, pero ahora verán a quien traspasaron (Zac.12:10). Hay un día de salvación para el pueblo del pacto. Es día de regocijo y salvación, cuando los que otrora eran ciegos, sordos y mudos, ahora ven, oyen e invocan al Dios de su salvación. La soledad de Israel entre las naciones da lugar a torrentes de agua que saciará y sanará sus heridas. El Espíritu de Dios será derramado sobre toda carne, como dijo el profeta Joel; y los huesos secos recibirán el aliento de vida que llenará sus vidas de una fuente plena del Espíritu, como está escrito en el profeta Ezequiel.

Una vez más debemos comprender que el reino prometido a Israel es parte de la herencia que también disfrutará la iglesia del Señor, los redimidos del Cordero, el pueblo que no era pueblo, pero que ahora en Cristo, han sido hechos copartícipes, coherederos y conciudadanos. Estamos unidos a Israel en la misma esperanza mediante el Mesías.

         Los ojos y oídos de Israel serán abiertos para reconocer a su Mesías.

145 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XXXII) – Isaías (18)

Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa. Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo… ellos verán la gloria de YVHV, la hermosura del Dios nuestro. Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá y os salvará (Isaías 35:1-4)

         En el capítulo anterior de Isaías vemos el juicio del Señor contra las naciones, especialmente sobre Edom, que representa al pueblo endurecido, rebelde y enemigo de Israel. En este enunciado encontramos a muchas naciones alrededor del mundo. Es el juicio que precede a la era mesiánica con la que nos encontramos en el capítulo que tenemos para meditar ahora. El Señor está airado contra todas las naciones (34:2).

Habrá una multitud de cadáveres, y los montes se disolverán por la sangre de ellos (3). Los cielos se enrollarán como un libro (4). La espada del Señor juzga con justicia la maldad de los pueblos. Es día de venganza, año de retribuciones en el pleito de Sion (8). No venganza del vengativo, sino el justo juicio de Dios sobre toda impiedad de los hombres que han infringido gran dolor a Israel con maldad y antisemitismo.

El juicio que se menciona tiene unas características que recuerda a tierra en pasto de llamas como consecuencia del fuego producido por las reservas de petróleo. Sus arroyos se convertirán en brea, y su polvo en azufre, y su tierra en brea ardiente. No se apagará de noche ni de día, perpetuamente subirá su humo (9,10). El lenguaje empleado recuerda el juicio anunciado sobre Babilonia.

Junto con este juicio aparece, a renglón seguido, el futuro glorioso de Sion. Todo el capítulo 35 del profeta Isaías lo anuncia. Comienza con el regocijo del desierto, la soledad y el yermo. Se anuncia un florecimiento profuso, un cántico de júbilo por la esperanza largamente anunciada que, ahora, en el reino mesiánico, toma lugar con toda su fuerza. Después del juicio llega el reino de paz y abundante prosperidad para los redimidos de Sion. Para Israel y la iglesia, injertada mediante el Mesías, en los pactos y promesas.

El Señor viene con retribución y pago; porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde los cielos (2 Tes.1:6-8). Es el mismo mensaje del profeta. Dios mismo vendrá, y os salvará (35:4). Referencia inequívoca al Mesías Redentor.

         La justicia de Dios traerá retribución sobre las naciones impías, y recompensa de gloria y reposo para sus escogidos en Israel.

144 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XXXI) – Isaías (17)

He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio. Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa (Isaías 32:1,2)

         Los discípulos conocían la Escritura que anunciaba la venida de un varón justo, de la estirpe de David, para reinar en Jerusalén; por ello, preguntaron al Maestro: ¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo? (Hch.1:6). El profeta Isaías lo anuncia en nuestro texto; de la misma manera que lo hizo el profeta David, cuando dijo: Habrá un justo que reine entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios (2 Sam.23:2-4). Este justo será como la luz de la mañana; como el resplandor del sol; como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.

Y ahora nos encontramos con el mismo mensaje ampliado. Será aquel varón como escondedero contra el viento. Todo viento de doctrina falsa encuentra protección bajo la sombra de sus alas. Este rey es la verdad manifestada en carne, por tanto, conoceremos la verdad y la verdad nos hará libres. No seremos llevados por todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, creceremos en todo en aquel que es la cabeza (Ef.4:14,15).

Aquel varón es como refugio contra el turbión. Una y otra vez encontramos en el libro de Salmos que el Señor es nuestro refugio. Es como arroyos de aguas en tierra de sequedad. De lo más hondo del ser brotan ríos de agua viva en aquellos que han creído en él. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él (Jn.7:37). Y será como sombra de gran peñasco en tierra calurosa. Nuestro refrigerio.

En sus días morará la justicia (32:16). La consecuencia de la justicia será paz, reposo y seguridad para siempre (32:17). Y el pueblo de Dios ―Israel y los redimidos por la sangre del Cordero, injertados en los pactos y promesas― habitarán en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo (32:18). El Señor será exaltado (33:5). Reinarán la sabiduría y la ciencia. Habrá abundancia de salvación, y el temor del Señor será su tesoro (33:6). Veremos al Rey en su hermosura (33:17). Porque YHVH es nuestro Juez, nuestro legislador y nuestro Rey; él mismo nos salvará (33:22).

         Jesús pensaría en el mensaje de Isaías cuando enseñó a orar a los suyos: Vosotros, pues, oraréis así: Venga tu reino. Hágase tu voluntad.

143 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XXX) – Isaías (16)

He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure (Isaías 28:16)

         Jesús es la piedra angular. Estamos edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo, Jesucristo mismo (Ef. 2:20). Es la peña de Horeb, la roca de donde bebían en el desierto, «y la Roca era Cristo», nos dice Pablo (1 Co.10:4). Para el apóstol Pedro fue una revelación comprender que la identidad del Mesías era roca en sus labios, la confesión de fe que salva (Mt.16:16-18), porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación. En esa confesión está implícita la revelación de la identidad de Yeshúa; por ello piedra de tropiezo para muchos en Israel (Ro.9:32,33); motivo de escándalo al identificar a Cristo con el Verbo hecho carne, Dios con nosotros.

Para los que creen, él es precioso y no serán avergonzados; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser cabeza del ángulo (1 P.2:4-8). De esa naturaleza rocosa brotan infinidad de otras piedras vivas, mediante las cuales el Señor edifica el templo de su cuerpo, el Cuerpo del Mesías (Jn.2:19-21). Todo ello se desprende del texto de Isaías que estamos meditando. Y ese fundamento está puesto en Sion, la ciudad del gran Rey. El Mesías y la ciudad de Jerusalén unidas de manera indisoluble.

Luego nuestro profeta anuncia un día cuando la multitud de todas las naciones lucharán contra Ariel (otro nombre para llamar a Jerusalén). Será una multitud de todas las naciones peleando contra el monte de Sion (Is.29:7,8). Este mensaje se anuncia en distintas ocasiones y por diferentes profetas del Señor. Las naciones ―lo vemos hoy de forma vergonzosa en las resoluciones de la ONU contra Israel― del mundo se encaminan progresivamente hacia una coalición mundial contra la causa de Sion.

Pero como en los días pasados la salvación es del Señor (2 Cr.20:17). Como fue dicho por Moisés: El Señor peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos (Ex.14:14). Es el mensaje del mismo Isaías un poco más adelante: El Señor de los ejércitos descenderá a pelear sobre el monte de Sion, y sobre su collado… así amparará YHVH a Jerusalén, amparando, librando, preservando y salvando (Is.31:4,5). Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor… el día que vendare YHVH la herida de su pueblo, y curare la llaga que él causó (Is.30:26). El Mesías y Jerusalén inseparables.

         La piedra puesta en Sion, para unos tropiezo y caída, para los que creemos en el Mesías Roca que sostiene todo el edificio de Dios.

142 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XXIX) – Isaías (15)

En aquel día YHVH castigará con su espada… al leviatán serpiente veloz, y al leviatán serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar… Jacob echará raíces, florecerá y echará renuevos Israel, y la faz del mundo llenará de frutos… será perdonada la iniquidad de Jacob, y éste será todo el fruto, la remoción de su pecado… Acontecerá también en aquel día, que se tocará una gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos… y adorarán a YHVH en el monte santo, en Jerusalén (Isaías 27:1,6,9,13)

         Seguimos «en aquel día». Un día esclarecedor, lleno de luz, cuando el lucero de la mañana aparezca en nuestros corazones (2 P.1:19), reconociéndole porque le hemos amado sin haberle visto, y al verle, nos gozaremos con gozo inefable y glorioso (1 P.1:8). Entonces seremos manifestados con él en gloria (Col.3:4). Porque cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro (1 Jn.3:2,3).

Por todo ello, nos dice el apóstol Pedro, debemos estar atentos a la palabra profética más segura, como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro (2 P.1:19). Porque la noche está avanzada, y se acerca el día. Por tanto, debemos conocer el tiempo en que vivimos, y levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros la salvación que cuando creímos (Ro.13:11-14). Porque en esperanza fuimos salvos, pues, si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos (Ro.8:24,25). No somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma (Heb. 10:39).

Glorioso día. Un día para matar al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y ser echado en el lago de fuego y azufre. Aquel día, después de la manifestación del hombre de pecado, el hijo de perdición, que se opone a Dios, haciéndose pasar por Dios; quien activa el misterio de la iniquidad, el inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida (2 Tes.2:3-8).

Glorioso día. Israel florecerá, la faz del mundo llenará de frutos, porque habrá sido perdonada su iniquidad y todo Israel será salvo (Ro.11:26 con Is.59:20). La bendición de Abraham llegará a todas las naciones. Se tocará una gran trompeta, ―el shofar―, y vendrán los que habían sido esparcidos entre las naciones para adorar al Señor en el monte santo, en Jerusalén. Bendito día. Un día para la convergencia de gran diversidad de acontecimientos relevantes y trascendentes.

         Hay un día establecido para derrotar al dragón. Para que Israel florezca y llene de frutos el mundo; su pecado sea removido y adoren en Jerusalén.