198 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXXV) – Ezequiel (11)

Así ha dicho YHVH el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra… y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos… Mi siervo David será rey sobre ellos (Ezequiel 37:21,22)

         Nos encontramos ahora con una profecía sorprendente. Los que conocen la Escritura saben que el antiguo reino de Israel se dividió en dos, por un lado el reino del Norte, llamado Israel, con Samaria como capital; y por el otro, el reino del Sur, o Judá, cuya capital era Jerusalén. El reino del Norte fue llevado al cautiverio por Asiria en el año 722 a.C. y nunca más se ha sabido donde han ido a parar. La desaparición de las diez tribus es uno de esos enigmas sin resolver, aunque cuenta con una variedad de hipótesis, a cual más inverosímil. Hay que decir que gran parte de esas tribus ―tal vez todas― quedaron diluidas y asimiladas en el reino del Sur, una vez que se efectuó la división en tiempos del rey Roboam y Jeroboam.

Pues bien, el profeta Ezequiel nos dice que en el periodo mesiánico estarán nuevamente unidas. Serán recogidas de entre las naciones y los dos antiguos reinos serán nuevamente uno en la mano del Señor. He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano (19).

En la segunda parte de este capítulo quedan establecidas algunas verdades sólidas. Veamos. La unión de los reinos de Israel en uno solo. Israel es tomado de entre las naciones y establecido en su tierra (21). Será una nación con un rey, ―David― figura del Mesías-Rey. Vivirán en la tierra que se le dio a Jacob, en la cual habitaron sus padres, y habitarán sus hijos «para siempre» (25). Entrarán en un pacto de paz perpetuo con el Señor, y se levantará el santuario entre ellos «para siempre» (26).

Todas las naciones sabrán que el Señor ha santificado (apartado) a Israel, y la prueba de ello será que su santuario estará en medio de ellos «para siempre» (28) (Jer.30:18). Varios profetas inciden en el mismo mensaje una y otra vez: el reino mesiánico será establecido en Jerusalén una vez Israel regrese a su tierra para habitarla con su rey David a la cabeza. El tabernáculo será levantado en medio de un pueblo entregado a su Dios, y las naciones reconocerán lo que será un hecho mundial. Comparar con Apocalipsis 21:24-26.

         La palabra profética insiste en el reino de Jerusalén, con David de rey, y el santuario levantado como señal de la presencia de Dios en Israel.

197 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXXIV) – Ezequiel (10)

Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles:… He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy YHVH… Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo YHVH hablé, y lo hice, dice YHVH (Ezequiel 37:11-14)

         En cierta ocasión fui invitado a comer en un restaurante de Barcelona, junto con mi hijo Marcos, por una familia israelí que llevan más de cuarenta años trabajando en Israel en un ministerio muy fructífero. Pasaban unos días en la ciudad Condal, y en medio de la comida pregunté en qué momento de la profecía se encontraba Israel en estos momentos. La respuesta fue clara y rápida: en Ezequiel 37.

Israel ha vuelto a su tierra, falta que sean llenos del Espíritu. La restauración comienza por lo terrenal, para avanzar a profundidades espirituales progresivas. Primero lo terrenal, luego lo espiritual. Adán fue formado del polvo de la tierra, luego el Eterno sopló en él aliento de vida y fue un ser viviente.

Israel como nación tiene gran atractivo natural y científico, están a la cabeza de muchas ciencias que son una bendición para la humanidad. Sin embargo, su mejor legado es espiritual y celestial.

Durante un tiempo los judíos fueron aparentemente huesos secos entre las naciones. Ha habido varios momentos históricos cuando se han preguntado acerca de su esperanza como perecedera, especialmente en el Holocausto nazi. El sufrimiento que ha soportado esta nación no tiene comparación posible con ninguna otra, sin embargo, ha renacido de sus cenizas.

Cuando parecía que iban a ser destruidos y aniquilados, llevados al olvido de la historia, rebrotó en su tierra con gran debilidad (poco después de nacer como nación en 1948 cinco ejércitos árabes se aliaron con la intención evidente de destruirla y echarla al mar); y en medio de una apariencia de muerte y aniquilación, los sepulcros fueron abiertos y se levantaron, cual Lázaro, en su tierra, para emerger como nación ante el asombro de los demás pueblos del mundo.

Israel no fue aniquilado, sino que se ha convertido, en poco tiempo, en una potencia militar y económica y en la única Democracia de Oriente Medio. El Eterno es su refugio. Sin embargo, muchos en Israel no conocen a su Dios; viven de tradición religiosa y cultural; pero llegará el día cuando el Espíritu se derrame sobre toda la nación, y vivirán, ante el asombro de todas las naciones. Oremos.

         La restauración de Israel está muy avanzada. El reino está a las puertas.

196 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXXIII) – Ezequiel (9)

Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros… Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardaréis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios (Ezequiel 36:25-28)

         Finalmente la palabra y el propósito de Dios con Israel se cumplirán. Después de un tiempo de andar errantes, lejos de la perfecta voluntad de Dios, el Señor mismo vendrá y recogerá su grey de entre los pueblos donde fue esparcida. La limpiará con agua limpia, figura de su palabra, como dijo Jesús: vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado (Jn.15:3) Santificados por el agua de la palabra (Ef.5:25,26). La palabra, que es Espíritu y vida, penetrará en nuevos corazones. Serán llenos del Espíritu, como lo fueron en el día de Pentecostés, pero en esta ocasión sobre toda la nación. Sobre sus hijos y sus hijas, jóvenes y ancianos.

Esa vida sobrenatural derribará todo ídolo levantado en forma de obstinación y tradición de hombres, ritos y ceremonias interminables que no pueden regenerar. La sabiduría de hombres, filosofías y rudimentos de este mundo, que como culto voluntario, tratan de buscar la humildad mediante disciplinas de duro trato al cuerpo, pero que no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne (Col.2:20-23).

Una nueva dimensión de revelación penetrará en el pueblo de las promesas y los pactos, derribando toda altivez y razonamientos altivos, pasados por doctrinas religiosas, que serán reducidos a nada ante la fuerza libertadora de la verdad que pone en libertad al hombre de todo sistema religioso levantado durante siglos, conectándolo con Dios en justicia y santidad de la verdad.

Vivir en la voluntad de Dios será normal. Fluirá la obediencia a los mandamientos para ponerlos por obra. Habitarán en la tierra que les dio a sus padres (28). Nunca más recibirán el oprobio de hambre entre las naciones (30). Limpios de toda iniquidad habitarán las ciudades, y las ruinas serán reedificadas (33). Como está escrito en Isaías 58:11,12. La tierra asolada será labrada (34).

Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto de Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas (35). El regreso a los días del paraíso perdido. Las naciones que queden alrededor (porque habrá otras naciones en el reino mesiánico) sabrán que el Señor ha reedificado a Sion (36). Y será solicitado por la casa de Israel (37).

         La esperanza de Israel sigue intacta. Días vendrán de revelación y vida.

195 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXXII) – Ezequiel (8)

Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país (Ezequiel 36:24)

         Este capítulo 36 del libro de Ezequiel contiene información y revelación altamente relevante en distintos aspectos. Veamos. Primeramente se acentúa cómo los enemigos de Israel han hecho del conflicto árabe-israelí una causa común a nivel mundial, usando los medios de comunicación para transmitir información falsa. Por cuanto el enemigo dijo de vosotros: ¡Ea! También las alturas eternas nos han sido dadas por heredad… os asolaron… para que fueseis heredad de las otras naciones, y se os ha hecho caer en boca de habladores y ser el oprobio de los pueblos (2,3).

La calumnia contra los judíos ha sido una constante en la historia, y lo sigue siendo. El antisemitismo ha inventado una diversidad de argumentos para culpar a Israel de las cosas más inverosímiles. El odio ha destilado de la boca de los enemigos del pueblo de Dios. Los medios de comunicación siguen en esa línea. El propósito final es despojar a Israel de su heredad. Lo ha sido durante dieciocho siglos; luego Israel ha vuelto a su tierra en 1948 y siguen queriendo dividirla con ataques y guerras que hasta ahora no han tenido éxito.

El Señor tiene celo por Sion (Zac.1:14 y 8:2). Ha hablado contra las naciones que se disputan la tierra dada a Israel como heredad, lo hacen con enconamiento de ánimo (5). Israel ha sido el escarnio y oprobio entre las naciones; en este caso se acentúa sobre las naciones vecinas, es decir, los pueblos musulmanes que rodean el Israel moderno (6,7,30).

En medio de esa opresión sobre Israel, el Señor se levanta para acabar con la injuria de las naciones (15); porque han profanado su santo nombre (21). El Señor lo hará, no por la justicia de Israel, (21,22), sino para santificar su gran nombre, que ha sido profanado entre las naciones y santificarlo a los ojos de los pueblos (23). La misericordia del Eterno se manifestará sobre Israel, no por su propia justicia, sino para que sepan las naciones que yo soy YHVH, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos (23).

Entonces los tomará de entre los pueblos donde fueron esparcidos, los recogerá de todas las naciones, y los traerá a su país (24). Observa que el profeta está hablando de un tiempo posterior al regreso de Babilonia, se refiere al exilio por toda la tierra. Y después de los siglos que Israel ha permanecido errante entre los gentiles, su tierra sigue siendo llamada «su país»; por el pacto que Dios hizo con Abraham de darle la tierra fue para siempre. Son su pueblo para vivir en la tierra prometida.

         El antisemitismo mundial levantará a Dios en favor de la causa de Israel.

194 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXXI) – Ezequiel (7)

He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré… Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares habitados del país… Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor. Yo YHVH les seré por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos… Y estableceré con ellos pacto de paz… y habitarán… con seguridad (Ezequiel 34:11,13,23-25)

         Sigamos un tiempo más en este mismo pasaje que contiene aspectos relevantes de las dos venidas del Mesías. En la anterior hemos visto buena parte de su ministerio de pastor para buscar al pueblo disperso y descarriado por pastores infieles que se apacentaron a sí mismo, enseñoreándose de la grey de Dios. Veamos ahora los aspectos que tienen que ver con la segunda venida del buen pastor, y el proceso de restauración que se desprende.

Jesús dijo: Yo soy el buen pastor, y doy mi vida por las ovejas. Y lo hizo. Luego rogó al Padre que enviara obreros a su mies. Y lo hizo. Comisionó a doce y derramó su Espíritu sobre ciento veinte para que fueran a todas las naciones con el mensaje de redención. Y volverá para recoger sus ovejas. Él mismo vendrá a buscarlas y reconocerlas. Las sacará de los pueblos donde están dispersas; de lo que se desprende que una parte de los dispersos entre las naciones de Israel no regresarán antes de que el Mesías esté presente en Jerusalén. Las traerá y apacentará en los montes de Israel. Y levantará sobre ellos un pastor, el Renuevo, hijo de David, como hemos ido viendo.

Aquí tenemos la unidad entre el que viene y el que levanta a un príncipe. YHVH vendrá. Y sabemos que YHVH se ha revelado en Jesús. Que YHVH es Jesús. Como está escrito: YHVH dijo a mi Señor; y a la misma vez era hijo de David. Fue el «enigma» planteado por Jesús a los judíos (Mr.12:35-37). También dijo: Yo y el Padre somos uno (Jn.10:30).

Sigamos. El Señor hará con Israel un pacto de paz; quitará de la tierra las fieras, y habitarán en el desierto con seguridad, durmiendo en los bosques (34:25). Recuerda el mensaje de Isaías sobre la paz que gobernará en el mundo animal (el lobo y el cordero; el buey y el león) en la era mesiánica. Se acentúa la seguridad. Estarán sobre su tierra con seguridad, y no habrá quien las espante… no serán más consumidas… ni avergonzadas por las naciones… Sabrán que yo YHVH su Dios estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel (34:27-30). Ha llegado el reino mesiánico.

         Jesús es el buen pastor; el Deseado de las naciones. Es el Rey de Israel y la cabeza de la iglesia. Y volverá. Le esperamos.

193 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXX) – Ezequiel (6)

He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré… Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares habitados del país… Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor. Yo YHVH les seré por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos… Y estableceré con ellos pacto de paz… y habitarán… con seguridad… (Ezequiel 34:11,13,23-25)

         En este capítulo el profeta Ezequiel pone su mirada y mensaje en los pastores de Israel que se han apacentado a sí mismos. No se han ocupado de la débil, la enferma y perdida, sino que se han enseñoreado de ellas con dureza y violencia. Por ello han andado errantes y dispersas, fueron esparcidas. Un mensaje claro a los gobernantes judíos que Jesús llama «los edificadores» y por cuya causa el pueblo fue dispersado entre las naciones.

Los gobernantes negaron la mesianidad de Jesús, aunque una ingente cantidad de profecías le identifican como tal. Además manipularon a la multitud para que muriera un solo hombre por la nación, en lugar de que toda la nación fuera destruida (Jn.11:50-52).

El apóstol Pedro lo dejó claro en su mensaje, cuando dijo, recogiendo la profecía de Salmos 118:22, que la piedra que los edificadores desecharon, vino a ser cabeza del ángulo (Hch.4:11) (1 P.2:7). Desechada por los edificadores, no por todo el pueblo de Israel. Luego, en un proceso con distintas etapas y factores que tuvo lugar en los tres primeros siglos de nuestra era, se impuso en el pueblo de Israel la autoridad rabínica, dejando asentada la postura de negar la mesianidad de Yeshúa como el Mesías hijo de David.

Este mismo mensaje se puede y debe adjudicar a muchos maestros, sacerdotes y pastores de la iglesia a través de los siglos, que han hecho posible que una parte de la grey de Dios haya sido dispersada por haberse enseñoreado de ellas con dureza y violencia.

Muchos errantes y dispersos, también en la actualidad, son víctima de un liderazgo al estilo Diótrefes y sistemas religiosos basados en modelos babilónicos y liderazgos piramidales al estilo Nimrod. Muy largo el tema. Regresemos.

Cuando el buen pastor vino, en su primera venida, vio a las multitudes dispersas y descarriadas como ovejas que no tienen pastor (Mt. 9:35-38). Él vino en primer lugar a buscar las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mt.15:24). Su corazón de pastor buscó la perdida y enferma, la débil y descarriada. Y volverá otra vez; está escrito.

         El canto de David: El Señor es mi pastor… se concreta en la persona del Mesías, Jesús de Nazaret, que vino y vendrá a pastorear su grey con fidelidad.

192 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXIX) – Ezequiel (5)

Así ha dicho YHVH el Señor: Cuando recoja a la casa de Israel de los pueblos entre los cuales está esparcida, entonces me santificaré en ellos ante los ojos de las naciones, y habitarán en su tierra, la cual di a mi siervo Jacob. Y habitarán en ella seguros, y edificarán casas, y plantarán viñas, y vivirán confiadamente, cuando yo haga juicios en todos los que los despojan en sus alrededores; y sabrán que yo soy YHVH su Dios (Ezequiel 28:25,26)

         Una vez más estamos ante el regreso de Israel a su tierra, pero no se trata del cautiverio babilónico, sino uno del que se dice serán recogidos de todas las naciones donde fueron esparcidos. Ese cautiverio se inició después de la destrucción del templo de Jerusalén el año 70 d.C. y se amplió en el año 135 d.C. después de que el emperador Adriano derrotara la rebelión de Bar Kogba, y expulsara a los judíos del suelo patrio, prohibiéndoles regresar; sembró de sal la ciudad de Jerusalén, cambio el nombre por Aelia Capitolina, y a todo el territorio de Judea se le llamó desde entonces Palestina, que quiere decir «tierra de filisteos». Todo ello con el propósito de erradicar el vínculo de Israel con su tierra y destruir el judaísmo.

Pasados unos dieciocho siglos, un despertamiento sionista tuvo lugar como nunca antes, y comenzaron a regresar los judíos a su tierra. No olvidemos que siempre hubo comunidades judías en la tierra de Israel, sujetas a la influencia dominante del imperio de turno. El profeta Ezequiel, y muchos otros, hablaron de este regreso.

Es el tiempo llamado de la restauración. Ese proceso tiene diversas etapas. En el texto que tenemos para meditar encontramos algunos episodios que podemos enumerar. Siempre comienza con el regreso a la tierra. El Señor se santifica en su pueblo a ojos de todas las naciones. Israel habita su tierra, la que el Señor prometió a Jacob, y que los enemigos actuales quieren impedir que así sea. Luego se ha de producir un cambio político que permita a los judíos vivir en su tierra de forma segura, sin la opresión y violencia que persiste desde su establecimiento en el año 1948.

Esas condiciones permitirán edificar casas y plantar viñas. Esto es un hecho en la actualidad, pero se le niega a Israel los territorios históricos de Judea y Samaria, llamados por los árabes Cisjordania, o territorios ocupados por la opinión internacional. Todo ello no es más que una tergiversación del mensaje de los profetas.

Una vez que YHVH haga juicios sobre las naciones que se oponen a sus propósitos, Israel vivirá confiadamente. Los que pretenden hoy su destrucción ―Irán y los islamistas salafistas― tendrán que reconocer la supremacía del Dios de Israel sobre el islam y el humanismo laico.

         El proceso de restauración ha comenzado. Israel está en su tierra.

191 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXVIII) – Ezequiel (4)

Pero en mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice YHVH el Señor, allí me servirá toda la casa de Israel, toda ella en la tierra; allí los aceptaré, y allí demandaré vuestras ofrendas… os aceptaré cuando os haya sacado de entre los pueblos, y os haya congregado de entre las tierras en que estáis esparcidos… Y sabréis que yo soy YHVH, cuando os haya traído a la tierra de Israel, la tierra por la cual alce mi mano jurando que la daría a vuestros padres. Y allí os acordaréis de vuestros caminos… (Ezequiel 20:40-44)

         El mensaje de YHVH a Moisés para Faraón fue muy claro: Deja salir a mi pueblo para que me sirva. Debían hacerlo en un determinado lugar, de una forma inequívoca y según las ordenanzas del Señor. Faraón se negó. Puso todo tipo de obstáculos para impedir que Israel heredara la tierra prometida; y una vez que salieron con mano fuerte, tras la pascua, la sangre, y el ángel que entró en cada casa egipcia en el juicio de los primogénitos, Faraón volvió a endurecerse para alcanzar a Israel al lado del Mar Rojo y ser anegados bajo sus aguas.

Israel ha estado durante 18 siglos en el exilio entre las naciones. La voz profética anunció el retorno a su tierra, y cuando el sonido del shofar sonó con fuerza irresistible, los hijos de Abraham, esparcidos entre las naciones comenzaron a regresar paulatinamente a su tierra. Poco a poco. Hasta que en el año 1948 se proclamó el nuevo Estado de Israel en la misma tierra de sus ancestros. Una vez más Israel estaba en su tierra, aunque ciertamente, siempre ha estado vinculado a ella.

Pues bien, una vez anunciados los tiempos de la restauración, nuevos «faraones» se oponen a su establecimiento en Eretz Israel. Una vez más el adversario tratando de impedir que Israel adore a su Dios en su tierra, el lugar escogido por él para poner allí su nombre.

Hay un vínculo ineludible entre el Eterno, Israel y la tierra. La soberanía de Dios lo ha establecido así. Debe recuperarse la tierra, establecerse en ella, para consolidarse el plan de Dios. El islam se ha levantado como un nuevo faraón contra la voz de los profetas. Pretende impedir su cumplimiento, cambiándolo por sus propias «profecías», su propia ley ―la sharía―, y su propia confesión de fe: no hay más dios que Alá, y Mahoma es su mensajero.

Las naciones han sido fascinadas por el falso profeta. Babilonia y sus hechizos pretenden impedir el levantamiento de Jerusalén como ciudad del gran Rey. La lucha es fuerte. El conflicto grande. El pueblo de Dios debe reencontrarse con Él; ser restaurado, aceptado, ofrecer sus ofrendas ―en el templo reconstruido―, y todo ello vinculado a la tierra de Israel que el Señor juró dar a los padres. Oremos.

         El retorno de Israel a su tierra es vital en el proceso de restauración.

190 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXVII) – Ezequiel (3)

Así ha dicho YHVH el Señor: Tomaré yo del cogollo de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre el monte alto y sublime. En el monte alto de Israel lo plantaré, y alzará sus ramas, y dará fruto, y se hará magnifico cedro; y habitarán debajo de él todas las aves de toda especie; a la sombra de sus ramas habitarán. Y sabrán todos los árboles del campo que yo YHVH abatí el árbol sublime, levanté el árbol bajo, hice secar el árbol verde, e hice reverdecer el árbol seco. Yo YHVH lo he dicho, y lo haré (Ezequiel 17:22-24)

         Con esta profecía Ezequiel inicia este capítulo con una parábola acerca del levantamiento del reino de David en la ciudad de Jerusalén. El Señor tomará un vástago de la casa de David que reinará en Israel. Es la profecía ampliamente anunciada en la Escritura. La mención al monte alto y sublime es una referencia al monte de Sion, donde será establecido el trono de David en la persona del Mesías.

Se usa la figura de un cedro que crece por encima de los demás árboles y en cuyo follaje encontrarán cobijo las aves del cielo. Encontramos aquí un paralelismo claro con la visión que tuvo el rey Nabucodonosor y que el profeta Daniel interpretó con gran precisión (Dn.4:10-12,20-24,29-34).

Generalmente la Escritura interpreta los árboles como figura de naciones. Ezequiel lo hace más adelante con toda claridad (31:5,8,14,16,18).

Jesús identificó a Israel con una higuera. La vio sin fruto en cierta ocasión (Mr. 11:12-14). Luego habló del rebrotar de la higuera y los demás árboles, diciendo: Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está cerca (Lc.21:29-31).

Israel ha quedado seco en diferentes periodos de su historia, pero vuelve a rebrotar por la palabra profética que ha sido anunciada; estamos ante uno de esos pasajes de la Escritura. El Señor la hace rebrotar en su tierra a ojos de todas las naciones, −los demás árboles−, bajo cuyo follaje son bendecidas. Y sabrán las naciones ―«todos los árboles del campo»― que el Señor es quien abate a las naciones sublimes, y levanta al pobre del muladar. Hace secar al árbol verde, y reverdecer el árbol seco.

Israel, llevada en cautiverio a todas las naciones, rebrotó en 1948 como Estado nuevo en su tierra, iniciando así un tiempo de restauración anunciado por los profetas. El Mesías, identificado por él mismo como árbol verde (Lc.23:31), y rechazado por un tiempo, regresará para reinar en Jerusalén en la era mesiánica.

         El Mesías, un día raíz de tierra seca, sin atractivo para desearlo, rebrotará como árbol frondoso en Sion, estableciendo su reino para todos.

189 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (LXXVI) – Ezequiel (2)

Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios (Ezequiel 11:19,20)

         Los primeros capítulos del libro de Ezequiel son un verdadero drama en la historia antigua de Israel. El Señor muestra a su enviado los pecados del reino de Judá, lo que hacen en oculto, pensando ingenuamente que no eran vistos, y sus iniquidades pasaban desapercibidas en el cielo. El pueblo del pacto y las promesas había perdido lo esencial de la revelación de Dios. Eran tiempos de decadencia y oscuridad.

La peor constatación de Ezequiel es que la gloria del Señor abandonaba el templo donde había hecho su morada y habitado en medio del pueblo por generaciones. La shekiná del Eterno dejaba la tierra de su heredad. El pueblo y la tierra quedaban sin gloria. Icabod. (1 Sam.4:21). Un proceso decadente había tomado lugar en la historia de Israel, con ciertos periodos de restauración, ahora llegaba el juicio que tanto tiempo había sido anunciado.

En ese contexto histórico nos encontramos con un remanente fiel que no fue contaminados por la apostasía predominante, sino que propusieron  en su corazón, en medio del juicio decretado, mantener sus vidas dentro de la ley de Dios (Dn.1:8). Dios siempre se reserva un puñado de fieles que mantienen el testimonio en la tierra, sean cuales fueren sus circunstancias, y será a través de ellos que el Señor retomará y vivificará el pacto y su propósito.

Ezequiel lo anuncia. Señala hacia un tiempo cuando la dureza del corazón obstinado será cambiada en un nuevo corazón obediente a sus mandamientos. El Espíritu de Dios será derramado sobre ellos, y con Él, la capacitación para «resucitar» la identidad del pueblo del pacto y adorar al único Dios. Será después de un tiempo de cautiverio en Babilonia; pero con un alcance mayor, el cautiverio a todas las naciones que precede al advenimiento del reino mesiánico.

Más adelante (capítulo 36), el profeta Ezequiel ampliará el contenido del nuevo pacto que ahora anticipa en primicia. En estos momentos anuncia que la idolatría, dominante en sus días, sería extirpada de raíz (11:18). La consecuencia de semejante liberación idolátrica es un corazón y un espíritu nuevo para andar en su palabra. Es el mensaje de Pablo a los tesalonicenses: Y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera (1 Tes.1:9,10). El Nuevo Pacto en primicia.

         Cuando la idolatría desaparece la llenura del Espíritu ocupa su lugar.