TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (1 al 9)

Tiempos finalesTIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (1)

Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía… (2 Tesalonicenses 2:3)

En este capítulo de la segunda carta de Pablo a los tesalonicenses parece como si el autor quisiera enfriar la precipitación de algunos creyentes en aquel lugar que daban por hecho que el día del Señor era inminente. El apóstol nos da aquí uno de los discursos más detallados de los acontecimientos que tendrán lugar antes de la segunda venida del Mesías. Hay precedentes que revelan el tiempo de su venida. Ya hemos visto una amplia relación en esta serie, ahora quiero pararme en algunos más. El autor comienza su disertación apelando a la cordura y el equilibro deseado que deben tener los hermanos de Tesalónica para que no se dejen mover fácilmente del modo de pensar; ni se turben en cuanto a que el día del Señor está cerca. En algunos casos esa perturbación venía a través de supuestas revelaciones, visiones o profecías, incluso había quienes apelaban a alguna carta del apóstol. Todo ello pone de manifiesto que desde el principio la expectativa del retorno del Señor fue un tema predominante en la iglesia primitiva. Lo vemos en diversos lugares de la Escritura. Pero una cosa es  tener expectativa en su regreso y otra alterar el diario vivir con énfasis desmedidos que pueden llegar a perturbar la fe y descolocar a los hermanos. Por eso digo que Pablo parece enfriar las expectativas inminentes que algunos mantenían sobre la venida del Señor apelando a no dejarse engañar con un tema que siempre provoca cierto grado de neurosis colectiva. Las hemos vivido en distintos momentos durante las últimas décadas. Dicho esto, el apóstol Pablo relaciona algunos de los hechos que preceden a la venida del Señor, y lo inicia hablando del advenimiento de la apostasía que viene antes del fin. Este término proviene del griego y significa «colocarse fuera de»; en el sentido religioso viene a ser el abandono de la fe o la doctrina que se había abrazado. Significa abandonar o romper públicamente con la fe o doctrina que se profesa. Por tanto, la apostasía es un abandono de la fe generalizado que precede a la venida del Mesías. El mismo Señor, después de enseñar a los suyos sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, y hacerlo mediante la parábola de la viuda que insiste a un juez injusto para que le haga justicia, reseñando que Dios sí la hará a sus escogidos que claman a él día y noche, concluye con estas enigmáticas palabras: Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lc.18:8).

         La fe que nos ha sido dada necesita ser abrazada, peleando y combatiendo ante las fuerzas hostiles que pretenden ahogarla o diluirla en un tiempo cuando la apostasía se extiende como un virus.

 

TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (2)

Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía… (2 Tesalonicenses 2:3)

Hemos dicho que el término apostasía significa «colocarse fuera de», que en el sentido religioso viene a ser un abandono de la fe y la doctrina que un día se abrazó. Significa abandonar o romper públicamente con la fe que se había profesado, y esto de una manera generalizada. Es una atmósfera de incredulidad. Un clima espiritual tibio cuya nota predominante es el rechazo de los valores judeocristianos. Es el abandono de la ética y la moral que ha sostenido a la sociedad durante siglos, pero que ahora se ve atacada mediante leyes que pretenden erradicar toda huella de espiritualidad cristiana de la sociedad, impulsada especialmente desde las instituciones supranacionales. En este sentido, nuestra generación, especialmente lo que llamamos Occidente, ha abandonado con violenta determinación una fe que sustentaba gran parte de la cohesión social y familiar. En términos generales, la prosperidad y el bienestar conseguidos son el resultado de una ética y moral sustentadora del comportamiento humano en unos parámetros establecidos sobre el fundamento de principios bíblicos. Hoy asistimos a la gran apostasía de la fe cristiana en Europa. Los valores que han dado forma al continente están siendo socavados progresivamente mediante el abandono de los principios que lo han sostenido. Este es el primer estado de apostasía que quiero señalar en estas meditaciones. Una apostasía que se ha acelerado en esta generación de una forma alarmante, dando lugar a un deterioro de la convivencia familiar y social de consecuencias siempre dramáticas. En la historia del reino antiguo de Israel, reseñado en la Escritura, vemos que la apostasía suele instalarse después de un tiempo de prosperidad y bienestar social. La decadencia moral y espiritual daba paso al juicio de Dios y su posterior restauración. Esos tiempos preñados de idolatría en sus múltiples manifestaciones relegaban la adoración, gratitud y alabanza al Creador y Hacedor de todas las cosas, elevando el orgullo humano como generador de los logros conseguidos. Esa es una de las grandes idolatrías a la que asistimos hoy. Como dijera el rey Nabucodonosor: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué… con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? (Daniel 4:30). Este rey, prototipo de las élites actuales que añoran un gobierno único y mundial, pasó siete años entre bestias, hasta que reconoció que el Señor es quien tiene el dominio en el reino de los hombres.

La soberbia que predomina en nuestros días ha producido el abandono de la fe y dependencia de Dios que nos conducirá, sino regresamos a la cordura de la fe bíblica, al juicio antes de su venida.

 

TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (3)

Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía… (2 Tesalonicenses 2:3)

Hemos hablado brevemente de la apostasía generacional en Europa, una sociedad que ha sido edificada sobre los valores judeocristianos, además de la filosofía griega y el derecho romano. Hoy asistimos al sueño de Juliano, llamado el apóstata, de hacer volver el paganismo a la sociedad del siglo IV. Quisiera pararme unos momentos en el caso español, la metamorfosis que ha experimentado España en las últimas décadas, abandonando su ancestral moral católica, con todos los matices que queramos ponerle, pero que ha dado forma a la nación, configurando su carácter identitario. Hemos pasado de la dictadura nacional católica, a una democracia desdibujada que nos ha conducido, mediante libertades mal entendidas, al hundimiento y disolución de una sociedad quebrada y confusa como pocas veces en su larga historia. Es evidente que una parte de las bases tradicionales de nuestro pueblo estaban fundadas sobre la arena movediza de una religiosidad impuesta desde el poder. Por otro lado, no se pueden negar las raíces profundas de un sector de la población en una fe cristiana-católica que sirve de cortafuego ante la deriva disoluta de quienes buscan su destrucción mediante el desmembramiento de la nación española. Sin embargo, asistimos perplejos a la caída de los valores y principios espirituales que han hundido a esta generación en un secularismo que pretende desalojar la fe de todos los ámbitos públicos para desterrarla al ostracismo de una manifestación mínimamente individual. Muchos han sido anegados por los tiempos postmodernos que niegan el lenguaje bíblico y toda manifestación pública de la fe. Por otro lado, si analizamos la vertiente protestante evangélica de la fe cristiana vemos con profundo dolor que tampoco aquí estamos ante una solidez de las verdades bíblicas que puedan frenar la deriva disoluta a la que asistimos. He vivido personalmente momentos de cierto despertar espiritual en algunos movimientos cristianos en España que poco a poco fueron perdiendo su vigor en las aguas procelosas de las rencillas y divisiones impidiendo la fortaleza de una iglesia sólida con voz profética en la sociedad. Nuestros líderes representativos tampoco están a la altura de la necesidad del momento decadente que vivimos. Siempre podemos consolarnos con ciertas manifestaciones de entusiasmo locales en algunas congregaciones, pero en un sentido amplio y general, veo con tristeza que la apostasía de la fe y la doctrina también nos ha traspasado a quienes pretendíamos, ingenuamente, la transformación de la sociedad.

         España también vive hoy tiempos de decadencia de la fe y los valores.

 

TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (4)

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando (1 Timoteo 4:1)

El Espíritu lo dice claramente, que en los tiempos finales, habrá una apostasía de la fe y la doctrina; como también dice en otro lugar que se derramará el Espíritu sobre toda carne. El apóstol Pedro retomó el mensaje del profeta Joel el día de Pentecostés identificando el acontecimiento que tuvo lugar en Jerusalén, (una vez que Jesús fue recibido arriba, y sentado a la diestra del Padre), con la profecía del derramamiento del Espíritu Santo. Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Ambos sucesos tienen lugar en los tiempos finales: apostasía y llenuras del Espiritu. No podemos ni debemos eludir ninguno de ellos en nuestra predicación actual. Hoy asistimos al decaimiento de la fe en países y continentes enteros, especialmente en Occidente, Europa y América; a la vez que sabemos de grandes derramamientos del Espíritu en otras naciones y continentes donde el cristianismo no tuvo históricamente un arraigo similar. Me refiero a África y Asia, donde a la vez se padece una persecución infernal a manos sobre todo de integristas islámicos que masacran a los cristianos de todas las denominaciones. Dicho esto para poner moderación y equilibro en nuestra exposición, debemos reconocer sin cortapisas, que asistimos desde hace décadas al derrumbe de la fe y la doctrina en naciones con un arraigo histórico de tradición cristiana. Y según el texto que tenemos para meditar (en el que me he parado deliberadamente a su inicio) esta apostasía se produce, o mejor dicho, penetra por el oír: Apostatarán de la fe, escuchando. Paradójicamente, la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios; como también el abandono de la fe se produce por la misma vía, por oír. Por el oído penetra la fe de Dios y también la negación de ella. Podemos oír con fe o hacerlo con incredulidad. Y si algo caracteriza a nuestra sociedad actual es por la negación de la verdad revelada en la Escritura. Esa verdad ha sido suplantada por otras fes: en la ciencia, la razón, la religión del cambio climático, adoramos a las criaturas en lugar de al Creador, hemos colocado al hombre en el epicentro de todas las cosas en nombre de un falso humanismo y unos derechos humanos que suelen ser la tapadera para cobijar corrupciones de todo tipo. El egoísmo exacerbado, la vanagloria de la vida, el amor al dinero y los placeres, la cultura hedonista que huye de cualquier experiencia que provoque dolor, abnegación y esfuerzo, han substituido la verdad de la fe revelada en las Escrituras. Y todo ello ha penetrado masivamente en el oído de esta generación produciendo apostasía.

         Un sector amplio de la iglesia actual ha abandonado la fe viva y sólida.

 

TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (5)

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Timoteo 4:1)

Debemos prestar mucha atención a lo que oímos y a quién escuchamos. En palabras del Maestro: Tened cuidado de como oís (Lucas 8:18 LBLA). Uno de los indicativos de la sociedad actual es la proliferación de voces y la diversidad de altavoces para que nos lleguen todo tipo de mensajes. Cada día somos bombardeados por los medios de comunicación con mensajes repetitivos sobre los peligros de la supuesta pandemia que padecemos. Una y otra vez hemos sido expuestos a informaciones no contrastadas sobre contagios masivos y muertes atribuidas a un virus que mantiene a naciones enteras en un estado de pánico y fobia que ha penetrado en las relaciones humanas perturbándolas a unos niveles preocupantes. Lo sorprendente es que nos hemos sometido de forma servil a unas medidas restrictivas en una sociedad que alardea de mantener un régimen de libertades pero se ha plegado con ceguera sin poner en duda los mensajes unívocos de los medios de comunicación. La fascinación y el hechizo se han producido porque el temor se ha apoderado de nuestra alma… oyendo. Hay excepciones que son rápidamente calladas y estigmatizadas para imponer el relato oficial. Cuando el hombre rechaza la verdad revelada un poder engañoso toma su lugar ocupando el centro de la escena. Y no estoy negando la realidad de los hechos que nos han invadido y perturbado, estoy poniendo en duda que los gobiernos, llevados por el impulso globalista de unas élites que pretenden aprovechar el dolor y la angustia, han implantado su agenda perversa y destructiva al estilo de Nimrod en la llanura de Sinar. La fe viene por el oír; el temor también. Podemos tener fe en Dios, y, negándola, naufragar mediante otro tipo de fe que niega al Soberano Dios de Israel, entregándose a una credulidad infantil al estilo del cambio climático, con una unanimidad de los científicos falsa, y las diatribas de una adolescente sueca. La apostasía de la fe viene cuando oímos y aceptamos a espíritus engañadores y doctrinas de demonios. Los poderes espirituales que impulsan agendas de creencias globalistas son los mismos que se rebelaron contra el mandato de Dios en la antigua Babel. A estos se les unen líderes humanos que se entregan a las artimañas del error para mantener a sociedades enteras en la infantilización de quienes pretenden llevarnos, mediante vientos de doctrinas humanas, a la esclavitud de la negación de la verdad revelada en favor de ideologías destructivas que imponen mediante la prostitución del lenguaje.

         Debemos aprender a oír bien escogiendo la buena parte, como María.

 

TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (6)

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Timoteo 4:1)

Si hay un denominador común que cohesiona y cimenta los tiempos finales es la mentira y la iniquidad. El apóstol de los gentiles une ambos extremos en esta  carta. Nos habla del misterio de la iniquidad que se manifestará siendo impulsado por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos (2 Tes. 2:7-10). La agenda globalista que muchos ya están poniendo de manifiesto con datos objetivos alejados de teorías conspiranóicas, es un producto elaborado en el mismo trono de Satanás (Apocalipsis 2:13), de donde emana la iniquidad sobre todas las naciones, cuyo advenimiento es por obra de Satanás, dice el apóstol, y lo hace mediante poderes, señales y prodigios mentirosos. El mundo entero vive hoy bajo la tiranía de una de esas obras poderosas, que usando el temor a la pandemia, se ha extendido y aceptado como verdad absoluta —siempre hay argumentos verosímiles en toda gran mentira— aunque ese prodigio tiene como matriz la mentira del padre del engaño. Según los medios de comunicación, la pandemia está extendida en todas las naciones, por ello hay que aceptarla sin dar lugar a ninguna crítica o pensamiento alternativo. ¿Hay mayor prodigio que poner de acuerdo a todas las naciones hechizadas y sometidas a unas medidas de aislamiento universales? ¿Los gobernantes que legislan sin pudor sobre la muerte de millones de niños en el vientre materno (aborto); que vuelven a hacerlo para que los médicos sean cómplices del suicidio de los ancianos, o quienes atraviesan una situación de máximo dolor y pretenden quitarse la vida para evitar el sufrimiento que no garantiza el descanso eterno (eutanasia); estos gobernantes, en su mayoría corruptos y llenos de sí mismos, son quienes tienen una preocupación ejemplar para evitarnos un contagio que en un 94% de los casos nos provocará algo de fiebre, tos, dolores musculares y que nos abandonarán en diez días? Realmente estamos ante un prodigio de la manipulación y el engaño. ¿Una sociedad individualista, que mayoritariamente busca sus propios intereses se ha convertido en sumisa, de la noche a la mañana, aceptando una realidad que está destruyendo la convivencia y la economía mundial? Solo un poder sobrenatural de modelo babilónico puede sustentar esta estratagema.

         Iniquidad y engaño, mentira y maldad, son dos manos de una misma estrategia impulsada por los poderes de las tinieblas.

 

TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (7)

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Timoteo 4:1)

La fuerza del engaño en los tiempos finales tiene una potencia mayor que la bomba atómica. La capacidad de manipular a sociedades enteras se ha vuelto una posibilidad altamente verosímil. Los argumentos que se levantan contra el conocimiento de Dios, (léase verdades y principios judeocristianos), contienen una altivez sobrenatural capaz de neutralizar la fe que un día abrazamos. Por ese camino se filtra la apostasía. Una lluvia fina en forma de vanas imaginaciones, huecas sutilezas, filosofías, ideologías y teologías, cuya matriz está en el centro de la soberbia humana, tienen la capacidad de paralizar el desarrollo de la fe del corazón y someterlo al hechizo de los sentidos para abandonar «suavemente» la firmeza de la verdad. Todo ello es posible cuando dejamos de oír la voz de Dios entregándonos a escuchar mensajes humanistas políticamente correctos y la suavidad de argumentos con apariencia de piedad que neutralizan los fundamentos sólidos de la verdad revelada. El lenguaje se ha vuelto inclusivo, falsario, prostituyendo el sentido original de las cosas para darle otro totalmente distinto, aunque al oírlo tenga la apariencia de piedad y bondad sin que percibamos el engaño que esconde. De esta manera, una de las doctrinas de demonios ampliamente aceptada hoy, y legislada mediante leyes aprobadas por mayorías parlamentarias, es la llamada ideología de género que pretende, entre muchas otras iniquidades y algunas reivindicaciones equitativas, negar la propia naturaleza del ser humano, oponiéndose a la biología que determina el sexo por una elección caprichosa al gusto del consumidor. Es un ataque frontal a la creación de Dios. Como Nimrod, vigoroso en oposición a Dios. Prepotente, emancipado del Creador, como al principio (seréis como dioses), para levantar un reino universalista, globalista, de gobierno e ideología única, asentado en la ciudad ramera, cuyo modelo se extendió a todas las naciones después del juicio de Dios. Como está escrito: Y Cus engendró a Nimrod, primer prepotente en la tierra. Este era intrépido cazador enfrentado a Adonai Elohim (Génesis 10:8,9 BTX IV Edición). Hoy tenemos esa misma potestad establecida desde la ONU, un organismo mundial, cuyas instituciones supranacionales son el mayor impulsor de la agenda mundialista. Pensemos. No es posible tanta unanimidad en una agenda global a la que se han sometido la mayoría de las naciones sin que haya un dominio espiritual que las sustente, como se hizo en Babel.

         Asistimos a la simplificación del engaño produciendo apostasía mundial.

 

TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (8)

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Timoteo 4:1)

La Escritura enseña taxativamente que el corazón del hombre es engañoso, por tanto, proclive a la mentira y el autoengaño. Es más fácil aceptar una mentira que combatirla para entresacar la verdad de la inmensidad de argumentos humanos. Y cuando las sociedades entran en la deriva de entregarse a los placeres, viviendo está muerta (1 Timoteo 5:6). Por tanto, desconfiemos de ideologías mayoritarias que no aceptan otra forma de pensar. La apostasía puede manifestarse de forma abrupta oponiéndose a la verdad radicalmente, combatiéndola, como Janes y Jambres (2 Timoteo 3:8), hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe, pretendiendo apartar a otros de la verdad para que fueran salvos; como Elimas el mago trataba de impedir que el procónsul Sergio oyera la palabra en boca de Bernabé y Saulo, procurando apartarle de la fe;  o bien, de manera sutil y progresiva calando mediante una lluvia fina que permea el pensamiento, atrapa el alma en una red sentimental, y ahoga el espíritu para que no pueda reaccionar frente a los argumentos de apariencia de piedad a los que ha sido expuesto mediante un largo proceso de asimilación. Los patrocinadores de la ingeniería social a la que asistimos en las últimas décadas han optado por esta última estrategia. Habiendo infiltrado los colegios y universidades, los medios de comunicación y el poder judicial, solo han tenido que empujar levemente a los gobernantes títeres de las naciones para que acepten su pensamiento único sometiéndose bajo la sutileza de argumentos democráticos y derechos humanos. De esta forma tenemos un abanico de doctrinas que han alcanzado el nivel de verdades absolutas como el cambio climático, la ideología de género, el matrimonio homosexual, el aborto, la eutanasia, la inmigración ilegal impulsora de verdaderos asaltos a la convivencia y los recursos de una Europa rica endeudada de por vida y para varias generaciones, destruir las identidades nacionales en un carrusel de multiculturalismo falso, la destrucción de la familia tradicional, el papel de los padres y su autoridad sobre los hijos, el desprecio del cristianismo en paralelo a la invasión del islam, pretendiendo despojar a los pueblos de su cultura tradicional y conservadora de los valores esenciales que han forjado nuestra historia. Todo ello mediante un lenguaje altamente inclusivo, modulado, buenista y falso a la misma vez. Una vez aceptados los argumentos, la tibieza y el relativismo moral socaban la fe y levantan la apostasía.

         El engaño globalista es masivo, pero la verdad nos hará libres.

 

TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (9)

Llegará el tiempo en que la gente no escuchará más la sólida y sana enseñanza. Seguirán sus propios deseos y buscarán maestros que les digan lo que sus oídos se mueren por oír. Rechazarán la verdad e irán tras los mitos (2 Timoteo 4:3,4 NTV)

Y ese tiempo ha llegado. Sí, me dirás, pero ha habido muchos momentos anteriores cuando las gentes han hecho exactamente lo mismo que expresa este texto. Sin duda. No hay nada  nuevo debajo del sol. La diferencia está, creo yo, en que hace tan solo unas décadas, la velocidad de transmisión del error ocupaba más tiempo, el mundo era más grande; hoy la globalización lo ha achicado de tal forma que de la misma manera que podemos conseguir un mejor precio de algunos productos al otro lado del globo, también podemos ser expuestos a la falsedad y las doctrinas de demonios que tienen su origen a miles de kilómetros. Los avances tecnológicos, internet, redes sociales, la digitalización, etc. han conseguido que podamos ser expuestos a una masificación de la información, todo tipo de mensajes, que nos abruman por un lado, y por el otro, debidamente manipulados por las élites globalistas que dominan los medios con su financiación, unifiquen sus contenidos de tal forma que tenemos naciones y continentes enteros pensando lo mismo y aplicando las mismas políticas y doctrinas. Por las mismas vías corre también todo tipo de enseñanzas que alimentan la soberbia de los sentidos y placeres, asimilando nuestro oído a un mensaje placentero, exitoso, positivista que engorda nuestro ego para destruir el alma y matar el espíritu. La sana doctrina o enseñanza de nuestro texto son los fundamentos de la doctrina de la piedad. No se trata de predicadores doctrinarios y sectarios. Son los fundamentos que una vez destruidos ¿qué ha de hacer el justo? (Salmos 11:3). Estas son las autopistas por donde viajan la disipación, disolución y apostasía. La iglesia actual está sometida a una tensión infernal. Hay muchos mensajes que tienen gran audición, el oído dispuesto, pero falsos como un euro de madera. El liberalismo doctrinal ha socavado los fundamentos de la fe, incluso hay quienes dudan en el ámbito evangélico de la autoridad de las Escrituras. Se han amontonado maestros con cierto carisma que arrastran a masas ingentes al error. Hemos abandonado la necesidad de un carácter probado. Los líderes que un tiempo fueron referentes se vuelven en algunos casos promotores de la dispersión de la grey de Dios. La sana doctrina se ha vuelto arcaica, anacrónica, y hemos buscado nuevos modelos conformados al sistema de este mundo. Todo ello nos ha debilitado asimilando gran parte de la apostasía generalizada de la fe.

         Escoger bien qué y a quién oímos es vital para no caer de la firmeza.

 

El reino venidero – 6

El reino venideroUn nuevo Señor

Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Filipenses 2:9-11)

Jesucristo es el Señor. Esa es la confesión de fe que reconoce el cielo para poder tener entrada al reino de Dios en la tierra, alcanzando así su reino mesiánico y celestial a su tiempo. Jesús fue glorificado a la diestra del trono de Dios después de acabar la obra que el Padre le dio para hacer. Y una vez concluida, fue entronizado en el cielo, a la diestra del Padre. La prueba de ello fue el derramamiento del Espíritu Santo el día de Pentecostés (Shavuot). Los apóstoles lo supieron, y Pedro, en su primer discurso después del derramamiento del Espíritu, dijo: Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo [Mesías] (Hch.2:36). Jesús ha sido entronizado como Señor y Mesías. Predicar su nombre y su obra sería a partir de ese momento el propósito esencial de la gran comisión. Pablo dijo: «predicamos a Cristo, y a este crucificado». Si confesamos con nuestra boca que Jesús es el Señor, y creemos en nuestro corazón que Dios lo levantó de los muertos, seremos salvos; porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación (Romanos 10:8-10). Por ello encontramos en las epístolas el tema del reino de Dios a través de la proclamación: Jesús es el Señor. No es Cesar el señor. Jesús es el Señor; y por esa declaración de fe, desde el corazón, muchos en los primeros siglos de cristianismo soportaron el martirio. Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino. Hoy vivimos lo mismo en muchas naciones del mundo, especialmente las de predominio islámico. El islam ha cambiado la confesión de fe. La base de su declaración se denomina la Shahada, y dice: «No hay más Dios que Alá, y Mahoma es su mensajero». Observa que se trata de invocar un nombre, un dominio, una potestad. Jesús o Cesar. Yeshúa o Mahoma. Por negarse a cambiar esta confesión muchos están siendo masacrados impunemente en el Oriente Medio, y en muchas naciones de África y Asia; todos ellos de tradición y confesión musulmana. Los discípulos del Señor mantienen su confesión. Como está escrito: Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión (confesión) de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió (Hebreos 10:23).

         El que confiesa a Jesús como Señor tiene otro dueño, vive para él, y muere para él. Sea que vivamos o que muramos, somos del Señor.

El reino venidero – 5

El reino venideroCómo se entra (3)

… Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo  (Colosenses 1:12,13)

La entrada al reino de las tinieblas fue una herencia que recibimos en Adán. Todos nacimos bajo ese dominio de rebelión, con la naturaleza del padre de la mentira; el que ha sido homicida desde el principio, por tanto, hemos participado en mayor o menor medida de su legado. El pecado entró en el mundo por el hombre. Para poder entrar en el reino de Dios necesitamos salir del dominio de las tinieblas, y esa salida es un milagro liberador que solo Dios puede hacer. La puerta de salida de ese dominio es la cruz de Cristo y su sangre derramada en el Calvario; y la de entrada al reino es su resurrección. El cual [Jesús] fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación (Romanos 4:25). La salvación es de Dios. Por eso dice el apóstol: con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia, y esa herencia tiene que ver con su propia naturaleza: creados en Cristo Jesús, en la justicia y santidad de la verdad (Efesios 4:24). Dios nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas lleguemos a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo (el antiguo dominio del príncipe de este mundo del que hemos escapado) a causa de la concupiscencia (2 Pedro 1:4). Nacer de nuevo es salir de la potestad de las tinieblas, (su autoridad, dominio, cárcel, vivir bajo un ente espiritual dominante), y ser trasladados a otro reino, el reino de su Hijo amado. Y todo ello proviene de Dios. La salvación es de Dios. Recordemos que hay en la Escritura tres expresiones del reino de Dios, una en el corazón, que es de la que estamos hablando; otra en Jerusalén, que es el reino mesiánico futuro del que hablamos ampliamente en otra serie, y la tercera se denomina reino eterno. Debemos entender que para alcanzar el reino eterno, y participar del reino mesiánico, necesitamos ser parte del reino de Dios aquí y ahora mediante la fe en Jesús. Él mismo dijo: Yo soy la puerta, el que por mi entrare hallará pastos. También dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí. Hay un solo Dios y un solo Mediador, Jesucristo hombre. Porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los en el que podamos ser salvos que en el nombre de Jesús. El reino comienza aquí. El rey ya ha venido. El evangelio es la puerta de entrada (Efesios 1:13,14).

         La buena nueva es que el reino de Dios ha llegado, y aunque no es de este mundo, podemos entrar en él por la fe en Jesús y alcanzar el reino eterno.

El reino venidero – 4

El reino venideroCómo se entra (2)

Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios  (Hechos 14:22)

En ocasiones, con el buen deseo de poner fácil la entrada a quienes predicamos el evangelio, cometemos excesos que más adelante pasan factura a los nuevos discípulos. La Biblia habla de dos reinos en oposición. El apóstol de los gentiles lo expuso claramente en el último texto de nuestra anterior meditación en Hechos 26:18-20. Veamos. Para entrar en el reino se necesita que los ojos sean abiertos. El que no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios. Se necesita revelación. Luz celestial. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo (2 Corintios 4:6). Esa revelación produce una conversión de las tinieblas a la luz, un cambio de reino y dominio; dice el apóstol: de la potestad de Satanás a Dios. Es lo que llama Jesús «nacer de nuevo». Ese nuevo nacimiento nos introduce a la esfera de la gracia, donde nuestros pecados son perdonados, recibiendo la herencia de hijos de Dios. La consecuencia de esta experiencia interna, —imposible para la sugestión humana—, es un milagro de Dios, es arrepentimiento que produce obras dignas de una nueva manera de vivir. Nuestras vidas experimentan un traslado, de la potestad de las tinieblas somos introducidos al reino de su amado Hijo (Colosenses 1:13). Dejamos el antiguo dueño y tirano, al que Jesús llama el príncipe de este mundo, y Pablo enseña que seguíamos la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que opera en los hijos de desobediencia (Efesios 2:2). Por tanto, ahora tenemos otro Señor y Dueño. Jesús ha sido hecho Señor y Cristo (Mesías), y por la invocación de su nombre venimos a ser propiedad de Dios. Pero el antiguo «señor», el que nos tenía cautivos a voluntad de él (2 Timoteo 2:26), no se conformará con la pérdida de sus dominios en los corazones de los hombres, por eso dice Jesús que el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan (Mateo 11:12). Hay una batalla que librar; de ello se desprende lo que el apóstol enseña en el texto que meditamos. La entrada al reino se produce a través de muchas tribulaciones que no debemos ignorar.

         La entrada al reino de Dios produce una convulsión en la esfera espiritual que origina conflictos y tribulaciones inesperados en el ámbito natural.

TIEMPOS FINALES – El resurgimiento del islam (1 al 5)

Tiempos finalesTIEMPOS FINALES – El resurgimiento del islam (1)

También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese (Apocalipsis 12:3,4)

         Hay otro principio inapelable que aparece por toda la Escritura: cuando el Señor da a luz su propósito en la tierra se establece una oposición (del Adversario) para tratar de abortarlo. El Autor de la vida frente al que viene a robar, matar y destruir. Cuando Israel comenzó a regresar de la diáspora a la tierra de sus padres se levantó en el mundo islámico una oposición tan violenta que supera toda concepción humana. Esa oposición ha tenido diversos episodios dramáticos hasta ahora, y aún vivimos inmersos en ella. Las naciones han sido influidas por la presión mediática palestina (única batalla ganada ante los judíos) para oponerse a Israel y el rebrotar de la higuera. El conflicto árabe-israelí es de naturaleza espiritual, aunque esté preñado de intereses políticos y religiosos que lo hacen incomprensible en muchos casos, e irresoluble para la diplomacia ignorante de las naciones que mantienen una cubierta de ceguera con el velo que las envuelve (Isaías 25:7). El Estado de Israel, (minúsculo en cualquier mapa de la zona), rodeado de naciones islámicas que han jurado su aniquilación, ha superado hasta ahora todos los intentos para ser destruida. En nuestro texto vemos (al margen de múltiples interpretaciones en las que no voy a entrar) el principio ineludible del que estamos hablando: cuando la mujer encinta va a dar a luz un hijo, el dragón se para frente a ella a fin de devorar a su hijo tan pronto como nazca. Es lo que ha ocurrido en Eretz Israel desde la misma proclamación de su Estado moderno. El impulso destructivo tiene una potestad espiritual que sostiene la iniciativa hasta hoy: el islam. Nada del conflicto, planteado como político, es comprensible si no lo vemos desde la óptica de la oposición del fanatismo islámico al renacimiento de la nación hebrea. La historia reciente demuestra claramente que después de un primer intento de aniquilación de los judíos mediante el Holocausto nazi (amigos del nacionalismo árabe personificado en la figura del muftí de Jerusalén), el relevo lo ha tomado el islamismo radical, unido a su vez con la ideología política de izquierdas y antisemita. Tenemos aquí el resurgir de la bestia en la potestad islámica, un poder espiritual anticristo en toda su teología que las naciones ignoran y gran parte de la iglesia no comprende.

         La oposición que enfrenta Israel a través del resurgimiento del islam radical responde a una clara señal del advenimiento del reino mesiánico.

TIEMPOS FINALES – El resurgimiento del islam (2)

La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será (Apocalipsis 17:8)

         Identificar a la bestia del libro de Apocalipsis ha sido, y es, motivo de gran disparidad de comentarios. Los hay para todos los gustos. Algunos realmente pertenecen al género de la escatología ficción. No entraré en un debate interminable sobre ello, pero si llamaré la atención acerca de algunos detalles a tener en cuenta. En nuestro texto se dice que la bestia que había visto el apóstol Juan a partir del capítulo 11 y sobre todo desde el 13, era y no es, y está para subir del abismo. En el tiempo cuando escribió Juan su libro de revelación el dominio mundial pertenecía al Imperio Romano. Por tanto, debemos descartar (soy consciente de que esta ha sido y sigue siendo la interpretación más generalizada al respecto) un levantamiento del Imperio Romano en Europa (aunque la UE forme parte políticamente de la oposición a Israel) porque dice Juan que «era» (tiempo pasado referido a Babilonia), «y no es», tiempo presente; «y está para subir», es decir, aun no había hecho su aparición. El islam emergió del desierto en el siglo VII, después de la predicación de su profeta, con un mensaje mezclado de judaísmo y cristianismo herético para levantar una nueva religión que no solo era un mensaje espiritual, sino político y totalitario. El islam es un sistema totalitario que pretende dominar el mundo entero para implantar la ley sharía. En pocas décadas, sus conquistas, después de unificar toda Arabia, abarcaron la antigua Mesopotamia (la actual Irak e Irán) Siria, el norte de África, y la península Ibérica por occidente, y hasta la India por la parte oriental. Su expansión fue impresionante. Gran parte del cristianismo antiguo quedó anegado y erradicado en poco tiempo, cambiando la ley, los tiempos y la confesión de fe judía y cristiana por la Shahada: «no hay más dios que Alá, y Mahoma es su mensajero», impuesta por la fuerza de la espada. El mensaje contiene la naturaleza del abismo de donde emergió: conversión obligatoria a la nueva fe, o muerte. La otra alternativa era aplicar el sistema de la Dhimma, implantando en los pueblos sometidos una posición subordinada al islam, con la obligación de pagar un impuesto abusivo y vivir en inferioridad de derechos que forzaba, en muchos casos, la apostasía de la fe original de las naciones sometidas.

         Mantengo que la primera bestia de Apocalipsis se trata del surgimiento del islam, y la segunda de su resurgir mediante el imperio turco.

 

TIEMPOS FINALES – El resurgimiento del islam (3)

Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra… Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará  (Apocalipsis 11:3,4,7)

         En la mitad de los años ochenta, cuando la inmensa mayoría de los escatólogos orientaban su mirada hacia Europa, el resurgir de Roma mediante el Mercado Común Europeo, la implantación de un inmenso ordenador en Bruselas que marcaría a todos con el sello de la bestia, insistiendo que la Iglesia Católica Romana era el anticristo, mis maestros me enseñaron a poner la mirada en Oriente Medio, en la zona de Mesopotamia, la antigua Babilonia, y el nacimiento del islam en el siglo VII, como la bestia que «era y no es y será». «Era» el levantamiento del antiguo imperio Babilónico que en la forma de las conquistas musulmanas del siglo VII, («estaba para subir del abismo») invadieron gran parte del cristianismo primitivo, ocasionando su eliminación, (en algunas naciones para siempre), y del que hemos tenido un resurgimiento en el siglo XX, con la violencia que lo caracteriza en su versión original. Hoy asistimos a un nuevo levantamiento del islamismo radical que pretende por un lado la destrucción de Israel como pueblo (el odio que destila es de tal magnitud que no puede ser únicamente humano, procede del abismo); y por el otro, el degollamiento de los cristianos en los países donde se ha instalado el llamado Estado Islámico. Todo ello no deja lugar a dudas de la verdadera naturaleza de su origen: el abismo del que habla el apóstol Juan en nuestro texto. Los dos testigos que menciona no pueden ser otros que Israel y la iglesia, los dos testigos que Dios tiene para dar su testimonio en la tierra. Siguiendo la enseñanza que recibí hago el siguiente comentario sobre el texto que tenemos para meditar. La ciudad santa (Jerusalén) será hollada durante cuarenta y dos meses (11:2), que son tres años y medio. Si contamos un año por cada día (42×30, más un cuarto cada año por el año bisiesto) salen 1.278 años. La historia nos dice lo siguiente: en el año 638 d.C. Jerusalén cayó en manos de los árabes hasta el año 1917 cuando fueron expulsados junto con los turcos por los ingleses. Comienza así un retorno a la tierra de Israel progresiva y generalizada de los judíos. Por otro lado, la iglesia vivió un periodo de oscuridad por el dominio islámico con apariencia de muerte en el mundo.

         Israel y la iglesia han sido perseguidos y dominados por el islam durante un tiempo limitado; está rebrotando en Europa, preludio del reino mesiánico.

 

TIEMPOS FINALES – El resurgimiento del islam (4)

Y la bestia que vi era semejante a un leopardo… El dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad… y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia… se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias… y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra…  (Apocalipsis 13:2-8)

         Podemos tener dudas o diferentes posiciones sobre la identificación de la bestia, el anticristo y demás personajes apocalípticos, pero de lo que hoy no podemos dudar es que estamos asistiendo a un resurgimiento del islam más radical, que en esencia es el islam verdadero, el de su origen primigenio. Cualquiera que estudie mínimamente los orígenes del mundo musulmán y sus doctrinas esenciales se dará cuenta de varias cosas. En primer lugar que no es solamente una religión como las demás, se trata de un sistema que pretende controlar toda la vida y a todas las naciones bajo el sometimiento a una nueva ley, la sharía; un gobierno mundial, el del califato, con una figura semejante a la del Mesías de Israel, llamado el Mahdi. El islam es anticristiano, por más que se le pretenda disfrazar de pacífico y moderado. Niega a Cristo, porque niega que sea el Hijo de Dios; niega su muerte expiatoria en la cruz del Calvario, por tanto su resurrección; anuncia un «evangelio» de obras que nunca asegura la salvación, ni siquiera la del mismísimo profeta y mensajero, solo los muyahidines (soldados de la yihad) que mueren matando judíos y cristianos tienen asegurado el paraíso con sus 72 vírgenes (huríes) de ojos negros, y que pueden mantener una infinidad de coitos sin dejar nunca de ser vírgenes. Solo la propia sangre de los «mártires» que entregan sus vidas en actos terroristas puede redimir y asegurar su salvación, y la de setenta familiares. Una religión que glorifica la muerte, la mentira y el engaño si con ello consiguen hacer avanzar la causa del islam; que desprecia la vida humana, la propia, la de sus mismos hijos (recordar la estrategia de escudos humanos usada a menudo en sus guerras terroristas) y la ajena, no puede ser una religión más. La brutalidad a la que estamos asistiendo en los últimos años procedente de aquellos que matan en nombre del dios más grande (esa es la confesión de los yihadistas: allahu akbar, es decir, Alá es el dios más grande), y a la vez anunciado como el misericordioso, pone de manifiesto su verdadera naturaleza; se trata de una deidad que nada tiene que ver con el Dios de la Biblia.

         Podemos elucubrar sobre la naturaleza «pacífica» del islam original, pero la realidad de sus obras no admiten duda, y su mensaje es anti-Cristo.

 

TIEMPOS FINALES – El resurgimiento del islam (5)

Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército  (Apocalipsis 19:19)

         Hemos hablado hasta ahora del islam como la primera bestia que menciona Juan en su libro de Revelación. Luego aparece una segunda bestia que identificamos en el siglo XIII cuando el islam primigenio no pasa por su mejor momento con la decadencia del califato de Bagdad, y el nuevo impulso que toma con la llegada de los turcos otomanos. Son los turcos, que habían aceptado la fe musulmana por la influencia del califato abasida, quienes recuperan la fuerza conquistadora del islam a partir de los siglos XIII y XIV, especialmente con la caída de Constantinopla a manos del sultán Mehmet II. El año 1453 la parte oriental del antiguo Imperio Romano quedó definitivamente absorbida por los turcos, que consiguieron mantener el sultanato durante unos cuatrocientos años, hasta su caída en la Primera Guerra Mundial (1917). Las décadas siguientes son aprovechadas por las naciones europeas que salieron victoriosas de la Gran Guerra, especialmente Inglaterra y Francia, para repartirse el antiguo territorio otomano, inventando nuevas naciones, y trazando a punta de lápiz una nueva geografía sin tener en cuenta la diversidad de sus pueblos y la composición tribal a la que obedecían. Son los acuerdos Sykes-Picot. Esa política, junto con los intereses emergentes del petróleo que sostienen la maquinaria industrial sobre la que se asienta la prosperidad occidental, dará lugar a unos conflictos territoriales, étnicos, religiosos, políticos y culturales que aún padecemos. Por otro lado, hemos asistido a un nuevo resurgimiento del islam mas militante y salafista que pretende recuperar su antiguo dominio imponiendo a las naciones occidentales un terrorismo que amenaza ruina, y por otro lado una invasión silenciosa mediante la emigración de millones de musulmanes que actúa como caballo de Troya en una sociedad que ha abdicado de sus valores judeocristianos y se rinde sin luchar ante el empuje renovado de la bestia. El totalitarismo islámico no es igual que sus hermanos (comunismo y nazismo), a pesar de compartir ideario de un gobierno mundial, sino que mantiene un entramado distinto que lo hace más peligroso y difícil de combatir. Señal inequívoca de la venida del Mesías de Israel, quién le destruirá con el resplandor de su venida (2 Tes. 2:8).

         La batalla final enfrentará a la bestia y sus ejércitos, con el Mesías y los suyos; de lo que se desprende que no desaparecerá el islamismo radical hasta la venida del Mesías-Rey.

 

El reino venidero – 3

El reino venideroCómo se entra (1)

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios… el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3:3,5)

Si el reino al que se refería Jesús ante Pilatos no era de este mundo, la pregunta que surge inmediatamente es ¿dónde está? y ¿cómo podemos entrar en él? Una pregunta similar hicieron los fariseos al Maestro en cierta ocasión. Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros (Lucas 17:21). Observa que aunque Jesús enseñaba que su reino no era de este mundo, sin embargo, la expectativa de Israel era que vendría un día cuando se manifestaría. Esa fue más concretamente la pregunta de los fariseos a la que Jesús respondió que ya estaba aquí entre vosotros. Pero también habría un día futuro en que el reino se manifestaría. Como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día (17:24). Pero antes era necesario que el rey padeciera mucho, y fuera desechado por aquella generación (17:25). Por tanto, la entrada al reino que ya está aquí mediante la presencia del rey, aunque no se vea manifestado en la forma de un reino de este mundo, sí se hace evidente a través de sus obras. Recuerda lo que dijo Jesús en cierta ocasión: Mas si por el dedo de Dios hecho yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros (Lucas 11:20). Podemos entrar al reino de Dios ¿Cómo? La respuesta la encontramos en una conversación personal del Maestro con un importante hombre, principal entre los judíos, llamado Nicodemo. Jesús le dijo que para ver el reino hay que nacer de nuevo, se entra con otra naturaleza, lo cual nos enseña que el ámbito natural de la persona impide ver el reino de Dios, hay que nacer de nuevo, y ese nacimiento se produce mediante el agua (símbolo de la palabra de Dios Efesios 5:26 y Santiago 1:18), y del Espíritu. Esta nueva realidad toma forma a través del arrepentimiento y la fe en Jesús. Recuerda: el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio (Marcos 1:15). Pablo lo explicó de esta manera al relatar su conversión: para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados… que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento (Hechos 26:18-20).

         Podemos ver y entrar hoy en el reino mediante el arrepentimiento y la fe en Jesús. ¡Venid en pos de él!

El reino venidero – 2

El reino venideroEl reino

¿Eres tú el Rey de los judíos?… Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí (Juan 18:33-36)

Todo rey tiene su reino. En la lógica humana una persona que es proclamada rey debe tener un reino en algún lugar. Ese fue el razonamiento de Pilatos en su conversación con Jesús. El gobernador romano quiso incidir sobre los aspectos de su reinado al ver que Jesús era anunciado por las multitudes como rey de los judíos. La respuesta del Maestro tuvo que dejarle desconcertado: mi reino no es de este mundo. Como muchos de nosotros, Pilatos tuvo que pensar que no había peligro para su posición, y menos aún para la estabilidad del Imperio Romano, si el reino que se anunciaba no pertenecía a la esfera terrenal, se trataba del hecho religioso, y eso entraba dentro de un terreno que parece no preocupar a la política. Sin embargo, aunque el reino de Dios no es de este mundo, sí opera en este mundo y tiene una incidencia mayor de la que suponen muchos gobernantes humanos. Por otra parte, el reino de Dios tiene dos manifestaciones complementarias, por un lado en el corazón de los hombres que reciben al rey como Señor de sus vidas aquí y ahora, y eso siempre tiene consecuencias prácticas en la sociedad; y por otro, debemos entender que el reino de Dios tiene una manifestación futura que sí será palpable y tendrá una repercusión definitiva sobre todos los demás reinos. El profeta Daniel lo vio de esta forma al interpretar el sueño de Nabucodonosor: Hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días… Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó… Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra… Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre (Daniel 2:28-44). Por tanto, hay una manifestación invisible del reino de Dios que no es de este mundo, pero habrá otra que si será visible y derribará todos los demás reinos. Es lo que llamamos el reino mesiánico. Hoy, dice Pablo, el reino de Dios no consiste en comida y bebida, sino en justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17).

         El reino de Dios no es de este mundo, aunque ha leudado el mundo con su poder manifestado en justicia, paz y gozo por el Espíritu en sus hijos.

El reino venidero – 1

El reino venideroEl Rey

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de YHVH de los ejércitos hará esto (Isaías 9:6,7)

Identificar al rey que había de nacer era una prioridad en la esperanza de Israel. Estaba anunciado por los profetas. Vendría de la tribu de Judá, de la familia de David, y nacería en Belén Efrata. Cuando este niño nació vinieron de oriente unos magos preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle (Mateo 2:2). Cuando el rey Herodes escuchó la noticia entró en pánico. Se sintió amenazado. Y partir de ese momento hizo lo indecible para impedir el nacimiento y posterior crecimiento del niño destinado a ser rey de los judíos. Unos cuántos en Israel conocían las Escrituras que apuntaban al hijo de José y María como el rey anunciado. Otros no lo identificaron. Estaban confusos. Algunas de sus manifestaciones concordaban con él, pero no acababan de verlo claro. Reconocer la identidad del Mesías necesita una revelación dada por el Padre (Mateo 11:25-27) a quienes le esperan y mantienen una actitud de niños sin la arrogancia de los pensamientos altivos y el orgullo de la mente humana. Cuando el Maestro preguntó a los suyos qué decía la gente de él surgieron distintas opiniones formadas: unos Juan el Bautista; otros que Elías; otros que Jeremías, o alguno de los profetas. Y al preguntar a los discípulos: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo [el Mesías, el Ungido], el Hijo del Dios viviente. Pedro sabía por revelación del Padre que Jesús era el Mesías, el Ungido, un título real para el descendiente de la casa de David que había de venir. Fue lo que clamaron las multitudes cuando el Señor entró en Jerusalén: ¡Hosanna al Hijo de David! Y está escrito que: Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna (Mateo 21:4-11). El rey ha sido identificado mediante las profecías que anunciaban su llegada como un niño que tendría el principado sobre su hombro, sería llamado Admirable y su reino no tendrá límites. No hay duda: Yeshúa, el rey de los judíos, es el rey que había de venir… Y volverá.

         Los profetas de Israel identificaron al rey que había de venir. Muchos otros testigos posteriores confirmaron que Jesús era ese rey.

PANORÁMICA del Nuevo Testamento – 1 TIMOTEO

1 - TIMOTEO (2)Índice:

HISTORIA DE LA CARTA

  • Autor
  • Destinatario
  • Propósito

ENSEÑANZAS Y TEMAS

A. Instrucciones para la  iglesia

  1. Sobre ciertas enseñanzas extrañas (1:3-11) (4:1-5) (6:3-10)
  2. Sobre la oración (2:1-8) (4:4,5)
  3. Sobre los obispos (3:1-7)
  4. Sobre los diáconos (3:8-13)

B. Instrucciones personales  a  Timoteo

      Primera. Pelea la buena batalla de la fe (1:18) (6:12) (2 Ti.2:3,4) (2 Co.10:4)

     Segunda. Nutrido con las palabras de la fe (4:6)

     Tercera. Disciplínate a ti mismo para la piedad (4:7 LBLA)

     Cuarta. No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en        palabra, conducta, amor, fe y pureza (4:12)

     Quinta. Ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza (4:13)

     Sexta. No descuides el don espiritual que está en ti (4:14) (2 Ti.1:6)

     Séptima. Que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos  (4:15)

  Octava. Te mando… que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la              manifestación de nuestro Señor Jesucristo (6:13-16)

PREGUNTAS Y REPASO

1 - TIMOTEO (2)HISTORIA DE LA CARTA

Autor.  Escrita por el apóstol Pablo entre los años 62 al 64 d.C.

Destinatario. El joven discípulo Timoteo, colaborador del apóstol desde su segundo viaje misionero (Hch.16:1-3). Timoteo era natural de Listra (Hch.16:1), de madre judía y padre griego. Seguramente fue convertido por Pablo (1 Ti.1:2) en su primer viaje misionero, luego le tomó como colaborador dentro del equipo evangelístico que dirigía (Hch.16:1-3). Timoteo fue llamado por Dios al ministerio (2 Ti.1:9). Recibió capacitación espiritual por la imposición de manos del presbiterio (grupo de líderes), y de Pablo. (1 Ti.4:14) (2 Ti.1:6). Fue fiel colaborador del antiguo perseguidor de la iglesia, de su entera confianza, y quien continuó la obra apostólica después de él. Cuando recibió la carta era pastor principal de la iglesia de Éfeso. Las congregaciones aún no tenían grandes edificios para el culto, llevaban a cabo su labor en las casas mediante la instrucción de los discípulos a través de pastores locales; la misión de Timoteo era capacitar a estos responsables dirigiéndolos en su labor.

Propósito. Lo encontramos expuesto de la siguiente manera: Te escribo para que sepas cómo debe conducirse uno en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y sostén de la verdad (3:15 LBLA). El autor tiene dos objetivos principales al escribir esta carta a su discípulo más aventajado. Por un lado facilitarle consejos importantes de cómo debe dirigir la iglesia de Dios, y por otro instruirle personalmente para que su ministerio sea sólido y eficaz.

ENSEÑANZAS Y TEMAS

Esta epístola es de las denominadas pastorales, dirigidas especialmente a los líderes y responsables de las iglesias. Las otras dos son 2 Timoteo y a Tito. Una lectura panorámica de esta primera carta a Timoteo nos muestra que el apóstol Pablo orienta su escrito en dos direcciones fundamentales. Por un lado instrucciones para la iglesia que el joven debe establecer en su liderazgo sobre la congregación, y por el otro consejo personal que facilite la labor pastoral que debe llevar a cabo. Sobre estos dos objetivos desarrollaremos nuestro tema a continuación.

A. INSTRUCCIONES PARA LA IGLESIA

  1. Sobre ciertas enseñanzas extrañas (1:3-11) (4:1-5) (6:3-10)

Una vez predicado el evangelio en cualquier tiempo y lugar se produce un hecho inevitable: aparece la cizaña junto con el trigo. La parábola del Maestro lo dejó meridianamente claro. Pero mientras los hombres dormían, vino un enemigo y sembró cizaña, entre el trigo, y se fue (Mt.13:25 LBLA). Debemos tener claro que hay un enemigo dispuesto a mezclar el mensaje original del evangelio con doctrinas espurias con el fin de sembrar confusión para impedir el avance de la verdad que nos liberta y encamina a los propósitos eternos de Dios. Pablo lo llama doctrinas extrañas y le instruye a Timoteo para que impida el desarrollo de esas enseñanzas que vienen mediante predicadores posteriores al mensaje apostólico (1:3). Además le dice que no presten atención a mitos y genealogías interminables que producen discusiones inútiles en lugar de hacer avanzar el plan de Dios que es por fe (1:4). ¡No presten atención! Es decir, no prestar el oído para discusiones sobre mitos y genealogías a las que eran muy dados los maestros de la ley. Hoy ocurre lo mismo y más a través del mal uso que se hacen de las redes sociales donde es vergonzoso constatar la inmensidad de charlatanes que proliferan. La máxima apostólica es no prestar atención, poner el oído en aquello que edifica la fe y hace avanzar el plan de Dios. Una premisa muy necesaria para nuestros días.

Más adelante el apóstol vuelve al mismo tema, en esta ocasión para exponer claramente el origen de esas doctrinas extrañas. Observa con atención (aquí sí hay que activar todos nuestros sentidos) su mensaje: Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (4:1). En otro lugar pablo enseña que la fe viene por el oír la palabra de Dios (Rom. 10:17), aquí nos dice que la apostasía también viene por oír, (prestar atención), lo cual no es un oír casual, sino quedar atrapado en el hechizo de doctrinas de demonios y espíritus engañadores. No debemos ignorar sus maquinaciones. El poder de la mentira es uno de los más grandes poderes de este siglo. Asistimos hoy perplejos a la fascinación que producen ciertas ideologías predominantes que se están imponiendo como pensamiento único, subyugando naciones enteras en un festival de manipulación aceptado sumisamente por nuestros políticos que legislan para establecer como verdades intocables temas globales como el clima y sus consecuencias sobre la agricultura y la ganadería y por tanto sobre el sector primario y su repercusión sobre la alimentación mundial, la familia y su destrucción mediante nuevos modelos alejados de la ley natural que pervierten la esencia del ser humano poniendo en duda su identidad biológica y negando a los padres la capacidad de influir sobre sus hijos previamente manipulados generalmente en edades tempranas. Algunas de las denominaciones cristianas tradicionales también se están plegando a estos modelos de vida y sus agendas perversas alejándonos de la verdad revelada y conduciendo a las naciones lejos de la voluntad de Dios. Esta manipulación mundial está produciendo una apostasía de la fe de nuestros padres porque han conseguido conquistar nuestro oído; somos responsables de saber a quién estamos prestando nuestra atención, a quién oímos, porque acabamos siendo lo que digerimos. El apóstol nos dice claramente, porque lo ha oído del Espíritu de Dios, de donde emanan estas aguas contaminadas, este ajenjo que contamina y confunde nuestros sentidos en el discernimiento del bien y del mal. Hay una contaminación peor que la del carbón y las energías llamadas fósiles, es la alteración de la ley natural poniendo en duda la esencia misma del ser humano, que se produce mediante espíritus engañadores y doctrinas de demonios, por tanto, procedentes del mundo espiritual de las tinieblas, que son asumidas por hombres perversos y malos, para darle expresión en el mundo físico con pensamientos altivos de hombres soberbios y rebeldes que pretenden establecer un dominio desechando al Hacedor y Creador, como en los días de Nimrod en la llanura de Sinar. El texto de Pablo nos habla de hipocresía de mentirosos, un tándem nocivo en extremo, que prohibirán casarse, es decir, ataques a la familia mediante subterfugios como un sistema perverso en el que solo se puede sobrevivir trabajando ambos cónyuges para conseguir a duras penas un sueldo que les permita sacar adelante una familia de dos hijos en el mejor de los casos, o enfrentando los sexos en una guerra artificial, que presenta al hombre como un depredador sexual o asesino de mujeres usando algunos casos realmente repugnantes creando de comportamientos minoritarios un drama general. Además de prohibirnos alimentos que Dios creó en abundancia para «salvar el planeta» comiendo insectos y carne sintética. Observa que la base está en la prohibición y eso en sociedades llamadas libres y democráticas. ¡Qué gran hipocresía! Recuerda que la exposición del apóstol a Timoteo comienza con la importancia que tiene a quien prestamos atención, ¡qué oímos!

En el otro texto que hemos escogido de esta carta sobre las enseñanzas extrañas a las que Timoteo tiene que estar atento, nos da algunas claves más. Leemos. Si alguno enseña una doctrina diferente y no se conforma a las sanas palabras, las de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido y nada entiende, sino que tiene un interés morboso en discusiones y contiendas de palabras… (6:3,4). Vemos aquí el contraste entre la doctrina de la piedad según las enseñanzas del evangelio de Jesús y doctrinas diferentes que producen envanecimiento humano y contiendas interminables. Todo ello por rechazar la piedad, que en este contexto viene a ser el contentamiento de una vida sencilla, porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos llevar; pero teniendo nuestras necesidades básicas cubiertas estar contentos con lo que tenemos… Este razonamiento ha venido a ser extremadamente odioso en una sociedad materialista orientada a la codicia, el consumo y los excesos de todo tipo. La ambición personal se ha convertido en una virtud a reseñar en los nuevos curriculum a la hora de buscar trabajo. Ambición que no repara en el prójimo, sino únicamente en sí mismo, en un egoísmo exacerbado propio también de los últimos tiempos; amadores de sí mismos (2 Tim.3:1,2). Esta ambición dañina conduce a la pretensión de enriquecerse a toda costa, y los que así se conducen caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañinos que hunden a los hombres en la ruina y perdición (6:9). Esta mala doctrina ha penetrado, mediante el pensamiento neoliberal, en muchas iglesias de nuestros días, impulsadas por doctrinas de demonios y espíritus engañadores pervirtiendo el evangelio de las sanas palabras de nuestro Señor. Ser próspero se ha convertido en una señal de la bendición de Dios, y vivir una vida sencilla, humilde, conformado a las palabras del evangelio, en muestra de falta de fe. Semejante perversión no puede ser más extraña al evangelio de Jesús.

Adelantándonos a una de las instrucciones de Pablo a su discípulo en la segunda carta a Timoteo, podemos ver que esta perversión que denunciamos comienza en una falta de buena predicación, porque se pretende que semejantes doctrinas extrañas sean bíblicas, por eso dice el apóstol: Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, y reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción., Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos; y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos (2 Tim.4:2-4). Nuestra generación se ha cansado de la verdad del evangelio y la sana doctrina, y se han vuelto a mitos y fábulas poniendo su oído en maestros que les dicen lo que quieren oír conforme a sus propios deseos, otra vez el mismo patrón: egoísmo, egocentrismo; apartando el oído de la verdad. No quieren la verdad, prefieren la mentira placentera que la verdad liberadora. La doctrina de la piedad les aburre. Aborrecen la sencillez de una vida orientada al servicio de los demás, solo piensan en como enriquecerse y conseguir los máximos placeres traicionando en el camino la verdad, aunque sea la verdad del evangelio que un día abrazaron y del que hoy apostatan.

El apóstol quiere evitar que el mensaje de Dios quede libre de tales doctrinas extrañas, por lo que insta a su discípulo a que pelee la buena batalla de la fe para que el evangelio pueda ser transmitido a la siguiente generación en su pureza original. La lucha siempre ha sido cruenta, pero necesaria.

  1. Sobre la oración (2:1-8) (4:4,5)

Ante el naufragio de la fe de algunos mediante doctrinas extrañas que pervierten el evangelio, la doctrina apostólica insiste en la necesidad de la oración comunitaria. La oración es fuente de poder, que diría el gran maestro de la oración E.M. Bounds. Para el apóstol Pablo una vida eficaz de oración era fundamental para que la palabra de Dios corriera veloz, por lo que pedía a las congregaciones que levantaba su ayuda en este servicio de fe. Además, en sus instrucciones a Timoteo le da algunos consejos prácticos para que los hermanos oren con eficacia y dirección.

Exhorto, pues, ante todo que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todo los hombres… (2:1). Subrayo «por todos los hombres». No hay persona que no pueda ser objeto de nuestras oraciones y por tanto de ser influido por la voluntad de Dios mediante la vida de oración de la iglesia. La exhortación es «ante todo». Prioritario. Estamos ante una de las claves del deterioro de nuestras sociedades occidentales. Gran parte de la decadencia que vivimos es consecuencia de la negligencia y tibieza de nuestra vida de oración. Pablo comenzó su primer viaje misionero al lado de Bernabé después de una reunión de oración y ayuno en la que el Espíritu Santo habló y los envió a las naciones (Hch.13:1-4).

Dentro de ese «todos los hombres» menciona especialmente a las autoridades: por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad (2:2). Y añade, Porque esto es bueno y agradable delante de Dios (2:3). Una vida de oración eficaz de la iglesia nos evitaría la maldición de gobernantes impíos que causan tanto daño. Deberíamos preguntarnos si uno de los motivos por los que tenemos hoy en España una de las peores generaciones de gobernantes es por nuestra negligencia en la vida de oración. Que ocupen los puestos de máxima responsabilidad de gobierno personas cuyo único mérito sea servir a un sistema corrupto de partidos, doblegándose sin escrúpulos ni principios a los caprichos del líder que los pone, es seguramente una consecuencia, entre otras, de la decadencia espiritual de la mayoría de las iglesias. No ha habido una voz profética de nuestros representantes denunciando el pecado, sino que en muchos casos se han plegado al poder sin molestar por un poco de reconocimiento y subvención estatal. Y cuando se organizan eventos de oración por el país en muchas ocasiones no son más que reuniones para sentirnos importantes, con un programa seco de vida quebrantada, sin espíritu de oración salvo los mecanismos fríos de una intercesión sin vida y sin coste alguno conformados con haber cumplido el papel de forma legalista.

Por consiguiente, quiero que en todo lugar los hombres oren levantando manos santas, sin ira ni discusiones (2:8). Gran parte de lo que llamamos el pueblo de Dios está dividido, fragmentado y enfrentado, en la mayor parte de las veces por motivos pueriles de «egos» sin crucificar, cada uno pensando ser el ombligo del mundo, pero hacemos el esfuerzo «titánico» de juntarnos un ratito para orar (esto en el mejor de los casos, porque a menudo ni siquiera superamos los obstáculos para aunar esfuerzos en este tema por nuestras distintas formas de entender y practicar la oración) de cara a la galería para rápidamente continuar cada uno con sus magnos proyectos personalizados. Sin embargo, cuando conseguimos evitar los estorbos a nuestras oraciones por la ira y las contiendas, podemos alcanzar el trono de Dios para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. En muchas ocasiones no se necesitan multitudes en esta batalla, basta dos o tres, incluso uno, como en el caso de Daniel en Babilonia, para cambiar la historia. Elías vivió en medio de una generación entregada a la idolatría y la manipulación hechicera de Jezabel en el trono de la nación, y sin embargo oro fervientemente para que no lloviera y no llovió, luego volvió a orar y vino una gran lluvia que alejó el fantasma del hambre.

La Biblia está llena de hombres y mujeres de oración que cambiaron el curso de la historia. Recuerda a Ana, la madre de Samuel, y su alma afligida por la esterilidad, además de consumida por su Penina cercana, que derramó su alma sin articular palabras audibles y fue oída en el trono de la gracia liberando un profeta que cambiaría el clima espiritual de toda una nación, además de ungir a dos reyes. Y qué diremos de Moisés en el desierto en medio de la queja crónica de un pueblo duro de cerviz. Y un Nehemías cuya vida de oración le llevó a Jerusalén para construir las murallas en medio de gran tribulación, consiguiendo levantar de sus cenizas a un pueblo que regresaba del cautiverio. Y tantos y tantos hombres y mujeres anónimos que a lo largo de la historia de la iglesia han sostenido el edificio de la fe con sus vidas de oración y ayunos, como la viuda Ana, y el anciano Simeón que esperaban la redención de Israel y pudieron ver el advenimiento del Mesías, llegando así al máximo propósito de sus vidas; por eso oraron: Ahora, Señor, permite que tu siervo se vaya en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz de revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel (Lc.2:29-32).

  1. Sobre los obispos (3:1-7)

A continuación el apóstol instruye a Timoteo para que sepa escoger a las personas idóneas como supervisores de la congregación de Dios. Palabra fiel es esta: Si alguno aspira al cargo de obispo, buena obra desea hacer (3:1). Gran parte de la continuidad de la obra de Dios radica en encontrar a las personas apropiadas para cuidar el buen desarrollo de una congregación sana. Por ello Pablo se para aquí y expone los requisitos que deben tener quienes anhelen esta aspiración. El término «obispo» que ha venido a significar un título de prestigio y elevación sobre la grey de Dios no es el sentido que expresa el sentir apostólico. El oficio de obispo tiene su base en la tradición judía de los ancianos (presbítero) del pueblo, viene de la palabra episkopos que significa vigilantes, guardianes, inspectores, velar por, proteger, vigilar o guardar. Por tanto son supervisores que cuidan de los hermanos a su cargo como ancianos/obispos que viene a tener el mismo significado. El obispo supervisa no domina. Protege con un corazón de servicio y para ello Pablo hace una amplia lista de las cualidades que debe tener: Debe ser irreprochable, marido de una sola mujer, (el texto griego no se refiere al adulterio ni a la poligamia, sino a las segundas nupcias), sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso, que gobierne bien su casa, no un recién convertido, para que no caiga en la condenación del diablo, debe tener buena reputación entre los de fuera de la iglesia, para no caer en descrédito y lazos del diablo. Como vemos todo un compendio de virtudes que adornan un carácter maduro y piadoso. No tiene nada que ver con un título ostentoso para impresionar y elevarse sobre los que han puestos bajo su cuidado, sino siendo ejemplos y referentes, alejados del tipo de liderazgo empresarial que predomina en muchas congregaciones actuales, especialmente muchas de las llamadas mega iglesias, que actúan según los parámetros de un liderazgo piramidal con sus franquicias que reproducen una visión particular en lugar de hacer discípulos del Maestro y no soldaditos de plomo del líder principal. Cuando la iglesia falla en este cometido pone las bases a todo tipo de modelos sectarios que acaban dispersando y decepcionando a muchos hermanos que se alejan de la fe y son traspasados de muchos dolores. Deberíamos recordar a menudo las exhortaciones del profeta Ezequiel sobre los pastores que se apacientan a sí mismos (Ez.34:2) y del profeta Jeremías sobre aquellos que profetizan sueños falsos y los cuentan y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y presunciones (Jer.23:32). Precipitarse en poner al frente de la congregación a personas jóvenes en la fe, sin la madurez requerida, significa abrir una brecha por la que el diablo penetrará para conducirlos a su misma condenación mediante la soberbia y la arrogancia que destruye la obra de Dios. O personas con gran carisma personal llenos de codicias ocultas por un tiempo que se manifiestan especialmente cuando alcanzan cierta notoriedad y éxito para sucumbir estrepitosamente en el tiempo de su caída. Necesitamos regresar urgentemente a las instrucciones apostólicas que en esta carta Pablo expone a Timoteo, y que en su segunda carta expresa así: Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros (2 Tim.2:2).

  1. Sobre los diáconos (3:8-13)

Nos encontramos ahora con el término diáconos que de la misma manera que los obispos nada tiene que ver con un título sino con una función de servicio. Diákonos significa servidores y son dados a los supervisores (obispos) como ayudadores en las diversas tareas que se realizan en una congregación local. La lista que el apóstol hace de las personas que anhelan servir como diáconos es muy parecida a la de obispos. La función de diácono puede ser un trampolín para alcanzar nuevas metas de servicio con mayor responsabilidad. Tenemos el ejemplo de los siete diáconos escogidos para servir a las necesidades de las viudas en la iglesia de Jerusalén (Hch.6), de la que el texto bíblico resalta luego el ministerio evangelístico de Felipe y el de Esteban como primer mártir de la iglesia. En este caso también había requisitos para ser escogidos como diáconos: escoged de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encargar esta tarea (Hch.6:3). Por su parte el apóstol Pablo menciona los siguientes: Los diáconos deben ser dignos, de una sola palabra, no dados al mucho vino, ni amantes de ganancias deshonestas, sino guardando el misterio de la fe con limpia conciencia (1 Tim.3:8,9). También aparecen mujeres diaconisas (3:11), que bien pueden ser las mujeres de los diáconos o mujeres escogidas para esta función específica. Recordemos a la hermana Febe, diaconisa de la iglesia de Cencrea (Rom.16:1,2) a la que Pablo recomienda a los hermanos de Roma, y cuyo papel principal ha sido ayudar a muchos, incluso al mismo apóstol, es decir, ha hecho un buen servicio que debe ser reconocido como también lo expresa la iglesia de los tesalonicenses: Os rogamos hermanos, que reconozcáis a los que con diligencia trabajan entre vosotros, y os dirigen en el Señor y os instruyen, y que los tengáis en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo (1 Tes.5:12,13). Como podemos ver el reconocimiento siempre viene por la vía del servicio, siguiendo el ejemplo del Maestro y Señor, que vino a servir, no para ser servido, y dar su vida en rescate por muchos (Mr.10:45).

Más adelante en la misma carta el apóstol da instrucciones a Timoteo sobre el trato respetuoso que se debe dar a los ancianos y ancianas de edad (5:1,2); a los jóvenes y las viudas, entre ellas distingue a las viudas jóvenes de las que superan los sesenta años. De las primeras dice que se casen y críen hijos (5:3-16). También menciona a los ancianos que gobiernan bien para que sean tenidos por dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y enseñanza (5:17). Por último, le da consejos sobre todos los que están bajo el yugo como esclavos, para que consideren a sus amos como dignos de todo honor siendo así adornada la doctrina (6:1,2) (Tito 2:9,10) (Ef.6:5-8). Tampoco se olvida de los ricos para que no pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir, acumulando para sí el tesoro de un buen fundamento para el futuro, para que puedan echar mano de lo que en verdad es vida (6:17-19). Todo un «cursillo» para combatir el materialismo exacerbado usando los recursos en beneficio de los demás sin acapararlos ni usarlos como medio de dominación e imposición sobre los demás, una tentación demasiado frecuente en quienes acumulan riquezas desproporcionadas. Como vemos, el autor de la carta pasa por todas las capas sociales de la época y que estaban representadas en la iglesia. A continuación veremos las instrucciones personales que le da a su discípulo.

B. INSTRUCCIONES PERSONALES A  TIMOTEO

En los pasajes que veremos seguidamente, Timoteo recibe consejos como cristiano, joven, y pastor de una iglesia, en su caso la de Éfeso; lo que nos hace a nosotros partícipes, puesto que en alguna de esas áreas estaremos representados, o tal vez en más de una.

Primera. Pelea la buena batalla de la fe (1:18) (6:12) (2 Ti.2:3,4) (2 Co.10:4). Sin duda, hay muchas batallas que libramos a lo largo de nuestra vida, pero la batalla de la fe es la buena batalla. Es buena porque es la batalla de Dios, y Dios es bueno (Sal.34:8). Es una batalla contra las tinieblas que esclavizan al ser humano desde lo hondo de su ser y en favor de la salvación de su alma y la de muchos otros. La vida cristiana es una buena milicia que hay que pelear conforme a las profecías que se hacen sobre nosotros, en el caso de Timoteo mediante la imposición de manos del presbiterio (1:18 y 4:14), y el nuestro en ocasiones de la misma manera; y además por la palabra profética más segura a la que debemos estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro (2 P.1:19) liberando una palabra vivificada que impulse nuestras vidas a la acción. A esta batalla somos llamados como soldados de Jesucristo (2 Tim.2:3,4) para librar una batalla de fe mediante las armas espirituales de  nuestra milicia, que no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios (2 Co.10:4,5).

Segunda. Nutrido con las palabras de la fe (4:6). Un buen soldado debe estar bien alimentado para poder combatir con eficacia. Nuestro alimento indispensable es la palabra de Dios, nutridos con las palabras de la fe y de la buena doctrina que Timoteo había seguido del apóstol Pablo y nosotros también debemos hacerlo, así como de toda palabra que sale de boca de Dios. (Mt. 4:4) (Rom.10:17) (Col.3:16) (1 P.2:2). Todo el consejo de Dios (Hch.20:27) para no caer en el sectarismo. Observa que hablamos de estar  nutridos, bien alimentados, no solamente de engrosar nuestra mente intelectualmente de teología o filosofía, sino habiendo asimilado la palabra de verdad, diluida en nuestro organismo espiritual, el nuevo hombre, de tal manera que renueva nuestros pensamientos y por tanto nuestra manera de actuar. La buena nutrición tiene el potencial de mantenernos sanos acumulando los nutrientes necesarios que edificarán una fe sólida en la verdad. También se menciona «la buena doctrina que has seguido», dice el apóstol; recordemos que la hemos recibido, no es nuestra, ni de nuestra denominación, no es original ni creativa, es un legado recibido de los profetas y apóstoles, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, él es nuestra doctrina y visión. No es para ser doctrinarios peleando sobre matices o énfasis de líderes carismáticos o legalistas, es buena doctrina, sana, liberadora, transformadora, como enseñó el Maestro, si permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn. 8:31,32). La buena doctrina del evangelio no está diseñada para atarnos a un sistema teológico denominacional, ni para convertirnos en autómatas sin corazón; las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida, dijo la doctrina encarnada, Jesús de Nazaret (Jn.6:63). Por tanto, nutridos con las palabras de la fe, no obesos al borde de un infarto por sobre alimentación nociva.

Tercera. Disciplínate a ti mismo para la piedad (4:7 LBLA). El ejercicio físico ha vuelto loca a esta generación. Vivimos un autentico fanatismo por el deporte, que es bueno siempre en su justa medida, pero hemos abandonado la piedad, también muchos creyentes, y centramos nuestro tiempo y dinero en gimnasios altamente sofisticados que nos atrapan en el culto al cuerpo y la obsesión por la apariencia física que se ha convertido en una de las grandes idolatrías de nuestro tiempo. El apóstol le dice al discípulo a continuación que el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera (4:8). Vivimos en el tiempo de las adicciones, y una que sin lugar a dudas nos ha cautivado hasta convertirla en culto es el deporte. Hay todo un grandísimo negocio desde hace décadas alrededor del esfuerzo físico en sus múltiples facetas que nos recuerda el abandono de la piedad en favor de la imagen saludable y sensual. Pablo dice: disciplínate a ti mismo para la piedad. La disciplina es buena y recomendable, el mismo autor lo dice en su primera carta a los corintios (1 Co.9:24-27), golpea su cuerpo y lo pone en servidumbre (observa: en servidumbre, no dueño y señor que le dirige) para obtener una corona incorruptible de gloria. Por supuesto que hemos invertido el sentido y nuestra sociedad materialista y consumista ha abandonado la fe que produce una vida piadosa por las múltiples manifestaciones de egoísmo que nos han embriagado de nosotros mismos. El soldado de Jesucristo conoce la importancia de la disciplina y su aplicación personal. La disciplina piadosa nos da carácter probado poniendo un buen fundamento en lo porvenir. La versión de la Biblia NTV traduce así estos textos: No pierdas el tiempo discutiendo sobre ideas mundanas y cuentos de viejas. En lugar de eso, entrénate para la sumisión a Dios. El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y en la vida que viene (1 Tim.4:7,8). La instrucción del apóstol a Timoteo la repite un poco más adelante, diciendo: Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren (1 Tim.4:16).

Cuarta. No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza (4:12). La juventud no debe ser un impedimento para desarrollar un ministerio cristiano eficaz, sino un tiempo cuando pueda ponerse un fundamento sólido, como soldado del Señor, para toda una vida de gran provecho. Timoteo conocía las Escrituras desde la niñez (2 Tim.3:15), las cuales nos pueden hacer sabios para la salvación, y su ejemplo debía ser un referente para los hermanos. Al contrario de nuestro tiempo, donde se considera ser jóvenes como un factor privilegiado frente a la madurez de personas adultas, en la sociedad del siglo I, y especialmente en el mundo judío, ocurría lo contrario, ser joven era un hándicap para ocupar puestos de enseñanza, y por el contrario se valoraba mucho más a las personas mayores. Timoteo debía demostrar que su juventud no sería menoscabo para desarrollar su labor pastoral, por el contrario debería manifestar su eficacia siendo un verdadero ejemplo en palabra de verdad, una buena conducta y en las virtudes cristianas esenciales como el amor, la fe y una vida de pureza. Precisamente una de las objeciones del profeta Jeremías al ser llamado por Dios fue la de apelar a su juventud para evitar el desafío de su misión, por el contrario, el Señor no acepto ese argumento, sino que afirmó su confianza en el futuro profeta, que había sido llamado y conocido antes de ser formado en el vientre de su madre, y antes de nacer ya había sido apartado para la misión profética a las naciones (Jer.1:5-10). Lo cual nos muestra que una vida sometida a la voluntad de Dios, al margen de su edad, es el requisito indispensable para desarrollar un servicio eficaz. También nosotros podemos ser útiles al Señor desde nuestra juventud si estamos dispuestos a aprender con humildad sin envanecernos. Como está escrito: Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud (Lam.3:27). Acordarse del Creador desde los días de nuestra juventud pondrá buen fundamento cuando lleguen los días malos en los que podamos lamentarnos sin contentamiento por no haber aprovechado correctamente nuestro tiempo pasado (Ecl.12:1). El apóstol Pablo quiere evitarle a su discípulo esa experiencia y por ello le aconseja que no menosprecie ni eche a perder su juventud, más bien que edifique toda su vida a ser ejemplo de utilidad para su generación.

Quinta. Ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza (4:13). La vida de Timoteo, desde su niñez, estuvo influida por las Sagradas Escrituras. La fe de su abuela Loida y su madre Eunice le impactaron con una fe vigorosa (2 Tim.1:5) que después fue desarrollada ampliamente cuando llegó Pablo a Listra y quiso que fuera con él (Hech.16:1-3). A pesar de ello, el apóstol le insta ahora a seguir ocupándose de la lectura de las Escrituras, lo cual nos enseña que toda nuestra vida cristiana, al margen del tiempo que llevemos en el evangelio, debe estar centrada en el estudio que pueda consolidar después la exhortación y la enseñanza. Fue también el mensaje del Señor a Josué. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá  bien (Jos.1:8). Es la misma exhortación del salmo 1. Sino que en la ley de YHVH está su delicia, y en su ley medita de día y de noche (Sal.1:3). El resultado será vivir cerca de las corrientes de agua, como un árbol, que da su fruto a su tiempo, mantiene la hoja perenne y todo lo que hace prospera. Fue el mensaje de Jesús también a quienes no le creían: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida (Jn.5:39,40). Él mismo les abrió el entendimiento a los dos discípulos de Emaús exponiendo lo que decían las Escrituras que había de cumplirse, y al hacerlo, sus corazones ardían ante la exposición impresionante con que el Maestro les deleitó (Lc.24:32,44,46). Nuestra ocupación en la lectura de las Escrituras, si lo hacemos con el corazón adecuado, nos coloca en el epicentro de la revelación de Dios que transformará nuestras vidas y la de muchos otros sobre los que podemos influir de múltiples formas. Esta práctica la hemos abandonado trágicamente en muchas iglesias. Hemos suplantado el estudio, la meditación sosegada y cuidadosa de las Escrituras por múltiples entretenimientos que nos han hundido en gran debilidad de la fe y confusión de doctrinas extrañas. Por otro lado hemos aprendido algunas cosas que nos han hecho arrogantes y engreídos, contrariamente a lo que enseñan las Escrituras, para enseñorearnos de otros en lugar de ser ejemplos como Pablo le dice a Timoteo. Debemos acercarnos a la revelación escrita con humildad, disponer nuestros corazones para ser corregidos, instruidos en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea maduro y esté preparado para toda obra buena (2 Tim.3:16,17) (Col.3:16,17).

Sexta. No descuides el don espiritual que está en ti (4:14) (2 Ti.1:6). Juntamente con el estudio de las Escrituras debe estar activado el don de Dios en nuestras vidas. Jesús dijo: Las palabras que os he hablado son espíritu y sin vida (Jn.6:63). Podemos caer, y lo hacemos, en dos extremos que deberían ser complementarios y nunca excluyentes. Por un lado, estudiosos de la Biblia, y por el otro, fluir en el Espíritu con libertad. Sin embargo, a menudo nos volvemos áridos en la enseñanza, o volátiles y excéntricos en los dones espirituales. Aquí el apóstol insta a Timoteo a no descuidar el don que ha recibido, y que le fue liberado mediante profecía con la imposición de manos del presbiterio o grupo de ancianos. Se trata del don del Espíritu Santo (Hch.2:38) (Hch.10:45) (Hch.11:17) que se manifiesta de múltiples formas, en el caso de Timoteo parece ser que fue el de evangelista (2 Tim.4:5). En otro lugar le dice que lo avive, que no pierda el fuego del don (2 Tim.1:6). Por lo cual vemos que se trata de mantener una combinación de ocupación en el estudio de las Escrituras y a la vez de fluir en el don del Espíritu que nos ha sido dado. Ambas partes deben ir juntas, son recíprocas, complementarias, inequívocamente necesarias para un servicio eficaz a los hermanos. A menudo dividimos a las iglesias en conservadoras y carismáticas como si fueran cosas distintas y excluyentes, o tal vez como si pudiéramos elegir lo que mejor se acomode a nuestra personalidad. Deberíamos saber conservar la verdad con firmeza y solidez, presentando defensa de la esperanza que tenemos (1 P.3:15), y a la vez no descuidar la manifestación del don carismático que hemos recibido fluyendo en el Espíritu de Dios con la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Necesitamos ocuparnos en la lectura de la palabra de Dios y no descuidar el don avivándolo continuamente, siendo llenos del Espíritu (Ef.5:18), sin apagarlo, ni menospreciar las profecías, examinándolo todo, reteniendo lo bueno (1 Tes.5:19-21).

Séptima. Que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos  (4:15). Mi madre, una mujer realmente trabajadora, siempre decía «el tiempo es oro y el que lo pierde es un bobo». Era imposible estar cerca de ella sin hacer nada, nos conminaba o reprendía, en ocasiones desmedidamente, con el fin de que aprovecháramos bien el tiempo. El buen uso del tiempo que nos ha sido dado es un reflejo de gran parte de nuestro carácter. La Biblia está llena de exhortaciones a la diligencia y amonestaciones contra la pereza. El apóstol Pablo lo expresa así: En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor (Rom.12:11). Hoy hemos sido atrapados en la cultura del entretenimiento. Existe una gran industria dirigida a mantenernos ocupados haciéndonos perder el tiempo en cosas superfluas, una paradoja propia de una generación orientada hacia las adicciones. A la vez pone de manifiesto la falta de sentido y propósito que nos azota. El Maestro nos advierte sobre el paralelismo entre los días de Sodoma y Gomorra y los últimos tiempos, una de cuyas características es la ociosidad que siempre da lugar a todo tipo de manifestaciones pecaminosas y disolutas. He aquí, esta fue la iniquidad de tu hermana Sodoma: arrogancia, abundancia de pan y completa ociosidad tuvieron ella y sus hijas; pero no ayudaron al pobre ni al necesitado (Ez. 16:49). Pablo exhorta a Timoteo a estar ocupado en lo que realmente es provechoso, permaneciendo en la práctica de la lectura, la exhortación, la enseñanza, no descuidar el don, sino ejercerlo en beneficio de los hermanos, todo ello dará como resultado que su aprovechamiento será puesto de manifiesto siendo un ejemplo para los creyentes. Además, esta actitud provechosa le traerá el cuidado de sí mismo (4:16). Lo cual siempre es una necesidad vital para la vida de los responsables de las congregaciones. Los pastores deben ser realmente diligentes en seguir estos consejos apostólicos, de lo contrario dejarán de ser referentes y modelos produciendo la dispersión de la grey de Dios. El aprovechamiento es lo que marca la diferencia entre unos cristianos y otros, entre unos pastores y otros. El apóstol insiste: Mirad, pues,  con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos (Ef.5:15,16). Y la mejor forma de hacerlo es siendo entendidos de cuál sea la voluntad de Dios (Ef.5:17); lo cual nos lleva nuevamente al inicio de toda esta instrucción, es decir, vivir ocupándonos en la lectura, exhortación, enseñanza y el buen uso de los dones recibidos.

Octava. Te mando… que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo (6:13-16). Este mandato que el apóstol encarga a su hijo Timoteo lo hace delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato. Es decir, no es una orden caprichosa de un líder autoritario que pretende imponer su voluntad sobre los demás. Lo hace bajo el temor de Dios, sabiendo que vive ante su presencia y autoridad, por lo tanto, exponiendo su propia vida como quien ha alcanzado madurez para persuadir a quienes están bajo su responsabilidad (1 Co.2:6) (Heb.5:14). Todo ello muy alejado de posturas dominantes y abusos que han predominado en las últimas décadas entre quienes se han enseñoreado de la congregación de Dios, ejerciendo más como señores que como verdaderos siervos y ejemplos. El mandamiento que Pablo escribe a Timoteo para que sea guardado sin mácula ni reproche, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, es la palabra del evangelio en su amplitud. Todo el consejo de Dios, dirá en otro lugar. Es el evangelio que Pablo predicaba entre los gentiles y que expone ampliamente en sus cartas a los Romanos y los Gálatas. El apóstol Juan lo resume así: Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio (1 Jn.2:7). El mensaje del evangelio, que en síntesis es Jesús y su obra redentora, ya estaba destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros (1 P.1:18-20); estaba escondido desde la fundación del mundo, dice el Maestro enseñándolo mediante parábolas (Mt.13:35). Precisamente en este último texto de Mateo, donde Jesús enseña acerca del reino a través de parábolas, hay un denominador común que sigue cada una de ellas, se le llama la palabra del reino (13:19), la buena semilla (13:24), trigo (13:25), grano de mostaza que crece hasta convertirse en árbol (13:31,32), levadura hasta que todo fue leudado (13:33), es un tesoro escondido (13:44), una perla preciosa (13:46), y una red de donde recogen lo bueno (13:48). Todas estas metáforas nos hablan de la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación que una vez sembrado, predicado y recibido en buena tierra nos hace renacer de una simiente incorruptible, que vive y permanece para siempre (1 P. 1:23-25). Es el Verbo de Dios (Jn.1:1,14), la verdad que nos hace libres (Jn.8:31), la salvación que fue preparada en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles (las naciones), y gloria de tu pueblo Israel (Lc.2:29-32). Este mandamiento es el que Timoteo debe guardar sin mácula ni reprensión, debe mantenerlo puro en su esencia para poder transmitirlo a las siguientes generaciones tal y como fue anunciado al principio. Porque hay un enemigo que viene a sembrar cizaña mezclándola con el trigo para diluir el mensaje; hay espinos que ahogan la palabra mediante los afanes de este siglo y el engaño de las riquezas (Mt.13:22) haciéndola infructuosa, este pulso hay que mantenerlo hasta la aparición del Señor. Por lo cual hay una batalla que pelear, contender ardientemente por la fe del evangelio (Jud.1:3), porque en él están las palabras de vida eterna, el acceso a la inmortalidad (1 Tim.6:16), contiene la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad, y que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, quién abolió la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio (2 Tim.1:9,10 LBLA). Por tanto, la exhortación a Timoteo, y a todos nosotros, es a mantener el legado y transmitirlo a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros (2 Tim.2:2). Hacer discípulos, diría el Maestro (Mt.28:18-20). Estas son algunas de las instrucciones del apóstol Pablo a Timoteo en esta primera carta que ampliará, como hemos ido viendo anticipadamente, en la segunda, y por extensión a cada uno de nosotros.

Preguntas y repasoPREGUNTAS Y REPASO

  1. Anota todo lo que sepas sobre la relación que unía a Pablo con Timoteo.
  2. Que dos propósitos principales tenía Pablo al escribir esta carta.
  3. Anota las tres epístolas que aparecen en el Nuevo Testamento y que son denominadas «pastorales». ¿Por qué se llaman así?
  4. Que destacarías de las instrucciones que Pablo le da a Timoteo para el buen funcionamiento de la iglesia.
  5. Pablo le da también instrucciones personales a Timoteo. ¿Cuáles destacarías? ¿Cuáles consideras más importantes y necesarias para tu propia vida?

55 – TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (16)

Tiempos finalesTIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (16)

Oh Señor, he oído lo que se dice de ti y temí. Aviva, oh Señor, tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer; en la ira, acuérdate de tener compasión (Habacuc 3:2 LBLA)

Quiero culminar esta serie sobre tiempos finales con la oración del profeta Habacuc. Un breve análisis de este libro profético nos muestra que su mensaje fue previo al inminente juicio de Dios sobre Judá a manos del Imperio Babilónico. La atmósfera espiritual de los días de Habacuc era de decadencia y juicio, muy similar a la nuestra. Comienza preguntándose por qué su oración no ha sido oída, por qué permite el Señor que la iniquidad predomine y la opresión sea generalizada. El impío asedia al justo. Además, comprende que el Señor usará la vara de Babilonia para juzgar a su pueblo. En esa tesitura, el profeta se coloca en su puesto de guardia, sobre la fortaleza velará para ver en qué consiste la respuesta del Señor. Entiende que el juicio sobre Judá es irreversible, por tanto, esperará confiado y tranquilo el día de la angustia, al pueblo que se levantará para invadirlos (3:16 LBLA); culminando con un canto de esperanza y fortaleza en el Dios de su salvación, aunque al presente las circunstancias sean muy desfavorables: Ni la higuera, ni las viñas, ni el olivo producen alimento, faltan las ovejas y las vacas en los establos, a pesar de ello se alegrará en el Señor, se regocijará en el Dios de su salvación, porque el Señor Dios es la fortaleza que lo sostiene en medio de una situación tan adversa (3:17-19 LBLA). Antes, al inicio de su oración en tono de Sigionot,  (canto vehemente), expresa su conocimiento del Señor: He oído lo que se dice de ti y temí. Conoce el carácter justo del Dios de pacto, y ese pacto ha sido quebrantado, por tanto, es consciente de las consecuencias que se derivan de ello. Eleva un clamor para que se avive su obra, que en este caso es de juicio y no de avivamiento como habitualmente se ha interpretado. Porque el Señor no tendrá por inocente al culpable, tampoco debemos imaginar otro escenario en la presente generación. Hemos transgredido la ley y sobrepasado todos los límites de la paciencia de Dios. Somos culpables. Por ello, el juicio sobre las naciones es inevitable. Pero el profeta hace un quiebro en su oración apelando a la misericordia de Dios sin eludir su ira contra la impiedad, por tanto levanta un último clamor en favor de aquella generación y que podemos hacer nuestro para este tiempo: En la ira, acuérdate de tener compasión. En medio de los tiempos finales llenos de maldad y la manifestación justa de la ira de Dios, podemos apelar a su compasión, a derramamientos del Espíritu Consolador, para superar este tiempo oscuro y alcanzar la restauración venidera.

         La compasión de Dios estará presente en medio del juicio inevitable.