En el mundo cristiano actual tenemos una carencia notoria de falta de identidad. En buena medida estamos siendo absorbidos por la influencia tremenda de un sistema mundano materialista, consumista y humanista que a la vez nos introduce en una pérdida de nuestra identidad como hombres y mujeres redimidos y rescatados de la vana manera de vivir. El azote de una sociedad laica que niega a Dios y le aleja de sus pensamientos lleva a muchos creyentes a una crisis de identificación, no sabemos quiénes somos.