El reino venidero – 40

El reino venideroEl Mesías recibido (14)

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:10-12)

Debemos tener siempre presente una premisa básica en relación a la identidad del Mesías: Saber quién es solo es posible por revelación. Identificarle claramente está al alcance solamente de quienes se someten a la voluntad de Dios sin ideas preconcebidas de antemano. Su persona y obra están ocultas a los ojos de este mundo aunque el mundo por él fue hecho. La luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas porque sus obras eran malas. El mundo no le conoció. Los suyos no le recibieron, pero hubo muchos que sí lo hicieron, creyeron en su nombre, por tanto, les fue dada la potestad de ser hechos hijos de Dios. Muchos en Israel creyeron en él. Las autoridades le rechazaron, pero el pueblo le oía con verdadera pasión. Después de su muerte regresaron golpeándose el pecho por el espectáculo que habían visto (Lucas 23:48). Y cuando la predicación de Pedro alumbró su entendimiento el día de Pentecostés, volvieron en sí y dijeron: Varones hermanos, ¿qué haremos? Las autoridades comprendieron que habían matado al autor de la vida (Hechos 3:15). Muchos se convirtieron en ese momento y formaron la primera comunidad de fe posterior a la redención del Mesías que conocemos como iglesia primitiva. Todos ellos eran judíos. Por tanto, no podemos seguir diciendo que Israel rechazó a su Mesías. No es cierto. Es un tema preñado de antisemitismo y teología del reemplazo que ha cegado el entendimiento de los incrédulos, y ha llevado a la iglesia, mayoritariamente institucional, a publicar sin descanso ―aún hoy se hace en infinidad de predicaciones en las congregaciones locales― el rechazo de los judíos al Mesías. Se ha usado este texto de Juan 1:11 como punta de lanza, como aguijón y martillo para golpear, pero veremos en las siguientes meditaciones que en el mismo evangelio de Juan fueron muchos los judíos que sí le recibieron; aunque, como estudiaremos, hubo también algunos factores que impedían la confesión abierta de esa fe porque se había tomado la decisión, por orden de las autoridades, que si alguno lo confesaba abiertamente fuera expulsado de la sinagoga, y ese hecho significaba ser desposeído, no solo del beneficio social, sino ser echado de la comunidad perdiendo la identidad judía.

         Muchos en Israel recibieron a Jesús como Mesías, siendo aceptados como verdaderos hijos, aunque se haya insistido en su rechazo.

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