El Mesías recibido (10)
Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él (Lucas 13:17).
También ponen de relieve los evangelios que las multitudes que rodeaban al Mesías mantenían opiniones diversas en torno a él, como en toda multitud, aunque en algunos casos, ciertos sectores eran especialmente contrarios a sus enseñanzas y obras. Sobre todo si alguna de ellas –recordemos que él hacía las obras que veía hacer al Padre (Jn.5:19), y que habían sido preparadas de antemano− se realizaba en el día de reposo. Fue el caso de una mujer atada durante dieciocho años por Satanás –palabras textuales de Jesús− y que fue sanada en día de reposo. El principal de la sinagoga le reprochó haberlo hecho en ese momento y no otro día «cualquiera» de la semana que no entrara en conflicto con sus doctrinas herméticas. Una vez más vemos que el Mesías alza la voz para poner de relieve ante todos la hipocresía del «principal de la sinagoga» −¡qué falta de sensibilidad!, diríamos hoy, podía haberlo hecho en privado− y sacar a luz las contradicciones insoportables que tienen «todos los sistemas religiosos». Recordemos sus palabras: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo? Entonces, todos sus adversarios –Jesús tiene adversarios, y en muchos casos están dentro del sistema religioso establecido− se avergonzaron, −al menos en este caso tuvieron la decencia de comprender su hipocresía que había sido expuesta ante todos−. Sin embargo, el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él. ¡Aleluya! Estamos una vez más ante la diferencia entre los gobernantes y el pueblo. Los líderes con sus intereses mezquinos, y el pueblo que no entiende de complicaciones teológicas pero comprende que una mujer ha sido libertada después de dieciocho años atada por el diablo, y eso, al margen de complicadas interpretaciones doctrinales es motivo de regocijo comprendiendo la gloria que se manifestaba en las obras del Señor. Las multitudes le seguían, iban con él (14:25), pero él se volvía hacia ellos confrontándolos con las demandas del discipulado: el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. También le seguían publicanos y pecadores para oírle (15:1); ¡para oírle! Pero esto molestaba al sistema religioso y se lo reprochaban (15:2).
Debemos comprender que Jesús fue recibido por el pueblo de Israel, aunque las autoridades se avergonzaban y buscaron la forma de evitarlo.