90 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLa casa de David (XVII) – La añoranza del reino davídico (2)

Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David(Mateo 1:1). Pablo, siervo de Jesucristo… apartado para el evangelio, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne (Romanos 1:1-3)

         Después de cuatrocientos años entre el mensaje del último profeta del Antiguo Testamento, y el primer evangelio del Nuevo, nos encontramos con la genealogía de Jesucristo como hijo de David. La primera referencia que tenemos en el Nuevo Testamento acerca del Mesías le vincula con la descendencia de David, por tanto, debemos entender que el autor piensa en el pacto hecho por Dios con la casa de David, que de su descendencia se levantaría uno que no vería corrupción y establecerá el reino largamente anunciado.

La iglesia ha perdido esta verdad. La teología del reemplazo ha borrado gran parte del mensaje anunciado por los profetas, y centrándose en la redención espiritual de Jesús (anunciada por los mismos profetas) ha obviado los aspectos literales y físicos de su reino porque están focalizados sobre Israel y la tierra prometida a Abraham.

Cuando apareció el Mesías, llegado el cumplimiento del tiempo, el pueblo asentado en tinieblas vio una gran luz. Fue anunciado por ángeles a una virgen, a los pastores de Israel, proclamado por Simón y Ana, ancianos que esperaban la consolación y redención de Israel, y todos ellos nutrían esa esperanza en las palabras anunciadas por los profetas que ahora se cumplían en su primera parte, delante de ellos.

La expectativa era grande. Una y otra vez se anunció que Jesús era el hijo de David, y eso significaba que era el heredero del trono anunciado al vástago de Isaí. Una y otra vez le invocaban como: «¡Señor, Hijo de David!» (Mt.15:22; 20:30,31; 21:9,15; 22:42), precisamente en el evangelio de Mateo, dirigido especialmente a los hebreos.

El mismo apóstol Pablo, al inicio de su carta más teológica, la de Romanos, comienza identificando a Jesús como descendiente del linaje de David, a la vez que Hijo de Dios. No podemos ignorar este hecho, y menos aún justificarlo con argumentos de que Israel pensaba en un Mesías político. Esa argumentación es muy simple, y se aleja de la mentalidad hebrea impregnada de la Escritura.

Otra cosa es el velo y misterio que cubrió a la segunda generación de cristianos; sin embargo, los discípulos directos del Mesías, todos ellos judíos, si le reconocieron como tal. Haremos un recorrido por las Escrituras hebreas, (salmos y profetas), descubriendo el mensaje del reino mesiánico y milenial. Una verdad olvidada por gran parte de la iglesia de hoy.

         Veamos la esperanza mesiánica heredera de Israel y sus profetas.

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