La casa de David (IX) – El pacto con la casa de David (3)
Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Éste es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea (Mateo 21:9-11).
La esperanza del reino mesiánico está vinculada a la casa de David, al pacto que Dios hizo con él, a la ciudad de Jerusalén que el mismo David conquistó; a la fortaleza de Sión, llamada la ciudad de David, donde se levantaría el templo y estaría la morada de Dios (Sal.78:68) (Sal.132:10-18); el lugar para el trono del reino prometido. Todo ello tiene su identificación con el Mesías, hijo de David, que se ha revelado a Israel en su primera venida, y volverá para reinar en la segunda y definitiva venida que esperamos.
Jesús entró en la ciudad de Jerusalén aclamado por las multitudes como el Hijo de David, el que Israel esperaba desde los días que fue hecho el pacto con el dulce cantor de Israel. Jesús fue reconocido y aclamado como el Mesías. Cumplió las profecías que vinculaban su entrada en la capital de Judea manso y humilde; así está escrito: Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna (Zac. 9:9).
Poco después, en la hora y potestad de las tinieblas (Lc.22:53), la revelación fue escondida para muchos (aunque miríadas de judíos anunciaron el advenimiento del Mesías resucitado desde Jerusalén, dando inicio a la proclamación del evangelio a todas las naciones), como lo fue José, el hijo de Jacob, rechazado por sus hermanos, escondido en Egipto durante un tiempo, hasta su manifestación a los suyos tiempo después.
De la misma manera, Jesús ha sido velado para muchos en Israel, desconocido por sus ropajes griegos y romanos con el que el cristianismo institucional lo ha vestido; pero vendrá otra vez, y será dado a conocer a sus hermanos. El mismo Rey de los judíos lo señaló cuando anunció su deseo de juntar a sus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas, pero no quisieron; su casa fue dejada desierta hasta el tiempo de la restauración de todas las cosas, la del regreso de Israel a su tierra, y a su Dios, cuando dirán de nuevo: Bendito el que viene en el nombre del Señor (Mt.23:39).
Jesús regresará a Jerusalén, cumplirá lo prometido y reinará sobre el trono de David dando cumplimiento al pacto davídico.
Jesús ya fue aclamado en Jerusalén como el bendito Hijo de David, y lo volverá a ser en el cumplimiento del pacto y reino mesiánico.