Los impíos (XVIII) – Hombres perversos y malos
Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe. Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal (2 Tesalonicenses 3:1-3)
Existe cierta candidez en el mundo cristiano que nada tiene que ver con la verdad de las Escrituras. Me refiero a que en ocasiones pensamos, o pretendemos, que todos aquellos con los que nos encontramos, y a quienes anunciamos el evangelio son potencialmente personas que recibirán el mensaje, y por quienes debemos insistir en oración para que así sea. Pero el apóstol dice que hay hombres perversos y malos, y que no es de todos la fe.
El dogma doctrinal dice que todos somos pecadores, y todos estamos destituidos de la gloria de Dios antes de venir a la luz del evangelio, cierto, pero ¿dónde colocamos a las personas a quienes se refiere Pablo en este pasaje? Estos hombres a los que describe ¿son pecadores? Sí. ¿Necesitan salvación? Claro. ¿La recibirán? No. ¿Por qué? Pablo pide oración a los hermanos de Tesalónica para que la palabra del Señor corra y sea glorificada de la misma manera que lo fue entre ellos, pero a la misma vez les dice que oren por él para que sean librados de hombres perversos y malos.
Encontramos aquí un tipo de personas cuyas características los alejan de la posibilidad de recibir el evangelio y ser salvos. Es más, el apóstol pide oración para que sean librados de ellos. Por tanto, hay personas de quienes debemos alejarnos, limpiando el polvo de nuestros pies, debemos evitarlos.
La segunda carta de Pablo a los tesalonicenses habla ampliamente de estas personas. Dice que son quienes persiguen a los que reciben la palabra del evangelio. Son los que atribulan a los santos de Dios. Son los que no obedecen el evangelio, se oponen a él. Estos sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia de Dios. Son los impíos. Esta clase de impíos que estamos viendo en esta serie sobre los hijos de condenación.
Por tanto, debemos concluir que no todos oirán el mensaje. Muchos se opondrán a él y contenderán para que no sea anunciado; si además son personas que ocupan lugares de autoridad en la sociedad: líderes de cualquier tipo, políticos, empresarios, actores de cine, deportistas, diseñadores de moda, filósofos, incluso teólogos, necesitaremos oración, como Pablo, para ser librados de ellos, porque no es de todos la fe.
El Señor nos librará de los hombres perversos y malos, cuya maldad se manifiesta en una oposición beligerante a la fe de los santos de Dios.