Cómo afrontar una decadencia encubierta (3)

El carácter en los últimos tiemposB. LA DECADENCIA MORAL EN LA SOCIEDAD.

Textos: (2 Tes.2:7-12) (2 Tim.3:1-17)

Vivimos en una sociedad decadente. Los valores caen no solo en la bolsa de Tokio o New York, sino en el mismo corazón de los creyentes. Es como si los diques de contención se estuvieran resquebrajando y agrietando, dando paso a una inundación que disuelve los fundamentos morales. Verdades que hasta hace poco tiempo eran terreno sólido y firme en las convicciones, en estos momentos se están diluyendo en el relativismo moral que ha impuesto la sociedad postmodernista.

Esta marea, que más parece un tsunami, está poniendo a prueba la fortaleza de nuestra fe y los fundamentos que la sostienen. Las nuevas generaciones de creyentes en Jesús y en las verdades bíblicas están muy adaptadas a la manera de pensar y vivir del presente siglo. Vemos una gran debilidad del hombre interior, −la vida espiritual−, que está actuando como disolvente de las convicciones, llevándonos a una permisividad nociva para el pueblo que debe ser luz y sal; y una pasividad que raya en la paralización.

Está anunciada en la Escritura (2 Tes.2:7-12)

Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por eso Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.

Podemos resumirlo en una iniquidad misteriosa personificada en un ser humano (debemos distinguir entre anticristo personal y el espíritu anticristo que ya estaba activo en días de los apóstoles). Predomina el engaño y la mentira, se creen cosas inverosímiles, una gran seducción para el engaño en hombres cultos, lo que pone de manifiesto que procede de la fuerza de espíritus engañadores y doctrinas de demonios, que con gran sutileza y persuasión dominan la mentes de naciones y continentes (ejemplos: la Ideología de Género, el islamismo, el nacionalismo y los populismos). Engaños que liberan la iniquidad en la sociedad a unos niveles nunca antes vistos (ejemplo: modelos de familia contrarios a la ley natural). La mentira se desata cuando el hombre resiste la verdad y la rechaza, entonces se predispone para creer cualquier cosa. El mismo Dios permite un poder engañoso para que sean capaces de creer la mentira al margen de toda evidencia racional. Mentes irracionales (2 P.2:12) (Jud.1:10). Se complacen en la injusticia (Rom.1:18-32).

La Escritura quiere que sepamos los días peligrosos que vienen mediante el carácter corrompido de los hombres (2 Tim. 3:1-17). Los tiempos peligrosos se deben al carácter maligno de los hombres: amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita (2 Tim.3:1-5).

Luego el apóstol habla del carácter de los hombres de Dios con el énfasis en ser hombres de la palabra y un carácter probado. Dice: Pero tú has seguido mi doctrina, conducta… Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste… a fin de que el hombre de Dios sea… (2 Tim.3:10,14,17).

Veamos algunos de los signos de decadencia que nos están azotando desde hace tiempo. La lista puede ser muy larga, citemos algunos.

  1. El deterioro de la familia. Divorcios, abortos, falta de autoridad paterna, violencia a los padres, modelos de familia falsos.
  2. La demografía. No nacen hijos suficientes para mantener las generaciones, se prioriza la realización personal; mientras tanto la comunidad musulmana en Europa crece de forma preocupante imponiendo la sharia o ley islámica.
  3. Epidemia de suicidios por desesperación. Entre las chicas de 10 a 14 años se ha triplicado en los últimos 15 años en América. Las leyes lo avalan.
  4. La soledad. En un mundo masificado y con medios de comunicación como nunca antes se ha incrementado la soledad.
  5. Inmoralidad sexual. A unos niveles vergonzosos.
  6. El relativismo moral. Pérdida de los valores judeocristianos y verdades absolutas.
  7. Un consumismo desproporcionado. Comprar y vender como en los días de Noé y Lot (Lc.17:26-30) (Lc.6:20-26). Es un consumo compulsivo.
  8. Un materialismo exacerbado. Orientados a lo temporal sin proyección trascendente. Culto al cuerpo. El auge del ocio (la industria del ocio).
  9. El nacionalismo como religión. Substituto de la fe verdadera. Una nueva idolatría con sus señas de identidad. En Cataluña se ha desbocado.
  10. El desordenado amor por los animales y las mascotas. Es toda una industria de consumo. Algunos llaman «hijos» a sus perros, y prefieren cuidar mascotas en lugar de criar hijos.
  11. La ideología de género. Cambio de paradigma en las palabras. La corrupción del lenguaje. Leyes impías contra la ley natural y moral de Dios.
  12. El auge del islamismo. Desprecio a la vida humana. Su avance es proporcional a la decadencia del cristianismo (2 Tes. 2:10,11).
  13. Sacar a Dios de la sociedad. No tener en cuenta a Dios (Rom.1:21-28).
  14. El antisemitismo. El desprecio a la voluntad soberana de Dios sobre Israel y la Escritura.

Los que son de Dios se apartan de iniquidad e invocan su nombre (2 Tim.2:19). Hay esperanza en Dios, el Dios de Israel. Podemos afrontar estos tiempos y cualquier otro. La fe en el Hijo de Dios vence al mundo (Jn.16:33) (1 Jn.4;4,5 y 5:4,5). No nos ha dejado solos el Señor, nos ha enviado el Consolador y Ayudador para que esté con nosotros para siempre (Jn.14:15-18).

Cómo afrontar una decadencia encubierta (2)

El carácter en los últimos tiemposA. LA SITUACIÓN ACTUAL. NUESTRA GENERACIÓN.

Textos: 1 Crónicas 12:32 / Rom.13:11 / Mt.16:1-4

Tengo la certeza, desde hace años, que vivimos en tiempos de decadencia. Y en muchos casos esa decadencia está encubierta y escondida detrás de una apariencia de bienestar social y material; se oculta detrás del ídolo de la realización personal, y una falsa libertad para conseguirla. Predomina la importancia del aspecto externo, las formas sin fondo. Se premia la imagen más que lo que somos; lo que hacemos más que lo que somos.

¿Qué quiero decir con una decadencia encubierta? Me refiero al hecho innegable de que vivimos en una decadencia social, moral, familiar y espiritual escondidas tras una apariencia de «bienestar» físico, material y de realización personal que oculta la verdad de este tiempo, y por tanto, impide la búsqueda de soluciones. Tenemos un ejemplo claro en la negación de la crisis económica del año 2007 que se negaba obstinadamente, para poco después imponerse con toda su fuerza sobre naciones, empresas y familias.

Quiero decir que vivimos en una realidad falsa que oculta la verdad de nuestra situación real y actual. Un edificio atacado por aluminosis actúa sobre su estructura básica, y si no se actúa sobre la enfermedad interna puede venirse abajo en el momento más insospechado.

La decadencia se puede ocultar durante un tiempo bajo el barniz del llamado Estado del Bienestar; la comodidad que adormece nuestros sentidos para discernir y despertar. También mediante una falsa libertad que permite a las sociedades modernas occidentales acometer todo tipo de leyes que pretenden dar respuesta a los diversos caprichos del ser humano. Lo llaman libertad; lo contrario es intolerancia, por ello, se buscan los argumentos adecuados para sustentar cualquier aberración en nombre de una falsa libertad. Internet y las redes sociales están llenos de esta falsa libertad de expresión que da paso a todo tipo de calumnias y maldades inflamadas por el mismo infierno (Stg.3:6).

La decadencia se ha instalado en distintas áreas de la sociedad. Afecta a gran parte de lo que somos y hacemos. Veremos una reseña general de la decadencia en la sociedad actual, pero lo que más me interesa es ver cómo esa disolución está influyendo sobre la iglesia en general, debilitándonos y haciéndonos inservibles como una estatua de sal. Porque si la sal se vuelve insípida o se desvanece no sirve para nada (Mt.5:13). El pueblo de Dios es luz del mundo y sal de la tierra; si se deja contaminar por su entorno pierde su sabor y la razón de su propósito. El profeta dijo: Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos (Jer.15:19). Veremos, por tanto, cómo podemos afrontar esta decadencia encubierta y seguir cumpliendo la voluntad de Dios el tiempo que nos resta.

Seamos sinceros; en mayor o menor medida, cada uno de nosotros estamos afectados por la decadencia que nos rodea. En algunos casos somos conscientes pero vemos la impotencia de hacerle frente; en otros ni siquiera eso; vivimos ajenos a una realidad oculta apagada por un falso bienestar que nos ha adormecido, anestesiado, viviendo sin vivir…

Vivimos tiempos de verdaderos camuflajes. Se pone tanto énfasis en la apariencia de las cosas que la esencia pierde su sentido, y el aspecto externo acaba siendo lo verdaderamente relevante. También en la iglesia hemos caído en esa trampa. Se premian los aspectos externos (imagen, número, influencia, atractivo) y se minusvaloran los verdaderos soportes de la vida cristiana: la firmeza en la fe, el amor, la esperanza, etc.

La disolución de los valores nos afecta. La permisividad ha invadido gran parte de la iglesia. Nos hemos conformado a este mundo. Rendido a sus hechizos. Fascinados por sus encantos.

En resumen. La decadencia se esconde y encubre detrás de: bienestar social y material; tras el deseo de realización personal; una falsa libertad y el predominio de la imagen externa sobre la realidad del corazón interno.

  • Bienestar social / madurez espiritual
  • Búsqueda de la realización personal / el evangelio de la cruz
  • Falsa libertad / la libertad de ser esclavo de Cristo
  • Predominio de la imagen externa / la realidad del corazón, lo que somos

Cómo afrontar una decadencia encubierta (1)

 

 El carácter en los últimos tiemposINTRODUCCIÓN

Este tema lo preparé para compartirlo en el Retiro que se celebró en la iglesia Aguaviva de Zaragoza los pasados días 13 al 15 de octubre. Acepté el desafío y el privilegio de hacerlo con la idea de que fuera clarificador, revelador y transformador para todos nosotros. Con ese mismo pensamiento lo ponto ahora a disposición de todos los usuarios de mi página web y las Redes Sociales. Lo iré enviando por capítulos cada semana en la sección de BUENAS NUEVAS de esta web.

Comenzaré diciendo que la ceguera es un gran enemigo de la verdad impidiéndonos ser conscientes de los peligros que nos acechan.

Hay velos que ciegan la visión. El mundo entero está bajo el maligno. La iglesia tiene luz y revelación, pero también nos ha afectado la decadencia relativista que predomina en nuestra generación. Algunos de los velos que mencionan las Escrituras son estos:

  • Velo sobre la luz del evangelio (2 Co.4:4).
  • Velo sobre las naciones (Is.25:7). Idolatría. Sion y el reino mesiánico es la respuesta (Is. 25:6-8).
  • Velo sobre Israel. Endurecimiento (2Co. 3:12-18) (Rom.11:25-29). Un día el velo se quitará y verán al que traspasaron (Zac. 12:10).

El velo predominante de nuestra generación es la filosofía humanista-relativista, la soberbia y autosuficiencia del Estado del Bienestar que impide ver la dimensión trascendente del hombre, suplantándola con materialismo y una vida terrenal sin trascendencia (Fil. 3:18-21). Es lo que llamamos realización personal, enemiga del evangelio.

ÍNDICE:

Introducción

PRIMERA PARTE:

  1. La situación actual. Nuestra generación.
  2. La decadencia moral en la sociedad.
  3. El sistema de este mundo
  4. La decadencia espiritual en la iglesia

SEGUNDA PARTE:

RESPUESTAS. Introducción

RESPUESTA (1): La generación del profeta Jeremías

RESPUESTA (2): Los días decadentes del profeta Habacuc

RESPUESTA (3): Indiferencia en tiempos del profeta Malaquías

RESPUESTA (4): Tibieza en la iglesia de Laodicea (Apc.3:14-22)

RESPUESTA (5): Conociendo el tiempo: Israel y su restauración

Conclusiones

Una decadencia sin precedentes

DecadenciaY muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin    (Mateo 24:11-14)

         Estamos asistiendo en los últimos años a un enfriamiento del amor, las convicciones y los principios del evangelio en las sociedades modernas, (aquellas que crecieron y prosperaron porque abrieron sus naciones a la influencia de los valores bíblicos), como nunca antes. La decadencia moral y espiritual, que se traslada inmediatamente a todos los ámbitos de la vida pública y privada, ha hundido a naciones enteras en el pozo de la apostasía.

         Paralelamente a este decaimiento de los resortes que sostienen la conciencia dentro de unos parámetros aceptables, se ha producido un resurgimiento del islamismo más radical en la dirección opuesta. Es decir, la iglesia y sus valores están a la baja, mientras que las imposiciones de la sumisión al totalitarismo coránico están en niveles desorbitados.

         Por otro lado, vemos que algunas de las naciones que hace poco eran la cola en economía y libertad, están ahora en un proceso ascendente de fe y valores judeocristianos, véase algunas de las naciones del antiguo bloque del Este de Europa, por citar un solo ejemplo.

         Estos procesos están claramente reseñados en las páginas del Libro. Están escritos para enseñarnos en cabeza ajena. La historia del antiguo Israel lo muestra con nitidez. Los tiempos de bonanza y bienestar pronto dan lugar al relajamiento de las buenas costumbres para entrar en decadencia y juicio. Por otro lado, los tiempos de aflicción y angustia conducen a la necesidad de clamar a Dios, el Dios de Israel, para salir del pozo y recuperar la ansiada libertad con sus valores tradicionales.

         Nuestro país −España− es otro ejemplo claro de lo estoy diciendo. Después de una Dictadura (tal vez «dictablanda» si la comparamos con las verdaderas dictaduras comunistas, fascistas o islamistas) de casi cuarenta años, vivimos un proceso de Transición que llevó a la nación a la reconciliación, la restauración de las libertades y el bienestar económico que cambió el decorado nacional. Hoy, después de otros casi cuarenta años de prosperidad, la decadencia de valores y principios es de tal magnitud que asombra a quienes superamos los cincuenta. Una nueva generación que no aprecia el valor de lo conseguido se ha levantado para menospreciar el esfuerzo y la generosidad de nuestros padres, dando lugar a una soberbia y altivez propia de necios, que en algunos casos ni siquiera reconoce los logros realizados. Por tanto, recogemos lo que sembramos. La soberbia es señora mientras la humildad se desprecia.

       Umea  Hoy mismo he leído varias noticias que ponen de manifiesto lo que quiero decir. La «cristianísima» Suecia (de la que conozco personalmente su gran generosidad misionera en los años 70, 80 y 90) niega y prohíbe a los niños de la ciudad de Umea la posibilidad de orar en los colegios para dar gracias a Dios por la comida y leer la Biblia. Por otro lado, una encuesta realizada en EE.UU (siempre el referente de cómo evolucionan las cosas en el resto del mundo Occidental) muestra que ha aumentado de manera rotunda el apoyo de los cristianos evangélicos al matrimonio gay. Y para completar el cóctel que se está elaborando ante nuestros ojos, leo y oigo con asombro que en el Egipto de Nasser (1958) se hacía burla con la posibilidad de que las mujeres llevaran el velo por la calle. Y no solo en El Cairo, sino también en Kabul (Afganistán), Damasco (Siria) o Teherán (Irán), se consideraba impensable que pudiera imponerse la obligatoriedad de llevar el hiyab.

         Estos ejemplos (hay muchos) ponen de manifiesto la siguiente consideración: estamos asistiendo a una decadencia sin precedentes de los valores y principios judeocristianos en muchas naciones consideradas tradicionalmente cristianas; y a la vez vemos el resurgir del islam (entiendo que una manifestación clara de Apc.13:12 donde la bestia, −personalmente creo que se trata del islam−, hace que la herida mortal sea sanada y los moradores de la tierra la adoren) está invadiendo las naciones europeas e imponiendo la sharia islámica, en su desprecio por una cultura que aborrece. No hay más que ver la proliferación de mezquitas en todas las capitales europeas ante la falta de reciprocidad que no exigen nuestros gobernantes en los países musulmanes, y cómo muchas de las antiguas sedes de iglesias tradicionales se cierran o convierten en centros de ocio. El cristianismo tradicional decae, el islamismo avanza.

         Estos procesos están expresados claramente en la Escritura. Babilonia emergió cuando Israel, el pueblo de las promesas, traicionó la ley de Dios, siendo devorada por los caldeos como resultado del juicio de Dios. El paganismo y los cultos a Baal y las Aseras se impusieron en la tierra de Israel cuando el pueblo del pacto fue asimilado por las prácticas paganas. El clamor y la oración del pueblo fiel condujeron una y otra vez a la restauración de la nación y su propósito.

         Cuando una sociedad se opone a la verdad y la desprecia, abre sus entrañas a un poder engañoso para creer la mentira (2 Tes.2:10-12). Cuando toda una generación cambia los parámetros de su cosmovisión, dando lugar a la mentira, antes que a la verdad; cuando menosprecia los beneficios recibidos y adora las criaturas antes que al Creador; cuando se envanecen en sus razonamientos, y detienen con injusticia la verdad; Dios mismo los entrega a la inmundicia para despreciar sus propios cuerpos; son entregados a pasiones vergonzosas, y a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen (Romanos 1).

       La sal  Cuando la sal se vuelve insípida la corrupción se acelera y es menospreciada porque ha perdido su sabor. Cuando la luz no brilla sino que se expone a un exhibicionismo vanidoso el reflejo que produce no permite ver sino que ciega la verdad, levantando creencias de cualquier tipo.

         Cuando se activa el misterio de la iniquidad; cuando la maldad aumenta; cuando el amor de muchos se enfría; cuando la decadencia es tan evidente que no se percibe; cuando la mentira se establece como norma avalada por leyes humanas (como las que anida la Ideología de Género), solo hay un camino para regresar a la cordura y el equilibro de la sensatez y el sentido común: la humillación ante Dios, el arrepentimiento, la oración al Dios del cielo; para que vengan de su presencia tiempos de restauración y refrigerio. Cuando hemos provocado la ira de Dios, el Dios Santo; habiendo menospreciado su bondad para con los hombres, solo queda un camino posible: el juicio. Y estamos a las puertas de un día terrible.

         Como está escrito: vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán (1 Tes.5:3). Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre… estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en encasamiento, hasta el día que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos (Mt.24:37,38). A partir de aquí nos queda velar y orar, para no caer en tentación. Velar y orar para que aquel día no nos sorprenda. Velar y orar para conocer los tiempos, porque es hora de levantarnos del sueño (Ro.13:14).

         En medio de todo ello hay los que perseveran en la senda del justo. Siempre hay un remanente fiel y discreto que anuncia el evangelio para testimonio a las naciones; y entonces vendrá el fin. Hoy el refugio sigue siendo el Mesías, que volverá a Jerusalén para establecer su reino de justicia para todas las naciones. Sí, ven, Señor Jesús. Estas son las buenas noticias.

Es hora de arrepentirse

arrepentimientoPero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos    (Hechos 17:30,31)

         Mi madre, toda su vida una mujer religiosa, aunque dura como un pedernal, estaba en el lecho de muerte cuando la encaré con estas palabras: ahora es tiempo de arrepentirse, y tú lo vas a hacer en este momento, así que ora conmigo… Inicié una oración de arrepentimiento y fe en Jesús junto con ella. Cuando hice la primera frase paré unos segundos, uno o dos a lo máximo, para ver si me seguía. Penetraron en mi oído sus palabras de una forma que supe cómo el Señor nos estaba dando un momento celestial para la hora de pasar de  muerte a vida. Concluida la oración, la paz nos inundó. Una paz que sobrepasa todo entendimiento. La sala del hospital había sido testigo de un acto sencillo y sobrenatural. Una semana más tarde, mi madre partió a la eternidad relativamente joven, con quietud y agradecimiento por la salvación que había experimentado mediante el arrepentimiento.

         Arrepentirse es volver en sí. Cambiar de dirección. Ser herido en la conciencia cuando es alumbrada por el Espíritu Santo para ser consciente de que hemos transgredido la ley de Dios. Hemos pecado contra Él. No hay justo ni aún uno. La religión no basta en esta hora. Es insuficiente. Incluso puede ser un tropiezo teológico, o de escrúpulos acumulados por una enseñanza cauterizante que encalla la conciencia y la enajena.

         El día de Pentecostés, la misma multitud que había gritado poco antes: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Fue «herida en su conciencia» cuando fueron conscientes de las tinieblas que habían cegado sus ojos ante el Autor de la vida. Entonces clamaron delante del apóstol Pedro diciendo: «Varones hermanos, ¿qué haremos?» A lo que el antiguo pescador respondió: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

       arrepentimiento (2)  El mismo mensaje fue anunciado por el apóstol de los gentiles ante un auditorio filosófico en Atenas. Dios ha pasado por alto los tiempos de esta ignorancia. Pablo hablando de ignorancia a quienes creían ser los más sabios de la época. Ahora manda a todos los hombres que se arrepientan. No es una opción, es un mandato. La necesidad apremia y las «minucias» doctrinales, filosóficas, racionales y culturales deben apartarse para dar lugar al arrepentimiento que conduce a la vida. No hay lugar para la soberbia cultural. El arrepentimiento sincero y bíblico lleva a los hombres a la mayor dicha de sus vidas. Hay un juicio pendiente ante el Dador de la vida, ante quien debemos dar cuenta. Será un juicio justo, por tanto, inapelable y condenatorio para la naturaleza de pecado heredada de nuestros padres. Dios ha dado fe como buen Notario de que así será habiendo levantado [acta] mediante la resurrección del varón de dolores [el Mesías], a quién designó, ―según las profecías―, habiéndole levantado de los muertos.

         Vencida la muerte y sacada a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, el mensaje eterno necesita tu arrepentimiento para activarlo. Dios ha dado a los gentiles arrepentimiento para vida (Hch.11:18).

         Mi madre lo hizo una semana antes de partir al encuentro con su Hacedor. Es una de las mejores noticias que he recibido en mi vida. El cielo se alegró, yo también; pero a ti solo te sirve tu arrepentimiento, ningún otro. Dios lo demanda. Tuya es la decisión. Amén.

El tiempo se ha cumplido

El tiempo se ha cumplidoDespués que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio (Marcos 1:14,15)

         En una sociedad como la nuestra es de suma importancia, no solo aprovechar bien el tiempo, sino saber conocer la diversidad de los tiempos. Los políticos hablan del tiempo de la Política que no es el mismo que el de la justicia. La inmediatez de los sucesos que imponen los medios de comunicación hace que los poderes públicos aprendan a sortear los dos o tres días que dura la presión de una noticia contraria a sus intereses. Si son capaces de atravesar ese periodo saben que tendrán un respiro cuando aparezcan nuevas informaciones que ocupen las primeras páginas de los periódicos, aliviando la presión insoportable de ser el foco de la noticia.

         Está escrito que hay un tiempo para cada cosa, y si no sabemos interpretarlos correctamente perderemos oportunidades que tal vez no vuelvan nunca más. Los empresarios saben bien lo que esto significa. Hay un tiempo cuando el mercado está listo para un producto, pasado ese momento, se pierde el impacto publicitario, decae el interés, y con ello las ventas. Se impone la necesidad de buscar nuevos productos que reactiven el negocio. Si a ello le añadimos la competencia voraz del mercado global, se encontrarán con la necesidad de innovar, producir nuevas necesidades y volver a buscar la coyuntura que ponga el nuevo producto en el mercado.

        jesus-ministerio El inicio del ministerio público de Jesús tuvo algo de estos factores. Había llegado el momento para la aparición del reino de Dios en una dimensión nunca antes vista, por ello era necesario comprender el cumplimiento del tiempo profético que se había iniciado. El reino se había acercado, estaba entre ellos, por tanto, era imperativo arrepentirse y creed en la buena nueva.

         Ese tiempo al que se refiere el Maestro es un tiempo continuo, porque nuestra hora siempre está presta. No sabemos el momento de la partida. El llamado es apremiante. Hoy es día de salvación, mañana no sabemos. En realidad vivimos siempre un presente continuo. Hay que actuar. Dos son las respuestas que se nos demandan. Una, arrepentirse porque hemos transgredido la ley moral del Dios Santo. Y la otra, creed en el evangelio que contiene la respuesta a nuestra máxima necesidad: la provisión del perdón divino que nos garantizará el paso a la inmortalidad en su reino.

Contra toda impiedad

BUENAS NUEVASEl evangelio son buenas nuevas en el eje central de su mensaje, pero su inicio, es decir, el primer testimonio de proclamación tiene que ver con la impiedad de los hombres; sin este hecho irrefutable de la historia humana no hay necesidad de ningún evangelio. Porque el evangelio es redención, y si no hay iniquidad no se necesita redención, por tanto, evangelio.

         El apóstol de los gentiles, en su carta más teológica, ―la de Romanos―, inicia la exposición de «su evangelio» enfatizando que es de Dios (1:1); es también el evangelio de su Hijo (1:9); y añade, que está dispuesto para anunciarlo (1:15) a los que viven en Roma. Luego introduce el potencial que contiene el mensaje eterno, es poder de Dios para salvar (1:16); por ello no se avergüenza de anunciarlo a las naciones; dejando claro que en el evangelio la justicia de Dios se revela por la fe, como estaba escrito por el profeta Habacuc: Mas el justo por la fe vivirá (1:17).

         Una vez hecho el preámbulo de lo que a continuación va a exponer ampliamente, el apóstol da inicio a su exégesis con este pasaje:

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que detienen con injusticia la verdad (1:18).

         De tal forma que podíamos decir que la exposición del evangelio comienza con la ira de Dios. El primer mensaje no es «Dios te ama», sino «Dios está airado» contra toda impiedad de los hombres. Vivimos en un tiempo donde las manifestaciones de impiedad se han ramificado tanto que actúan como un cáncer cuya metástasis está ampliamente extendida hasta alcanzar a todos los miembros del organismo, en este caso, el organismo de la sociedad actual.

         Autobus de HazteoirEstos días hemos tenido una manifestación más de ese aumento de maldad en la desaforada respuesta que las autoridades, políticos y medios han dado a la campaña que la asociación civil HazteOir está llevando a cabo, mediante un autobús, en el que se puede leer algo tan obvio como lo siguiente: «Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva, que no te engañen».

         Nuestra sociedad ha torcido tanto la realidad de la ley natural, que lo normal se ha vuelto extraño, y lo contranatural se pretende imponer como usual. Toda una ingeniería social para transformar la realidad mediante ideologías, palabras corrompidas por su falsedad, aunque con apariencia de piedad; porque esta manipulación se esconde tras una supuesta intención de luchar por los derechos civiles de los marginados por su «género», de tal forma que las opciones más inverosímiles y minoritarias del colectivo LGTBI pretende imponerlas a toda la sociedad desde el adoctrinamiento de  nuestros hijos en el colegio y los medios de comunicación.

         En definitiva, la impiedad se presenta como un derecho, y el que no lo acepta es tachado de intolerante, por tanto, enemigo de la sociedad siendo señalado para ser excluido. Nada  nuevo debajo del sol. Mientras tanto, el orden creacional de un hombre y una mujer para formar una familia se ha convertido en el enemigo a combatir desde la fuerza del Estado; un Estado totalitario que no admite oposición. Por ello, ahora mismo, el autobús mencionado se encuentra «cautivo» en Madrid porque la fiscalía ha abierto diligencias con el argumento de que su mensaje incita al odio. Detienen con injusticia la verdad.

        Impiedad Pues bien, ante un caso más del deterioro moral y decadente de nuestro siglo, nos encontramos que el evangelio que el apóstol Pablo predicó hace más de dos mil años, inicia su enfoque con la ira de Dios que se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad. El primer mensaje del evangelio es un llamado al arrepentimiento. ¿Arrepentimiento de qué? De la impiedad de los hombres. Y cuando existe ese primer paso de arrepentimiento, al que le sigue la fe en aquel que ama al pecador, se despliega en toda su potencia el amor de Dios que limpia y restaura a la persona de su naturaleza mala, para darle un renacimiento espiritual que lo dignifica hasta el grado más alto de humanidad.

         La buena nueva consiste en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Y lo hizo para redimirnos, rescatarnos de la impiedad y andar en novedad de vida, alejados del sistema de este mundo, y ser trasladados el reino de su Hijo amado. Una nueva posición ante el Creador es ahora la mejor de las noticias. Justificados. Libres de la ira de Dios. Ya no estamos bajo condenación, sino bajo la gracia soberana. Pero el que rehúsa creer en el Hijo, el Redentor del mundo, no verá la vida, sino que la ira de Dios «permanece LBLA» sobre él (Jn .3:36).

Al judío primeramente

BUENAS NUEVASEsta semana hemos asistido con perpléjidad a una declaración más del Vaticano, avalada por el actual papa Francisco, en la que se dice que los judíos no necesitan el evangelio para alcanzar la salvación.

http://www.diariocristianoweb.com/2017/02/15/el-papa-francisco-y-su-nueva-herejia-los-judios-no-necesitan-a-cristo-para-ser-salvos/

         Sin embargo, eso no es lo que dice la Sagrada Escritura. Está escrito en la epístola a los Romanos lo siguiente: Porque no me avergüenzo del evangelio, porque que es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; AL JUDÍO PRIMERAMENTE, y también al griego (Ro.1:16).

         Si los judíos no necesitan el evangelio debe haber otra forma de salvación distinta a la revelada en la Escritura que no hemos descubierto. Sin embargo, la Biblia enseña que el evangelio es el mensaje preparado desde antes de la fundación del mundo, un misterio revelado progresivamente para alcanzar la salvación y preparada por el Señor para todas las naciones.

         Pienso en el apóstol Pablo, quien nada más recibir la revelación del Mesías en el camino a Damasco, predicó a Cristo. Y lo hacía primeramente a los judíos en las sinagogas, solamente después de ser rechazado por las autoridades religiosas se encaminaba a los gentiles.

         Muchos judíos en el primer siglo se convirtieron al evangelio de la gracia de Dios cuando escucharon que Jesús había resucitado de entre los muertos, que había sido glorificado a la diestra del Padre, y derramado el Espíritu Santo el día de Pentecostés. En cierta ocasión el escritor Lucas cita el mensaje que los ancianos de la congregación en Jerusalén dieron a Pablo sobre los millares (literalmente «diez miles», nota en Biblia LBLA) de judíos que habían creído en el Mesías, sin dejar de ser judíos (Hch.21:20).

         Por su parte el apóstol Pedro, en su segunda predicación pública en Jerusalén, después de sanar a un cojo de nacimiento, anunció a los judíos de la capital israelita: Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A VOSOTROS PRIMERAMENTE, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad (Hch.3:25,26).

         Edad MediaOTRA COSA HA SIDO la triste historia de la iglesia gentil a lo largo de los siglos, que ha obligado a los judíos, dispersos por las naciones del mundo, a convertirse bajo pena de expropiación, expulsión o aniquilación. Ese no es el método de evangelización que enseñó Jesús y sus apóstoles, todos ellos judíos.

         OTRA COSA ES que se ponga a los judíos en la tesitura de una vez aceptado el evangelio dejar de ser judíos y convertirse en griegos o españoles, abandonando sus raíces de fe, mucho más profundas y sólidas (con todas las tradiciones que queramos) que las del mundo cristiano paganizado por Roma. El apóstol Pedro dijo que debían de convertirse de su maldad, no dejar de ser judíos, adoptando el traje helénico-romano de una forma de vida ajena a la revelación de Dios.

         OTRA COSA ES que no hayamos entendido el misterio que contiene el hecho de que aquellos que iban tras el mensaje de los profetas no entendieran su exposición en días de la manifestación del Mesías de Israel (Ro.11:7); pero como dice el apóstol Pablo, no debemos ignorar este misterio, para no caer en la arrogancia, puesto que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo (Ro.11:25,26).

         JudaizarY NO DEBEMOS IGNORAR QUE OTRA COSA ES que el evangelio sea contaminado por elementos judaicos para obligar a los gentiles a judaizar; tema del primer concilio en la iglesia de Jerusalén (Hch.15).

         Ante todo ello, lo que no podemos es decir que el evangelio no debe ser predicado a los judíos. Si no entendemos bien el trato del Señor con su pueblo no debemos caer en la soberbia teológica, sino dejar en las manos de Dios lo que no entendemos ahora, y que tal vez entendamos después. Pero ello no puede anular la predicación del evangelio, a todas las naciones, que es poder de Dios para salvar, AL JUDÍO PRIMERAMENTE, y también al griego. No debemos ir más allá de lo que está escrito. En esto seguiremos la doctrina de los apóstoles, y nunca de quienes hablan en su nombre pero contradicen lo que enseñaron.

         En la salvación de los judíos hay vida de entre los muertos, es decir, avivamiento y bendición a todas las naciones (Ro.11:12,15). Por tanto, prediquemos el evangelio de Dios a todos en el poder y la gracia del Espíritu Santo como hicieron los apóstoles en Jerusalén en el siglo I.

El evangelio es poder de Dios para salvar

BUENAS NUEVASPorque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego (Romano 1:16).

El evangelio es la dinamita de Dios, el poder de Dios, para salvar al hombre. No hay otro poder más potente en el mundo que el poder de evangelio. No hay otra manera de obtener la salvación de Dios, que significa, arrebatarle del abismo al que se encamina inevitablemente por su rebelión contra el Dios Santo, y devolverle al propósito original de comunión con su hacedor.

Semejante mensaje no puede avergonzar a nadie, sino todo lo contrario. Porque el evangelio contiene la respuesta a las grandes preguntas de la humanidad. ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Para qué estoy aquí? Si la filosofía no avergüenza, si las vanas imaginaciones del hombre para inventar mundos ficticios e ideologías utópicas no avergüenzan, el evangelio que es poder de Dios para liberar al hombre de sí mismo no puede avergonzar nunca.

Para poder acceder a ese poder es necesario creer a Dios y que es galardonador de los que le buscan. Está disponible para todo aquel que cree. En este sentido, creer significa aceptar el modelo y plan diseñado por el salvador del mundo para que el mundo sea salvo. Un resumen de ese plan está en estas palabras: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todo, como a un abortivo, me apareció a mí (1 Corintios 15:1-8).

Este evangelio fue enviado primeramente al judío, porque la salvación viene de los judíos, porque Israel es el pueblo de las promesas y los pactos que Dios hizo con los padres. Porque es el orden de Dios para alcanzar a todas los pueblos después. No en vano fueron los judíos quienes primero predicaron este mensaje por toda la cuenca mediterránea en el primer siglo, para luego tomar el relevo la gran multitud de gentiles que entraron en la salvación preparada para todas las naciones. Hoy es día de salvación. Entra en Jesús y el poder del evangelio salvará tu vida para siempre.