EL EVANGELIO – 5

El evangelio (2)La sangre del Nuevo Pacto habla mejor

Amados hermanos, si el viejo régimen de la letra y el derramamiento de la sangre de animales podían actuar temporalmente sobre la conciencia de pecado, ¿cuánto más creéis que podrá hacer la sangre derramada en la cruz del Calvario por el Hijo de Dios? La sangre de Jesús es la sangre del Nuevo Pacto. Cuando levantó la copa de vino ante sus discípulos dijo: “Esta es la sangre que por vosotros se derrama”. La vida está en la sangre, por tanto, Jesús derramó su vida en beneficio de todos nosotros. Esa sangre habla de redención, de perdón, de justicia aplicada; habla de separación, la separación de nuestras vidas para Dios y su Mesías. La sangre de Jesús nos ha comprado, por tanto, habla de propiedad, somos propiedad de Dios, hijos de Dios, para gloria y honra de Su Nombre.

Nuestras vidas han sido rociadas con la sangre de Jesús. Como fue señalado el dintel de las puertas de los hebreos en Egipto, el día de su liberación con la sangre del cordero, para que el ángel de la muerte no los tocara, así nuestras vidas han sido señaladas por la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, para que no tenga más poder sobre nosotros la ley del pecado y de la muerte, sino que andemos en novedad de vida.

La sangre nos habla de libertad, la libertad gloriosa de los hijos de Dios. La libertad de no someternos otra vez a la esclavitud de mandamientos de hombres, para que la verdad del evangelio permanezca con nosotros. Y este combate es necesario librarlo porque las fuerzas hostiles a la gracia están siempre dispuestas para robar la fe que ha sido dada una vez a los santos. Pablo dijo: “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis, de la gracia habéis caído” (Gá.5:4). El autor de los Hebreos nos dice que: “nos hemos acercado a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la sangre de Abel” (Heb. 12:14).

La sangre de Abel que fue derrama en la tierra por el homicida Caín levantó una voz que llegó hasta el cielo. Dios llamó a Caín y le hizo responsable de la sangre que estaba clamando desde la tierra ante Su Trono. Esa voz movió el cielo, conmovió el corazón de Dios y puso una marca de maldición sobre la vida de Caín. La sangre de Jesús habla mejor, nos habla de bendición. Jesús es el justo que muere por los injustos para llevarnos a Dios. El golpe homicida de los poderes de las tinieblas asestado sobre el cuerpo del Hijo del Hombre hizo verter la sangre del Justo, para que todo aquel que en el crea no se pierda, sino que tenga vida eterna.

Uno de los pilares sobre los que se asienta el evangelio de la gracia de Dios es la sangre derramada en la cruz del calvario. Esa sangre del pacto eterno (cf. Heb.13:20) nos ha acercado a Dios (cf. Ef.2:13), y nos permite entrar confiadamente hasta el trono de la gracia por un camino nuevo y vivo que él nos abrió (cf. Heb.10:19-22).Sin mediadores humanos, sin ídolos, sin ayos o pedagogos; tenemos libertad para entrar porque el camino está abierto; el único mediador válido es Jesús (cf. 1 Ti, 2:5). Este hecho consumado nos da legalidad y confianza para venir ante el Trono y derramar nuestras vidas ante Dios. Nos permite interceder por nuestra nación, nuestra familia, nuestros semejantes. Además la sangre de Jesús nos ha redimido de nuestra vana manera de vivir que hemos heredado de nuestros padres, con sus pecados, estructuras de vida y enfermedades.

La sangre de Jesús (2)La sangre de Jesús rompe todo lazo que nos ata a enfermedades y vicios hereditarios. Cuando vamos al médico se nos pregunta por las enfermedades familiares para establecer la línea genética y mantenernos dentro de los mismos parámetros. Comprendo que se hace con la idea de prevenir y estar alertas sobre las enfermedades de los padres que puedan afectar a nuestras vidas, sin embargo, hay una realidad mayor que el informe natural y es que la sangre de Jesús ha establecido otra dimensión más elevada que nos redime de la maldición de pecados y enfermedades heredados de nuestros padres. Las Escrituras muestran que en la Ley sí hay esa herencia. “YHWH, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos” (Nm. 14:18) (Ex.20:5) (Dt.5:9,10) (1 Rey.21:29). Sin embargo, en el Nuevo Pacto, cada uno, individualmente, dará cuenta de sí y recibirá las consecuencias de su propio pecado. “En aquellos días (el tiempo del Nuevo Pacto) no dirán más: los padres comieron uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen dentera; sino que cada cual por su propia iniquidad morirá, los dientes de todo hombre que coma uvas agrias tendrán dentera” (Jer.31:29,30). Este pasaje aparece en relación al tema del Nuevo Pacto. Sigue leyendo y encontrarás en el versículo 33 y 34 que… “Pondré mi ley dentro de ellos… Pues perdonará su maldad, y no recordará mas su pecado”. Por tanto, el primer paso para romper lazos de sangre es situarnos e identificamos con el Nuevo Pacto en Cristo. Si vives solamente una religión que enseña la ley, cualquier ley, para justificarte, caerás preso de los lazos de sangre. Necesitamos saber, por revelación, lo que significa la redención de Cristo.

“sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios” (1 Pedro, 1:18-21).

La vida en el EspírituNecesitamos la revelación del Espíritu de Dios para comprender la dimensión gloriosa que tiene la sangre del Nuevo Pacto. Hemos sido elegidos para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo (cf. 1 P.1:2). La reconciliación de todas las cosas y el establecimiento de la paz es mediante la sangre de su cruz (cf. Col.1:20). El que nosotros no sepamos bien como se efectúan estos hechos no significa que no estén incluidos en el potencial de vida que emana de la sangre derramada, y que haya sido presentada ante el trono de Dios como garantía de nuestra redención (cf. Col.1:14).  Esa sangre bendita y eterna nos da la victoria sobre el dragón, la serpiente antigua, el acusador y engañador, que ha sido homicida desde el principio.

Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama  diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte (Apc.12:9-12).

Por ello debemos unirnos siempre a la adoración celestial donde se proclama la dignidad del Cordero que fue inmolado; y con su sangre nos ha redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, por tanto: “Al que está sentado en el trono y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder por los siglos de los siglos” (Ap. 5:5-14).

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