Es hora de arrepentirse

arrepentimientoPero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos    (Hechos 17:30,31)

         Mi madre, toda su vida una mujer religiosa, aunque dura como un pedernal, estaba en el lecho de muerte cuando la encaré con estas palabras: ahora es tiempo de arrepentirse, y tú lo vas a hacer en este momento, así que ora conmigo… Inicié una oración de arrepentimiento y fe en Jesús junto con ella. Cuando hice la primera frase paré unos segundos, uno o dos a lo máximo, para ver si me seguía. Penetraron en mi oído sus palabras de una forma que supe cómo el Señor nos estaba dando un momento celestial para la hora de pasar de  muerte a vida. Concluida la oración, la paz nos inundó. Una paz que sobrepasa todo entendimiento. La sala del hospital había sido testigo de un acto sencillo y sobrenatural. Una semana más tarde, mi madre partió a la eternidad relativamente joven, con quietud y agradecimiento por la salvación que había experimentado mediante el arrepentimiento.

         Arrepentirse es volver en sí. Cambiar de dirección. Ser herido en la conciencia cuando es alumbrada por el Espíritu Santo para ser consciente de que hemos transgredido la ley de Dios. Hemos pecado contra Él. No hay justo ni aún uno. La religión no basta en esta hora. Es insuficiente. Incluso puede ser un tropiezo teológico, o de escrúpulos acumulados por una enseñanza cauterizante que encalla la conciencia y la enajena.

         El día de Pentecostés, la misma multitud que había gritado poco antes: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Fue «herida en su conciencia» cuando fueron conscientes de las tinieblas que habían cegado sus ojos ante el Autor de la vida. Entonces clamaron delante del apóstol Pedro diciendo: «Varones hermanos, ¿qué haremos?» A lo que el antiguo pescador respondió: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

       arrepentimiento (2)  El mismo mensaje fue anunciado por el apóstol de los gentiles ante un auditorio filosófico en Atenas. Dios ha pasado por alto los tiempos de esta ignorancia. Pablo hablando de ignorancia a quienes creían ser los más sabios de la época. Ahora manda a todos los hombres que se arrepientan. No es una opción, es un mandato. La necesidad apremia y las «minucias» doctrinales, filosóficas, racionales y culturales deben apartarse para dar lugar al arrepentimiento que conduce a la vida. No hay lugar para la soberbia cultural. El arrepentimiento sincero y bíblico lleva a los hombres a la mayor dicha de sus vidas. Hay un juicio pendiente ante el Dador de la vida, ante quien debemos dar cuenta. Será un juicio justo, por tanto, inapelable y condenatorio para la naturaleza de pecado heredada de nuestros padres. Dios ha dado fe como buen Notario de que así será habiendo levantado [acta] mediante la resurrección del varón de dolores [el Mesías], a quién designó, ―según las profecías―, habiéndole levantado de los muertos.

         Vencida la muerte y sacada a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, el mensaje eterno necesita tu arrepentimiento para activarlo. Dios ha dado a los gentiles arrepentimiento para vida (Hch.11:18).

         Mi madre lo hizo una semana antes de partir al encuentro con su Hacedor. Es una de las mejores noticias que he recibido en mi vida. El cielo se alegró, yo también; pero a ti solo te sirve tu arrepentimiento, ningún otro. Dios lo demanda. Tuya es la decisión. Amén.

Download PDF

Deja un comentario