Al judío primeramente

BUENAS NUEVASEsta semana hemos asistido con perpléjidad a una declaración más del Vaticano, avalada por el actual papa Francisco, en la que se dice que los judíos no necesitan el evangelio para alcanzar la salvación.

http://www.diariocristianoweb.com/2017/02/15/el-papa-francisco-y-su-nueva-herejia-los-judios-no-necesitan-a-cristo-para-ser-salvos/

         Sin embargo, eso no es lo que dice la Sagrada Escritura. Está escrito en la epístola a los Romanos lo siguiente: Porque no me avergüenzo del evangelio, porque que es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; AL JUDÍO PRIMERAMENTE, y también al griego (Ro.1:16).

         Si los judíos no necesitan el evangelio debe haber otra forma de salvación distinta a la revelada en la Escritura que no hemos descubierto. Sin embargo, la Biblia enseña que el evangelio es el mensaje preparado desde antes de la fundación del mundo, un misterio revelado progresivamente para alcanzar la salvación y preparada por el Señor para todas las naciones.

         Pienso en el apóstol Pablo, quien nada más recibir la revelación del Mesías en el camino a Damasco, predicó a Cristo. Y lo hacía primeramente a los judíos en las sinagogas, solamente después de ser rechazado por las autoridades religiosas se encaminaba a los gentiles.

         Muchos judíos en el primer siglo se convirtieron al evangelio de la gracia de Dios cuando escucharon que Jesús había resucitado de entre los muertos, que había sido glorificado a la diestra del Padre, y derramado el Espíritu Santo el día de Pentecostés. En cierta ocasión el escritor Lucas cita el mensaje que los ancianos de la congregación en Jerusalén dieron a Pablo sobre los millares (literalmente «diez miles», nota en Biblia LBLA) de judíos que habían creído en el Mesías, sin dejar de ser judíos (Hch.21:20).

         Por su parte el apóstol Pedro, en su segunda predicación pública en Jerusalén, después de sanar a un cojo de nacimiento, anunció a los judíos de la capital israelita: Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A VOSOTROS PRIMERAMENTE, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad (Hch.3:25,26).

         Edad MediaOTRA COSA HA SIDO la triste historia de la iglesia gentil a lo largo de los siglos, que ha obligado a los judíos, dispersos por las naciones del mundo, a convertirse bajo pena de expropiación, expulsión o aniquilación. Ese no es el método de evangelización que enseñó Jesús y sus apóstoles, todos ellos judíos.

         OTRA COSA ES que se ponga a los judíos en la tesitura de una vez aceptado el evangelio dejar de ser judíos y convertirse en griegos o españoles, abandonando sus raíces de fe, mucho más profundas y sólidas (con todas las tradiciones que queramos) que las del mundo cristiano paganizado por Roma. El apóstol Pedro dijo que debían de convertirse de su maldad, no dejar de ser judíos, adoptando el traje helénico-romano de una forma de vida ajena a la revelación de Dios.

         OTRA COSA ES que no hayamos entendido el misterio que contiene el hecho de que aquellos que iban tras el mensaje de los profetas no entendieran su exposición en días de la manifestación del Mesías de Israel (Ro.11:7); pero como dice el apóstol Pablo, no debemos ignorar este misterio, para no caer en la arrogancia, puesto que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo (Ro.11:25,26).

         JudaizarY NO DEBEMOS IGNORAR QUE OTRA COSA ES que el evangelio sea contaminado por elementos judaicos para obligar a los gentiles a judaizar; tema del primer concilio en la iglesia de Jerusalén (Hch.15).

         Ante todo ello, lo que no podemos es decir que el evangelio no debe ser predicado a los judíos. Si no entendemos bien el trato del Señor con su pueblo no debemos caer en la soberbia teológica, sino dejar en las manos de Dios lo que no entendemos ahora, y que tal vez entendamos después. Pero ello no puede anular la predicación del evangelio, a todas las naciones, que es poder de Dios para salvar, AL JUDÍO PRIMERAMENTE, y también al griego. No debemos ir más allá de lo que está escrito. En esto seguiremos la doctrina de los apóstoles, y nunca de quienes hablan en su nombre pero contradicen lo que enseñaron.

         En la salvación de los judíos hay vida de entre los muertos, es decir, avivamiento y bendición a todas las naciones (Ro.11:12,15). Por tanto, prediquemos el evangelio de Dios a todos en el poder y la gracia del Espíritu Santo como hicieron los apóstoles en Jerusalén en el siglo I.

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