Crisis de Identidad

Esta revelación elimina mi esfuerzo carnal y religioso para alcanzar un nivel óptimo de buen creyente para rendirme al HECHO de lo que SOY en Cristo por su gracia. La vida cristiana es una revelación de lo que Cristo ES y lo que Cristo HACE en mí. Este es el lenguaje que aparece en las Escrituras: “Separados de mi nada podéis hacer”. “Luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí”. “He trabajado más que todos ellos, pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”. “Con Cristo estoy juntamente crucificado; y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí…”. “Que la comunión de tu fe llegue a ser eficaz por el conocimiento de todo lo bueno que hay en vosotros mediante Cristo”. Esta verdad debe anular el orgullo espiritual y la arrogancia para mantenernos en el equilibro que expresa el apóstol Pablo: “Porque ¿quién te distingue? ¿O que tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorias como si no lo hubieras recibido?” (1a Corintios 4:7).

Recuerdo cuando Cristo entró en mi corazón. Vivía en un cuartel militar y al acostarme entre sábanas húmedas –hice la mili en Lérida, una ciudad catalana muy húmeda en invierno-, me tapaba completamente para tener un encuentro realmente maravilloso con el Cristo que vive en mí. Ese lugar de recogimiento era un trozo de cielo en aquellas noches de invierno leridano. Hoy1 cada vez que voy a trabajar aprovecho el viaje en coche para orar y tener un encuentro con la verdad gloriosa de la vida de Cristo en mí. Y al regresar de la fábrica me quedo unos minutos en el coche para recogerme en Él y darle gracias por el día y oír el suave sonido de su voz.

Este es el gran milagro de la nueva vida en Cristo, la fusión de Cristo y el creyente, la identidad plena con aquel que vive en nosotros: Cristo en nosotros la esperanza de gloria. Sin embargo, hay muchas ocasiones cuando perdemos esta realidad maravillosa y somos atrapados en cuevas y desiertos que nos roban la verdad que nos hace libres. He visto y oído a muchos creyentes frustrados e impotentes por no llegar a las expectativas personales que se habían propuesto, y me he preguntado ¿por qué hay tantos cristianos desdichados y fracasados? ¿No es el evangelio poder de Dios para salvar…?

He visto muchas iglesias con pastores entusiastas y llenos de buenos deseos que han terminado en amargura y en la dispersión de la grey… Hemos perdido la consciencia de la vida de Cristo habitando en nosotros. Somos ahogados por los afanes de este mundo perdiendo la presencia de Dios habitando en Su templo, el cual somos nosotros. Necesitamos un encuentro con Cristo en nosotros la esperanza de gloria.


  1. El autor se refiere al tiempo en que trabajó durante doce años en una fábrica de encuadernación en Sabadell, que cerró sus puertas en la crisis del año 2008.
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