El sistema de este mundo (8)

Sistema de este mundo¿Cómo podremos vencer?

         La respuesta aparece en las enseñanzas apostólicas: por el inconformismo. El sistema mundano impone su formato con los valores y principios que se asumen en cada generación como aceptables. Es lo que llamamos «políticamente correcto».

         La Escritura enseña que debemos sostener un inconformismo decidido hacia el sistema de este mundo, inconformismo a los deseos carnales, escapar y huir de la corrupción que hay en el mundo, y hacerlo aferrándonos al nombre de Jesús, el autor de nuestra salvación. Veamos.

Inconformismo hacia el mundo. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:2).

Inconformismo hacia los deseos carnales. Como hijos obedientes no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia… (1 Pedro 1:14). Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma (1 Pedro 2:11).

Escapando y huyendo. …habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las concupiscencias. Los que verdaderamente habían huido de los que viven en error… habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo… (2 Pedro 1:4 y 2:18-20). Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor (2 Timoteo 2:22).

Aferrándonos al Nombre de Jesús. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Juan 5:5). Torre fuerte es el nombre del Señor; a él correrá el justo, y será levantado (Proverbios 18:10). Nuestra alma escapó cual ave del lazo de los cazadores; se rompió el lazo, y escapamos nosotros. Nuestro socorro está en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra (Salmos 124:7-8).

Como creyentes en Jesús hemos venido a Dios y Él sacia y prospera nuestra alma de la abundancia de su casa (Salmos 36:8 y 65:4). Hemos salido de la casa del diablo y trasladados a la casa −el Reino− de Dios. Como está escrito: El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo (Colosenses 1:13).

FIN DE LA SERIE

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