A Propósito de «El Código Da Vinci»

Todo esto me ha llevado a analizar las partes más controvertidas del mensaje que se transmite. Lo primero que pude constatar es el descaro, la osadía y la sutileza vergonzosa con la que el autor nos presenta a otro Jesús, sacado de otras fuentes, y ponerlo a la altura de la búsqueda de la verdad en contraposición al engaño de la iglesia primitiva. Los personajes que aparecen en la obra están investidos de una autoridad fuera de toda duda, son grandes expertos y además sus fuentes son fidedignas, capaces de hacer tambalear el edificio del cristianismo. Hay que decir al respecto que en algunos casos constatan la realidad innegable de que el cristianismo, a partir sobre todo del siglo IV, fue inundado con paganismo y absorbió muchos aspectos de los cultos pre-cristianos. De esta forma, mezclando mentiras con verdades, intoxica las fuentes históricas de los evangelios para poner en su lugar los evangelios gnósticos. Para que os hagáis una idea citaré algunas de las frases que aparecen en el mencionado libro.

“Durante los albores de la iglesia, sus representantes más poderosos engañaron al mundo, no le dijeron la verdad, y propagaron mentiras que devaluaron lo femenino y decantaron la balanza a favor de lo masculino” (página 157).

Más adelante, se explica que el apóstol Pedro tuvo celos de María Magdalena porque Jesús la había escogido como sucesora. El profesor Teabing, historiador de la religión y antiguo miembro de la Real Academia Británica de Historia, según la novela, va a enseñar a Sophie, (otro de los personajes principales que encarna el papel de iniciada en los misterios del santo grial), lo siguiente: “La Biblia es un producto del hombre, querida, no de Dios. La Biblia no nos cayó de las nubes. Fue el hombre quién la creó para dejar constancia histórica de unos tiempos tumultuosos, y ha evolucionado a partir de innumerables, adiciones y revisiones… Para la elaboración del Nuevo Testamento se tuvieron en cuenta más de ochenta evangelios, pero solo unos pocos acabaron incluyéndose, entre los que estaban los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan” (Página 288). Luego dice: “Jesús era, para sus seguidores, un profeta mortal… un hombre grande y poderoso, pero un hombre, un ser mortal… la divinidad de Jesús fue el resultado de una votación… Lo que quiero decir –cortó Teabing- es que casi todo lo que nuestros padres nos han enseñado sobre Jesús es falso” (páginas 290 y 292). Así se despacha y se queda tan a gusto.

 

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